EL TONTO DEL PUEBLO Ť Jaime Avilés
UNAM: la huelga secuestrada

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Odio decirlo pero el lunes 19 de abril, unas horas antes que el rector Francisco Barnés quitara las "plumas" amarillas de Ciudad Universitaria, según esto para "impedir" que los estudiantes montaran sus barricadas, en un artículo de opinión titulado "UNAM: huelga activa y creativa", La Jornada publicó bajo mi firma las siguientes líneas: "la ultra (...) pretende cerrar las instalaciones indefinidamente, lanzar a los jóvenes a la calle, hacerlos chocar con la policía capitalina y contribuir a la campaña desestabilizadora contra el gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas".

Han transcurrido casi cuatro meses desde entonces. Ayer por la tarde, algunos contingentes estudiantiles marcharon por el centro de la capital agitando banderas contra "la represión del gobierno de Cárdenas". El domingo pasado, el Consejo General de Huelga declaró a Cárdenas "persona non grata". Desde el mes de junio, semana tras semana, la ultra nos "convoca" a "tomar" la ciudad de México. Y la UNAM continúa, tal como se vaticinó, cerrada indefinidamente.

La profecía se cumplió en sus términos porque no era sino un pronóstico apoyado en dos sólidas patas: la tradición y la realidad. Era imposible prever otro destino. ƑCómo no iba a terminar colgando un sambenito sobre la figura de Cárdenas una supuesta "dirección política estudiantil" que, en un principio, excluyó de las actividades de prehuelga a Carlos Monsiváis y Adolfo Gilly, sólo por mencionar a dos intelectuales "emblemáticos" del neoliberalismo, según las sectas que por esa supuesta "filiación" los segregaron? ƑCómo no iban a desatar una ofensiva contra la columna vertebral del movimiento democrático mexicano, representado por Cárdenas, quienes en 1994 manifestaron su inconformidad al saber que el EZLN llamaba a la sociedad civil para preguntarle si aún había un camino alterno al de la lucha armada?

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Odio ųsi bien quizá un poco menosų traer a colación que en una carta aparecida el 15 de abril en El Correo Ilustrado escribí lo que ahora reitero: "Estoy convencido de que una amplia mayoría de universitarios no quiere el aumento de cuotas impuesto por el doctor Francisco Barnés, pero tampoco la huelga, que los ultra pretenden estallar el día 20, a solas y de espaldas a la comunidad, con el aventurero afán de incendiar la pradera y luego a ver qué pasa". Y agregaba: estoy "abiertamente en contra de una huelga que sería lesiva para el movimiento democrático del país".

Casi cuatro meses después, no obstante las críticas públicas y privadas, no lamento en absoluto haberlo dicho. Yo quería otra huelga. No era el único.

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Para externarlo con plena franqueza, no odio en modo alguno recordar que en el artículo del 19 de abril escribí sobre los renglones finales: "Hoy los jóvenes decidirán si la huelga cierra las instalaciones de la UNAM y los echa a la calle para enfrentarlos con la policía capitalina, o si por el contrario, se transforma en una huelga activa y creativa, que bloquee únicamente el acceso a las oficinas de la burocracia del rector y deje el campus en manos de los estudiantes y los maestros, no interrumpa las actividades académicas ni los servicios de salud y cree un espacio en donde la inconformidad se expresará mediante el máximo despliegue de la imaginación, organizando competencias deportivas, torneos culturales, conciertos, exposiciones, etc. Así, aparte de vivir una experiencia autogestionaria hasta ahora insólita, la UNAM sería desde mañana un gran centro de debate de los problemas universitarios, al que sólo por consigna del neoliberalismo se tendría que sustraer el rector. En todo caso lo que está por verse es si la UNAM funciona sin funcionarios".

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Pasados casi cuatro meses de huelga en la UNAM, Ƒel movimiento estudiantil universitario es más fuerte o más débil? ƑEl movimiento social en su conjunto se encuentra en fase de ascenso o a la expectativa? ƑSe ha fortalecido la organización de la resistencia popular contra la privatización de la industria eléctrica? ƑAlguien ha salido a la calle a rechazar los planes que Vicente Fox tiene respecto de Pemex? ƑHa retrocedido el Ejército en Chiapas?

Todo lo contrario. El Ejército ha instalado nuevos campamentos en las zonas altas de la selva para evitar que las comunidades rebeldes se pongan a salvo en caso de una ofensiva militar como la del 10 de febrero de 1995, fecha en que los pueblos se encaramaron en las montañas para no verse obligados a combatir. Como es evidente, ni el CGH, ni los últimos panegiristas de la ultra, ni las piezas clave del movimiento social han abierto la boca para contrarrestar los despropósitos de Fox. La campaña contra el despojo de la CFE, que el Banco Mundial exige al "gobierno" de Zedillo, está peligrosamente estancada. Y lo más grave, por lo que al problema de la educación gratuita concierne, es que el movimiento estudiantil ha sido reducido a su mínima expresión, ha sido golpeado brutalmente por sus propios "líderes", ha sido purificado hasta los límites del solipsismo por el espíritu de Stalin, renacido en la ultra, que el jueves 12 de agosto Helguera ilustró en este diario. ƑA qué propósitos ha servido en cambio la huelga?

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Desde el primer instante, los bombarderos propagandísticos de Televisa y Televisión Azteca, manipulados a control remoto desde Los Pinos, ocuparon el aire en misión de ataque y dejaron caer toneladas de proyectiles en forma de calumnias sobre el concepto mismo de la educación gratuita, sobre el derecho constitucional a la disidencia, sobre el espíritu crítico de la universidad, sobre la integridad moral de los estudiantes rebeldes y sobre las ideas que una tercera parte del electorado mexicano sostiene respecto de la UNAM, del país, de la historia y de la vida.

Pero, sobre todo, en una cadena de "daños colaterales" aviesamente calculados, los peluches de carne y hueso, los que nunca mencionan a los 500 muertos del PRD ni a los fetos acuchillados en Acteal, desempolvaron sus viejas partituras para recitarnos, una vez más, que la huelga venía a reafirmar la tradicional "violencia" de Cuauhtémoc Cárdenas.

A la ofensiva mediática se sumaron las estratagemas del rector Barnés, que en todo momento se ha conducido como una tortuga marina: raudo y veloz al actuar bajo el agua, torpe como una langosta en tierra firme. Lento para comprender que su propuesta era incendiaria, lento para contrarrestar las llamas que se alzaron por su obstinación, Barnés se ha dedicado a coordinar el tortuguismo del régimen frente al conflicto. Mientras más tiempo se alargara la incomunicación entre los estudiantes y la rectoría, mientras el maestro estuviese lo más distante posible de sus alumnos, las televisoras ladrarían más infundios contra Cárdenas. Ello implicaba enormes ganancias para el PAN y, en mucho menor grado, para el PRI. Daba para el caso lo mismo.

El tercer elemento de este triángulo es ya de sobra conocido: boicoteó la Consulta General Universitaria del 15 de abril, minimizó los 110 mil votos que salieron aquel día de las urnas, despreció las 280 mil boletas de la Consulta Metropolitana de la primera quincena de junio, y pese a que ambos ejercicios plebiscitarios fueron hechos para fortalecer el contacto de la huelga con el mundo exterior, la ultra no sólo desestimó su importancia, sino que ejerció violencia física y psíquica para agredir, amenazar, colocar bajo sospecha y poner en fuga a miles de jóvenes huelguistas partidarios de estos métodos. El propósito era obvio y fue logrado con creces: de lo que se trataba era de secuestrar la huelga y quitar toda posibilidad de intervenir en ella a la inmensa mayoría de la comunidad estudiantil.

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Odio decirlo pero los "ideólogos" de la ultra, engolosinados por la jibarización de un movimiento que se volvió en todo sentido tan pequeño (pues de otro modo no lo habrían podido controlar), han perdido contacto con la realidad. En la propuesta de los ocho maestros eméritos, que hoy será discutida en el CGH, ven la mano de la Secretaría de Gobernación y traspasan las fronteras del ridículo al insinuar delirantes complicidades entre Zedillo, Barnés y Cárdenas.

Olvidan que, en todo momento, Cárdenas ha refrendado su apoyo a la educación gratuita, en declaraciones hechas a periodistas, mientras Barnés defendía su postura entre los empresarios, hablando de una "universidad autosustentable" ųfinanciada por las grandes trasnacionales en pago por la ejecución de proyectos específicosų, al tiempo que Zedillo estrangulaba a la UNAM asignándole el presupuesto más bajo de su historia. Olvidan, asimismo, que para Zedillo y sus banqueros nada sería mejor que la desaparición de la Universidad Nacional, una institución estratégica vinculada con un proyecto de país que los tecnócratas definen como "populista" y desprecian en consecuencia.

Pero los oráculos de la ultra ųy los oráculos son piedras que dicen incoherenciasų están viviendo su hora estelar y serán capaces de todas las formas de la deshonestidad intelectual para mantenerse al frente de una minoría aislada y seguir acumulando días de inactividad, con el afán deportivo de implantar un récord insuperable, sin que les importe, por lo demás, que la huelga o lo que de ésta sobre, haya muerto y hieda a cadaverina.

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Aceptar la estrategia de los eméritos implica obligar a las "autoridades" universitarias, pero también a las federales, a romper con su propia inflexibilidad. Los viejos y grandes maestros han dado con una fórmula que abre la puerta a la posibilidad de un nuevo Congreso General Universitario, pero no se obstinan en darle ese nombre. Sugieren que la huelga sea levantada para que Barnés no tenga otra salida que sentarse a negociar el perfil inevitable de una Universidad Nacional que será, por fuerza, distinta y que ya no será "encabezada" por él. Desde luego, la ultra sabe, naturalmente, que esta recomposición la devolvería a sus verdaderas dimensiones orgánicas, y luchará con todo por impedirlo. Por fortuna, el movimiento democrático universitario es, o puede volver a ser, mucho más grande.

Si hoy es derrotado en el CGH, a partir de mañana tendrá que buscar otros caminos para llegar al punto de partida que se había trazado a mediados de abril: usar los recursos de la imaginación, que abundan entre los universitarios, para rescatar la huelga secuestrada por los agentes sociales del régimen y convertirla en lo que desde un principio debió ser: una forma de lucha activa y creativa.

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Mientras tanto, el número 9 de la revista Las Cabras, que circula desde hoy, anuncia en su portada la inminente aparición del proyecto de gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas para el periodo 2000-2006, que fue realizado por cuarenta intelectuales mexicanos y que supone una colosal tarea legislativa para recomponer el corpus jurídico del país, como condición indispensable para la reconstrucción de México. El texto, que verá la luz pública, tal como decían los antiguos, será difundido por la Fundación para la Democracia y abrirá un espacio de reflexión y debate, que pondrá en su sitio el desastroso espectáculo de las comadres que a diario se deschongan en el lavadero ųléase, la campaña de los precandidatos del PRI--, así como las pataletas de don Porfirio (llamado por Julio Hernández "Cecilia Soto segunda") y los discursos insustanciales de Fox.

El semanario político de Tecamacharco adelanta, por igual en exclusiva, un capítulo del nuevo libro de Andrés Manuel López Obrador, que el tabasqueño avecindado en el DF termina de corregir en estos días. Y, por último, en su sección de espectáculos, Las Cabras entrega a sus lectores una entrevista con Laetitia Casta, la modelo francesa, corsa en realidad, que desde las anchurosas líneas de su opulenta anatomía propone una opción salvadora para las víctimas de la anorexia y de la bulimina, tiranizadas por la obsesión de no engordar.

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