Ť Debate concurrido y plural en el Che Guevara
Consenso: la Universidad debe salir fortalecida de la huelga
Hermann Bellinghausen Ť Pareció que el aplauso en memoria de La Tita Avendaño, un largo minuto en el Che Guevara repleto, de pie y a manos llenas, se llevaría la tarde. Pero no. El momento más poderoso de la sesión lo originó una persona viva: Adolfo Sánchez Vázquez. No fue por su condición de hombre mayor, ni por la trayectoria intelectual que lo honra. Ni porque es de izquierda, ni porque es profesor emérito. Pero con todo esto junto, Sánchez Vázquez fue quien llegó más lejos de entre las decenas de oradores que durante seis horas hablaron sin parar (y sin ser interrumpidos nunca, verdadera novedad en un acto convocado por el siempre rijoso Consejo General de Huelga).
Fue el más provocador de todos. El más inquietante: ''Comprendo que haya grupos dentro del movimiento que consideran que la única fuerza que podemos imponer es la huelga''. Mantener la Universidad cerrada como único recurso para transformarla, dijo, ''implica una cierta desconfianza en nuestras propias fuerzas para conseguir lo que queremos''.
Llevaba rato calentando al auditorio con sus intervenciones, pero en ese momento estalló el aplauso más largo y abundante, con bravos y gente progresivamente de pie y al final un Goya general, Luis Villoro con el puño en alto y por último los estudiantes gritando ''šhuelga, huelga!''
Más luz
Hay que hacerles justicia poética. Cuando los eméritos iban a tomar la palabra por primera vez en la tarde, pidieron más luz. En su parte de la mesa la iluminación era pobre. Y además de hablar, Adolfo Sánchez Vázquez iba a leer, de nueva cuenta, la propuesta que tenía allí reunidas a miles de personas.
Medio siglo de ser mexicano no ha quitado a Sánchez Vázquez un dejo de acento español, que en estas condiciones de fin de milenio es un auténtico homenaje a las incontables aportaciones progresistas del exilio republicano a la UNAM. También en ese contexto resonaron sus palabras: ''La única garantía que podemos ofrecer es nuestro peso moral''.
Después de reiterados cuestionamientos por parte de los paristas y los maestros de la AUA acerca de la ambigüedad y la falta de garantías de cumplimiento inherentes a la propuesta de los eméritos, Sánchez Vázquez respondía: ''No pedimos que levanten la huelga, sino que digan que la levantarán si el Consejo Universitario cumple sus condiciones''.
Aprovechando la ocasión, una manta blanca se alzó en las alturas del Che contra la huelga. ''Devuelvan las instalaciones'', decían unos de la Facultad de Economía. El revuelo que provocó ese grupúsculo de gente vinculada --según algunos maestros presentes-- a Pablo Arroyo, ex director de esa facultad (y ex militante de izquierda) no pasó a mayores gracias a la disciplina de los paristas.
El momento de confusión permitió a Sánchez Vázquez recordar: ''Hace 30 años tenía yo un alumno ultrarradical, para quien yo era un pobre marxista. Ahora él trabaja de asesor en la Secretaría de Gobernación, y yo sigo siendo el marxista de siempre''.
De un sector de maestros memoriosos subió un rumor hasta hacerse audible: ''Alán Arias, Alán Arias'', decían varias voces, recordando al negociador gubernamental en Chiapas que en los setenta le corrigió la plana a Lucio Cabañas por poco revolucionario. Qué tiempos aquellos, de verdad.
''Somos absolutamente independientes respecto a las autoridades universitarias, y cualquier insinuación en este sentido me parece... reprobable'', había dicho Sánchez Vázquez, con reflexiva dignidad de filósofo, una hora antes.
De igual manera se expresaron, críticos e independientes, Luis Villoro, Alfredo López Austin y Manuel Peimbert, los otros miembros del grupo de eméritos. A su lado, representantes del CGH, AUA, CPI, STUNAM, padres de familia. Los cuatro sectores.
La mesa larga que ocupaba el estrado del auditorio estaba llena. Y el Che Guevara a reventar, con cientos de personas en los pasillos exteriores y hasta en el estacionamiento. Así como se llenó hoy, sólo hace 113 días, cuando el primer CGH declaró la huelga, en otro martes ya lejano.
Hablaron estudiantes de todas las corrientes y edades, académicos, trabajadores y padres de familia. En torno a la propuesta de los eméritos, y en el marco ''innegociable'' del pliego petitorio de seis puntos de los huelguistas, el CGH patrocinó el debate más diverso y tolerante hasta ahora.
Las razones de la desconfianza
Ciertamente no faltaron, desde el principio, críticas y cuestionamientos a la propuesta que defendían los eméritos. El primer orador de la AUA, Santiago López de Medrano, mencionó su experiencia personal de contacto con los actuales jóvenes de la generación X, y sin menospreciar los atributos académicos de los cuatro hombres, tan canosos como él, sentados a su izquierda, les reprochó no haberse referido a la represión contra los estudiantes. La AUA cuestionó también que se pudiera confiar en las autoridades.
En ese punto al parecer todos los presentes estaban de acuerdo. A pesar de los reproches entre sí, ninguno de los concurrentes confiaba en el rector Barnés ni en las autoridades que lo acompañan.
Sandra Romero, estudiante de la ENEP Acatlán, extremó la exigencia hacia los académicos: ''El rol de los intelectuales es colaborar en la lucha de esta generación... para hacer saltar por los aires a los intelectuales que se resisten a apoyar a los trabajadores'', y también ella, memoriosa, les recetó aquel slogan del 68 francés, donde los intelectuales decían a los trabajadores: ''Tomen nuestras banderas de nuestras frágiles manos''.
Alejandro Alba Pérez, de la Escuela Nacional de Música, expresó: ''Resulta esperanzador percibir interés en la creación de consensos entre universitarios. El alargamiento de la huelga no fortalece nuestro movimiento. Pero no se han resuelto nuestras demandas. Las autoridades no están interesadas en el diálogo''.
Para ilustrar su aserto, enumeró las agresiones sufridas por los paristas, hasta llegar a las recientes inscripciones ''para semestres fantasmas''.
Pero puestos en la reflexión retrospectiva, muchos, al aplaudirle a La Tita, quizás no sabían que aquella dirigente del 68 fue antes brigadista en la huelga del 66 y, después de la cárcel diazordacista, maestra fundadora del CCH Oriente.
Mientras los oradores que criticaban toda o en parte la propuesta giraban en torno a los argumentos del Congreso Universitario resolutivo, y lo reducido de los ''espacios de discusión'' planteados por los eméritos'', la maestra Josefina Morales, del Instituto de Investigaciones Económicas y vocera de la CPI, se permitió una modesta precisión: ''Todos hemos leído el pliego petitorio, pero los universitarios no nos leemos entre nosotros. Muchos maestros han escrito desde hace años contra las políticas del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Muchos compañeros escriben en revistas y periódicos, y han hecho propuestas al movimiento''.
Respondía a las críticas de que no todos los presentes han tenido la misma participación en la lucha.
Y más adelante, a la pregunta de Ƒqué proponen los estudiantes?, una consejera universitaria estudiantil de la ENEP Iztacala dijo: ''Tenemos la propuesta con que estalló la huelga''.
Lecciones, denuncias y perspectivas
Por sus dimensiones y su diversidad, el debate despertó en mucha gente, al terminar, la idea de que ''este acto cambia la correlación de posturas en el movimiento'', cosa que todavía está por verse.
Salvador, de Ciencias, en referencia al EZLN, pidió ''aprender de esa experiencia histórica'', y en relación al levantamiento de la huelga dijo: ''No nos pidan que nos desarmemos para que se cumpla nuestro pliego petitorio'', e hizo mención a que Luis Villoro debía saber de eso, pues ''fue asesor de los zapatistas''.
Poco después, un académico ajustaría esa referencia histórica. ''Los zapatistas no se desarmaron, pero cambiaron de estrategia. Se replegaron y presentaron nuevas propuestas''.
Ayer se habló de todo: de plebiscitos, de reforzar las guardias con actos de ''alto nivel académico'' en las escuelas, de ganarse a los estudiantes de nuevo ingreso, de pedir la renuncia de Barnés y de todos los directores para funcionar sin ellos.
Hubo denuncias también: el secuestro por unas horas de Rodolfo Hernández, dirigente de Trabajo Social, y el encarcelamiento de un alumno del CCH Sur.
Para que no se diga que faltan agresiones y provocaciones que crispen los ánimos, cada que la discusión y los consensos van cogiendo forma y se abren perspectivas.
Pero el principal acuerdo de todos los presentes fue que la huelga deberá culminar con un triunfo para mayor fortaleza de la UNAM.
Y más adelante a la pregunta de Ƒqué proponen los estudiantes?, la consejera universitaria estudiantil de la ENEP Iztacala dijo: "tenemos la propuesta que estalló la huelga".
Lecciones, denuncias y perspectivas.
Por sus dimensiones y su dimensiones y su diversidad, el debate despertó en mucha gente, al terminar, la idea de que "este acto cambia la correlación de posturas en el movimiento", cosa que todavía está por verse.
Chon, de Ciencias, en referencia al EZLN pidió "aprender esa experiencia histórica" y en referencia al levantamiento de la huelga: dijo; "No nos pidan que nos desalmemos para que se cumpla nuestro pliego petitorio", e hizo mención a que Luis Villoro debía saber de eso, pues "fue asesor de los zapatistas".
Poco después, un académico ajustaría esa referencia histórica. "Los zapatistas no se desarmaron, pero cambiaron de estrategia. Se replegaron, y presentaron nuevas propuestas".
Se habló de todo: de plebiscitos, de reforzar las guardias con actos de "alto nivel académico", en las escuelas, de ganarse a los estudiantes de nuevo ingreso de pedir la renuncia de Barnés y de todos los directores para funcionar sin ellos.
Hubo denuncias también: el secuestro por unas horas de Rodolfo Hernández, dirigente de Trabajo Social, y el encarcelamiento de un alumno del CCH Sur.
Para que no se diga que faltan agresiones y provocaciones que crispan los ánimos cada que la discusión y los consensos van cogiendo forma y se abren perspectivas.