n ''No homenaje'' al polifacético y sesentón creador


José Antonio Alcaraz, ''una casa de la cultura ambulante''

n Un murmullo poético inundó la Sala Manuel M. Ponce

Arturo Jiménez n Un estrenado poema -para autofestejarse- murmurado al mismo tiempo por diez amigos ''en pianísimo" fue el rumor final que anegó la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, en el ''homenaje no homenaje" al músico, musicólogo, narrador, dramaturgo, director de teatro y ópera y crítico José Antonio Alcaraz, por sus 60 años.

De sus facetas y erudición creativa -condimentadas con elementos alcaracianos como un globo de una de las hormiguitaz o una corbata de Bart Simpson- hablaron puras mujeres: Aline Petterson, Eugenia Revueltas, Maya Ramos y Martha Aura.

Aunque al último Gerardo Estrada, director del INBA, salió de entre las butacas para decir que Alcaraz ''es una de las figuras más importantes de nuestro panorama cultural desde los años sesenta".

 

Un gigante no egoísta

 

La velada la abrió Petterson, quien habló de la literatura infantil de Alcaraz, inscrita en ''las mil y una hebras del tapiz" creativo del festejado, de su ''fantasía enorme" y de la mucha seriedad con que se toma las historias para niños.

Ramos describió al estrenado sesentón como una ''casa de la cultura ambulante" y habló de sus trabajos sobre Halffter, Chávez y otros; y de su labor en las artes escénicas, con antologías como Al sonoro rugir del telón o Allá en el teatro grande.

Dijo que Alcaraz siempre ha sido opuesto al conformismo y a la ''necrofilia sentimentaloide" y que pese a su disciplina nunca pierde el sentido del humor. "Es un gigante que en el fondo no es egoísta".

Revueltas, quien lo conoció en 1957 -''cuando ambos éramos unos jóvenes snobs, dos beligerantes que teníamos mucho en común y deseosos de saber"-, lo comparó con una ''máquina de trabajo".

Mencionó la pasión del festejado por el teatro y dijo que sus obras abordan la complejidad humana. ''El teatro convencional no le gusta", dijo, y confió que Alcaraz ganó un premio en Madrid en un homenaje a Federico García Lorca.

Martha Aura afirmó: "Es un loco, un artista, con un talento en serio, desorbitado. Y eso tal vez ha provocado que su trabajo no tenga un interés o una consecuencia".

Estrada subió al estrado y luego de aclarar que no quería darle un toque solemne ni institucional a su intervención dijo: ''Alcaraz ha sido un crítico feroz y sangriento de las instituciones. La deuda institucional con él es enorme".

Atento, serio y feliz, Alcaraz reaccionaba a veces sorprendido, a veces sonriente, pero en su turno la inquietud contenida se desbordó y pasó a encabezar su propia celebración. Reconoció a amigos presentes y contó anécdotas.

También anunció su poema, se puso sus anteojos, organizó a los diez actores y creadores que leerían, es decir, dirigió la escena. Les indicó: ''Es un poema escrito en cuatro columnas para ser leído en canon. Todo es pianissimo, susurrado y murmurado". Todos rezaron, Alcaraz rezó: ''Soy un niño de 60 años, como mis abuelas..."

Y en el anticlímax, o como catarsis: ''Más allá del narcotráfico, de los intereses de Tatiana y Televisa, de la conspiración de la estupidez, la mediocridad, la prepotencia y el sojuzgamiento, hay otro México, en el que creemos y en el que esperamos; en el que ya se ve venir una coalición, bienvenida.

"El México de aquellos que, como el monumento que hizo el cursi de mi tío, nos amaron antes de conocernos: el de Chávez, Revueltas, Moncayo, Siqueiros, Tamayo y, sobre todo, el México de López Velarde".