n El fenómeno natural se vio desde el Atlántico del norte hasta India


Tres suicidios, chapuzones, danzas y rezos durante el eclipse solar

n Chipriotas, iraníes y libaneses creyeron en la profecía de Nostradamus cuando tembló la tierra

Reuters, Afp, Ap y Dpa, Madrid, 11 de agosto n La eterna oscuridad cósmica y los arrasadores desastres naturales del Apocalipsis no llegaron cuando el último eclipse total de Sol del siglo XX pasó hoy desde el Atlántico del norte y Europa hasta India.

En cambio, los druidas danzaron, los musulmanes rezaron, los hindúes se dieron un chapuzón y los europeos pararon de trabajar y salieron a las calles para observar uno de los fenómenos más espectaculares.

Pero también hubo algunas reacciones trágicas entre los que creyeron la profecía del astrónomo y astrólogo francés Nostradamus, quien vaticinó en el siglo XVI que el mundo se acabaría el 11 de agosto de 1999.

En Alemania, una mujer se suicidó arrojándose al río Rhin al volante de su automóvil y un hombre se lanzó bajo un tren en Magdeburgo, mientras en Guatemala un hombre se ahorcó tras anunciar que el eclipse era la señal del fin del mundo.

Estas muertes se sumaron a otros cinco suicidios de días pasados por el mismo motivo, tres en Brasil y dos en Colombia.

Los que sí debieron pensar que el fin del mundo estaba próximo fueron los chipriotas, los iraníes y los libaneses, en cuyos países tembló la tierra pocas horas antes de que la sombra de la Luna sobre el Sol oscureciera el cielo de Medio Oriente.

Pero triunfaron los festejos: cuando el eclipse se proyectó por primera vez sobre tierra firme, en las islas británicas Scilly y llegó un minuto después al litoral en Cornualles, miles de personas lanzaron vítores, lloraron o destaparon botellas de champaña.

Lejos de las ciudades, en los bordes de los acantilados o las cimas de las colinas, los sacerdotes druidas celebraron la conjunción astral en la multitud de círculos de menhires, pero sus danzas para una visibilidad durante el fenómeno no tuvieron efecto, y los meteorólogos acertaron en sus pronósticos sobre tiempo nublado y lluvioso.

En París el tráfico se detuvo y bloques de oficinas quedaron vacíos cuando cientos de miles de personas salieron a las calles, para concentrarse en los Campos Elíseos y cerca de la Torre Eiffel.

Unas 200 personas se reunieron en el céntrico barrio de Saint Germain, a unos pasos de una tienda de Paco Rabanne, para festejar en un alegre carnaval las erradas profecías del diseñador, que había anunciado a bombo y platillo la destrucción de la ciudad luz una hora antes del eclipse solar.

En la ciudad alemana de Stuttgart, que había preparado una fiesta popular con fuegos artificiales, más de 200 mil personas debieron contentarse con el oscurecimiento repentino, pero no lograron ver el espectáculo directamente debido a los nubarrones.

Horas antes del fenómeno, las autopistas del sur de Alemania estaban atascadas, con filas de coches de hasta 50 kilómetros, cuyos conductores intentaban llegar a las zonas donde el eclipse se observaría mejor.

En Rumania, los animales del zoológico de Bucarest regresaron a sus rincones a prepararse para la llegada de la noche, mientras miles de personas participaron en fiestas populares en Rimnicu Vilcea, donde el eclipse tuvo su duración máxima con dos minutos y 23 segundos.

Los búlgaros, en cambio, no tuvieron suerte: la televisión, que esperaba transmitir el eclipse desde el Mar Negro, no pudo llevar a cabo la emisión por algunos problemas.

En Yugoslavia no hubo mayor emoción ante el evento, aunque las calles de Belgrado se mostraron casi tan vacías como durante los bombardeos de la Organización del Atlántico Norte, y en Kosovo los ciudadanos y los soldados de la KFOR apenas sí mostraron interés.

En los territorios autónomos palestinos, en Siria y en Jordania las autoridades decretaron día de asueto, y en Egipto miles de fieles musulmanes se mantuvieron en sus casas o mezquitas para rezar.

Pero si bien el mundo no se acabó hoy, hay que continuar alertas: astrólogos de Taiwán advirtieron que el hecho de que "el perro celeste ha devorado al Sol" es un mal augurio, y aconsejaron cautela ante desastres que se avecinarán de aquí al 19 de agosto.

Ecliptomanía en frases

"Voy a terminar ahora porque sé que algunos están apurados por ver el eclipse": el papa Juan Pablo II al acortar su audiencia con los peregrinos en la Plaza de San Pedro, poco antes de dirigirse en helicóptero a su residencia de Castengandolfo, desde donde observó el fenómeno.

"Ni siquiera se lo creen ellos": un francés frente a un aviso de reapertura de una tienda parisina del diseñador Paco Rabanne, quien pronosticó que la estación Mir caería sobre París.

"Un dedo negro posándose sobre la Tierra, como un dedo de bruja": así describió el eclipse el astronauta francés Jean Pierre Haigneré, en la estación espacial rusa Mir.

"Imagínese lo que nuestros ancestros deben haber sentido cuando les pasó a ellos hace 2 mil años": el astrónomo David Hughes, al observarlo en Land's End, sur de Inglaterra.

"Si uno se da un chapuzón durante el eclipse o efectúa una buena acción en este día, el beneficio se multiplica por mil": Manu Jumar Sharma, hindú que junto a unos 700 mil indios se bañó en una laguna en la ciudad de Kurukshetra.

"Buena excusa para salir del trabajo": Paul Wager, pintor londinense de brocha gorda, quien abandonó su puesto junto a otros empleados y oficinistas, lo que incluso provocó una importante baja de la bolsa de valores al llegar la hora en que la Luna tapó al Sol. (Agencias).