En Kosovo, de acuerdo con una nota del canal CNN de televisión, las fuerzas se han invertido. Es necesario citar la fuente de esta noticia porque la tv, como se sabe, tiene poder suficiente para inventar que existió una región del mundo llamada Kosovo, donde hubo una guerra. Ahora los albano-kosovares, antes arrinconados por los serbios, se han adueñado de las calles.
Las imágenes de la noticia eran muy ilustrativas: una avenida llena de puestos que vendían souvenirs de la guerra, automóviles detenidos en mitad de la calle, con las puertas abiertas, los radios prendidos y los tripulantes bailoteando en el asfalto, o en lo que quedó de éste. Junto a esta coreografía que puede leerse como: ''Sí se nos escaparon algunos proyectiles que calcinaron unos cuantos inocentes, pero a final de cuentas la OTAN ha cumplido con su objetivo de establecer la paz en aquel rincón del mundo, Ƒsi no por qué bailan todos tan felices?''.
La otra parte de la nota funcionaba de contrapeso y no puede negarse que se trata de una buena pieza de drama televisivo: un locutor de radio serbio transmite un programa para los serbios que ahora son arrinconados por los albano-kosovares. Es la última estación serbia de radio que queda en Kosovo y el personaje de la noticia es el último locutor de la estación. La cámara de la CNN pasa de la cabina donde nuestro personaje habla, gesticula y pulsa botones, a una oficina contigua donde la computadora, el escritorio y el teléfono comparten espacio con latas de comida, un tendedero con ropa recién lavada y un catre.
La estación de radio está en el sexto piso de un edificio. Nuestro personaje, según sus propias palabras, puede salir de la estación una vez al día, nunca de noche ni más de una hora, a comprar provisiones. La totalidad de esta coreografía, las dos historias juntas, podrían leerse como: si se nos escaparon algunos proyectiles, si descabezamos unos cuantos inocentes, si hemos logrado establecer la paz, aún faltan algunos detallitos por resolver, Ƒo que creen que la OTAN es perfecta?
Esta noticia fue transmitida la misma semana, que aquella otra del hombre que tiroteó a tres niños y dos profesores en una guardería judía.
Los fanáticos de la estadística declararon que es la tercera vez en un plazo de dos semanas que ocurre un ataque indiscriminado a tiros en Estados Unidos. Debemos decir que estas líneas se están escribiendo en México, un país donde los tiroteos, indiscriminados o no, carecen casi siempre de cobertura noticiosa planetaria y por tanto existen poco.
Dos días antes de la balacera en la guardería, se cumplieron 30 años de que la banda de Charles Manson asesinó a Sharon Tate y a seis invitados que departían en su casa. Manson está en la cárcel desde entonces y es, como se sabe, un personaje de culto del que se han hecho posters, playeras, poemas, libros, canciones y hasta una ópera. Además recibe en su celda 500 cartas de sus admiradores al año.
Ni el asunto de Manson ni sus consecuencias han sido, por desgracia, coreografía: tampoco la balacera en la guardería y en realidad tampoco puede asegurarse que la pieza dramática de Kosovo sea un montaje. Puede decirse que aquella guerra terminó exclusivamente en la televisión. Queda sentarse frente a la pantalla y ver pasar la historia del mundo.