La Jornada sábado 14 de agosto de 1999

CRISIS EN COLOMBIA Y VENEZUELA

SOL Colombia y Venezuela atraviesan actualmente por momentos dramáticos tanto en lo político como en lo social, y las implicaciones de la crisis que enfrentan ambos países han superado ya lo estrictamente nacional.

En Colombia, los esfuerzos en favor de la paz emprendidos por el presidente Andrés Pastrana han resultado limitados, tanto por la intransigencia de algunos sectores retardatarios del ejército como por la cruenta ofensiva militar desatada recientemente por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

Además, las fuertes presiones a las que Estados Unidos ha sometido al gobierno de Pastrana ųcon el argumento de potenciar la lucha contra las drogasų, la creciente participación de asesores estadunidenses en el entrenamiento de escuadrones del ejército colombiano y la pretensión de Washington de equiparar a los grupos guerrilleros con el narcotráfico, suscitaron una ola de rumores en torno a la posibilidad de que Estados Unidos intervenga militarmente en Colombia para combatir a los insurgentes. Y aunque diversos funcionarios estadunidenses han rechazado esas suposiciones, sus explicaciones han resultado escasamente convincentes y poco tranquilizadoras.

Por otra parte, en Venezuela se han incrementado las tensiones entre la Asamblea Nacional Constituyente y los poderes del Estado. Apenas antier, la Asamblea decretó urgencia nacional y se reservó la facultad de intervenir en el Congreso, las gubernaturas y los tribunales de justicia. Esta determinación, considerada ilegal por la Suprema Corte, ha sido calificada por los opositores del presidente Hugo Chávez como autoritaria y antidemocrática. Sin embargo, la abrumadora mayoría en la Asamblea y el fuerte apoyo social que tiene Chávez le han permitido continuar, casi sin resistencias, con sus radicales modificaciones institucionales.

En este turbulento contexto hay que añadir los recientes desencuentros entre los gobiernos de Colombia y Venezuela y las frecuentes operaciones de la insurgencia colombiana en la frontera común. El secuestro de un avión venezolano ųatribuido a la guerrillaų y los enfrentamientos entre militares venezolanos y presuntos insurgentes acontecidos en la franja limítrofe provocaron que las cancillerías de ambas naciones se acusaran mutuamente de no controlar sus fronteras. Por añadidura, la polémica decisión de Chávez de sostener conversaciones con los guerrilleros colombianos ha generado malestar en el gobierno de Pastrana.

Finalmente, ha de señalarse que tanto en Colombia como en Venezuela los ciudadanos experimentan un hondo desasosiego y exigen de sus gobernantes soluciones prontas y efectivas a los problemas que les aquejan. En Colombia, el gobierno de Pastrana se encuentra severamente limitado, la violencia ha llegado a niveles exasperantes, las conversaciones de paz se encuentran estancadas y la crisis económica y las presiones estadunidenses se han agudizado. En Venezuela, Chávez ha optado por capitalizar al máximo sus triunfos electorales para emprender arriesgadas reformas políticas, pero no está claro si éstas conducirán a un nuevo régimen democrático y tampoco es evidente la manera como su gobierno hará frente a la pobreza que agobia a la gran mayoría de los venezolanos.

Colombia y Venezuela atraviesan por momentos históricos y las determinaciones que allí se tomen tendrán, seguramente, consecuencias muy significativas para sus sociedades. Por ello, cabe esperar que los protagonistas de ambos países se comporten a la altura de las circunstancias y, dejando de lado actitudes intransigentes, autoritarias y beligerantes, sepan responder a las aspiraciones y las expectativas de sus compatriotas.