Ť El sonido, elemento fundamental en el espectáculo infantil de Grupo 55
Historia con ruiditos, el teatro como juego
Yanireth Israde Ť šAh, qué don File! No quiere permanecer en el escenario. Los niños le gritan que no se vaya, y él aprovecha las oportunidades para escabullirse... pero no puede. Los muchachos del elenco se lo impiden: "mira, no es difícil" ųintentan convencerloų. Sucede que en esta obra hace falta un actor y don File es el elegido para divertir a los chiquitos y los mayorcitos, que el domingo se congregan en el Centro Nacional de las Artes, donde se presenta la obra Historias con ruiditos, del Grupo 55.
Por fin don File acepta, con sus reservas, claro, porque dice que no es actor y a cada rato mira hacia uno y otro lados intentando escaparse de la aventura, pero šcuidado!, siempre sale alguien en el momento preciso y frustra la huida. Poco a poco se acostumbra; después no saben cómo sacarlo del escenario, porque al tímido File acaban gustándole mucho los aplausos.
Historia con ruiditos tiene muy pendientes a los niños y los adultos, pues además de las escapatorias fallidas de Filemón, narra historias breves en las que la música constituye un elemento fundamental. No es necesario hablar demasiado porque los ruiditos son bien elocuentes. Un tac tac para caminar, un sonido elástico al doblar la espalda, un boom para un avión que vuela.
En el primer relato de este divertimento sonoro, cuatro niños aburridos encuentran un periódico abandonado ųera de don Filemón--y entonces, šzas!, echan a volar la imaginación y construyen muñecos de papel, barcos, palomas, aviones o un remo, un helado, un tubo de camión, una corbata, un pájaro, un moño y otros insospechados objetos para lanzarse hacia rutas desconocidas y hacer trizas al aburrimiento.
Cuando por fin se van y dejan el periódico, pobrecito, abandonado y llega Filemón a buscarlo, imaginen la cara que pone. Ni modo, se resigna y luego se le ocurre contar unas historias que sorprenderían al mismo Walt Disney.
Más tarde, libros misteriosos, grandes y llenos de colores bailan, y un bote de basura se pone contento, porque los comensales finalmente lo usan, aunque primero llenaron de basura el suelo (restos de pizza, latas de refresco, botellas vacías, servilletas sucias). La carita de don File asomada desde el basurero de peluche cautiva y los aplausos (clap clap clap) no se detienen, y él se va quedando hasta que una voz salida de quién sabe dónde lo insta a irse, pero él ya no quiere marcharse, šay!, don File.
En poco menos de una hora, Historias con ruiditos involucra al público con muy pocos elementos en escena y mucha música.
Formada desde hace una década, la agrupación mexicana Grupo 55, dirigida por Larry Silberman y Perla Szchumacher, basa su propuesta en el humor, y el juego es su apuesta, dice Salomón Reyes, un veterano actor de la compañía.
"Nuestra filosofía es ver el teatro como una forma de juego en serio. Jugamos mucho; constantemente elaboramos dinámicas, situaciones divertidas y no por eso menos importantes.
El juego ųexplica-- es una de las partes fundamentales del ser humano y "una herramienta básica para el actor; si sabe jugar, y salir a escena a jugar (enfatiza) la gente va a creer más lo que está viendo"
El Grupo 55 incorpora diversos enfoques a sus espectáculos, como la pedagogía y la psicología. Dice en ese sentido Reyes: ''Trabajar para niños es complicado. Hay códigos que nosotros debemos conocer a fin de que los espectáculos los puedan apreciar. Por ejemplo, no puedes hablarles demasiado, no puedes dirigirles discursos; los espectáculos tienen que ser muy visuales y sonoros. Con los niños más grandes sí puedes abordar temas un poco más complicados, pero no tanto, y así nos vamos hasta los adultos", indica, tras considerar que el teatro infantil no es una vertiente menor de la dramaturgia.
En este divertimento sonoro, como lo define Reyes, actúan los jóvenes Amanda Quezada, Ingrid Berman, Guillermina Pérez, Rafael Ortigoza y Alberto Domínguez.
Historias con ruiditos se presenta los domingos 15, 22 y 29 de agosto, a las 12 hs., en la Plaza de las Artes del CNA, Río Churubusco y Tlalpan. Country Club.