Ť Crisis política en Rusia, por la remoción de Stepashin
Yeltsin destituye al premier e impone a un incondicional
Ť Temor por la eventual suspensión de comicios legislativos y presidenciales
Juan Pablo Duch, corresponsal, y agencias, Moscú, 9 de agosto Ť Por cuarta ocasión en menos de año y medio, el presidente Boris Yeltsin provocó hoy una nueva crisis política al cambiar al jefe de gobierno de Rusia. El mandatario destituyó al primer ministro Serguei Stepashin y a todo su gabinete, y nombró como nuevo jefe de gobierno a Vladimir Putin, jefe del servicio de Seguridad Federal que remplazó a la KGB soviética, a quien además proclamó como su candidato a sucederlo en la presidencia.
Esta decisión, según observadores, sólo se explica por la creciente desesperación que sienten los influyentes miembros de su entorno ante la perspectiva de ser desplazados del poder.
Stepashin, quien permaneció tan sólo 81 días en el cargo, fue sustituido por otro incondicional del presidente, Vladimir Putin, quien hasta primera hora de este lunes fue secretario del Consejo de Seguridad y director del Servicio Federal de Seguridad (FSB).
Yeltsin, además, lo nombró como su sucesor a la presidencia de modo oficial. Para Yeltsin, en la retórica de la justificación, Putin es "una persona capaz de consolidar la sociedad y de llevar adelante las reformas en Rusia, apoyándose en fuerzas políticas amplias y que podrá unir a quienes tendrán que renovar la Gran Rusia en el siglo XXI", según dijo en su mensaje televisado a la nación.
Podría pensarse que al escoger a Stepashin para relevar a Primakov, a mediados de mayo pasado, Yeltsin no había descubierto todavía las cualidades de estadista que hoy atribuye a Putin. En tan sólo siete minutos, lo que duró su comparecencia ante las cámaras de televisión, Yeltsin trató de explicar sus motivos.
A primera vista, carece de sentido sustituir a Stepashin en este momento. Más aún por Putin. Ambos son del mismo equipo, y hasta ahora nadie ha acusado al defenestrado primer ministro de haber cometido algún error grave. Se dice que el presidente incluso le ofreció al despedido Stepashin varios cargos, entre ellos el de secretario del Consejo de Seguridad, y que el destituido primer ministro habría prometido pensarlo.
Stepashin fue quien logró finalmente el indispensable acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, actualmente, su nivel de popularidad estaba subiendo semana a semana, empezaba a ser reconocido como interlocutor válido en Occidente, después de sus recientes viajes a Estados Unidos y Sarajevo. El despedirlo en esas condiciones no corresponde con la lógica formal, pero este país ųla Rusia de Yeltsinų se rige por otro tipo de consideraciones.
Si el propósito del cambio es hundir más a Rusia en la inestabilidad, justo cuando la situación en el Cáucaso del Norte entró ya en una peligrosa espiral bélica, el primer círculo de Yeltsin ųla llamada Familiaų dio un paso importante hacia lo que se considera su última carta: una solución extrema como sería ųtarde o tempranoų decretar el estado de excepción que permitiría posponer indefinidamente la celebración de comicios legislativos y presidenciales.
Obviamente, el Kremlin niega albergar tales planes e incluso Yeltsin firmó hoy mismo el decreto que convoca elecciones legislativas para el próximo 19 de diciembre. Portavoces de las distintas fuerzas políticas del país no alientan falsas esperanzas y son conscientes de que, por ejemplo, dentro de dos meses poco pueden valer las promesas de Yeltsin de celebrar comicios "limpios y en la fecha establecida".
Todos saben en Rusia que las promesas presidenciales se acabarían en el momento en que el panorama en las urnas sea irremediablemente adverso al Kremlin y el deterioro de la situación en el país, por el contrario, favorable para una medida de fuerza.
Reacciones
La principal preocupación del movimiento Otéchestvo (Patria), cuya reciente alianza con la coalición Vsiá Rossía (Toda Rusia) emerge como favorita en las preferencias electorales, es que "estos absurdos cambios" no deriven en un "desarrollo anticonstitucional de los acontecimientos", como advirtió Artur Chilin- garov, vicepresidente de la Duma, Cámara baja, y probado aliado del alcalde de Moscú, Yuri Luzhkov.
En el mismo sentido se declararon los líderes de otras agrupaciones políticas, incluso de signo contrapuesto, que temen que Yeltsin, enfermo y obsesionado por el poder, sucumba ųuna y otra vezų a la hábil manipulación de sus allegados más cercanos. Estos, siempre tienen como supremo objetivo defender sus intereses corporativos y poco les importa el impacto negativo de sus acciones.
A diferencia de Stepashin, cuya lealtad al presidente demostró tener límites que le impiden compartir la estrategia de asegurar a cualquier precio la tranquilidad de la Familia en la era posterior a Yeltsin, Putin parece dispuesto a todo.
Que los promotores de dicha estrategia existen y su ascendiente en Yeltsin es cada día mayor, no queda la menor duda después del mensaje críptico que lanzó Stepashin como despedida: "Nuestro pueblo no va a permitir que lo vuelvan a engañar, por más que algunos quisieran. Lo más importante ahora es que se actúe dentro de la Constitución y las elecciones se lleven a cabo en los plazos establecidos. Creo firmemente en ello y estoy convencido que el presidente también".
El cambio en la cúpula del gobierno ordenado hoy por Yeltsin vuelve a introducir un innecesario y desgastante elemento de confrontación con el Legislativo. Plantea de nuevo la posibilidad de que la Duma sea disuelta, si la candidatura de Putin es rechazada en tres ocasiones consecutivas.
Aunque ello no guarda relación directa con la celebración de las nuevas elecciones formalmente ya convocadas. Pero la realización en sí de los comicios depende de otros factores que sí podrían quitarle a la oposición la tribuna y el formidable aparato logístico que le brinda la Duma para su campaña.
Por lo mismo, es probable que Putin sea ratificado por los diputados. A dos meses de cumplir los 47 años y con una larga trayectoria en el servicio de inteligencia primero y, después, en el aparato de seguridad, Putin asume acaso la misión más difícil de su vida. Ser el "heredero" oficial de Yeltsin lo convierte, a querer o no, en una suerte de kamikaze.
Por lo pronto, el Ministerio ruso de Finanzas afirmó que "no habrá caída del rublo" en respuesta al súbito cambio de gobierno en Rusia. En los mercados internacionales, la moneda rusa perdió este lunes 3 por ciento de su valor sobre su cotización oficial de 25.29 unidades por dólar. Corredores dijeron que la estabilización se logró gracias a intervenciones masivas y precipitadas del Banco Central de Moscú.
Huyen más de 4 mil personas de los combates en Daguestán
El Ministerio Interior de Daguestán informó que 40 rebeldes islámicos murieron hoy por misiles y bombas lanzados por fuerzas daguestaníes apoyadas por autoridades rusas en enfrentamientos ocurridos en la frontera con esta república y la vecina independentista de Chechenia. El alcalde de la capital daguestaní, Majachkala, Said Amirov, afirmó que más de 4 mil personas han huido de los combates entre las fuerzas federales rusas y los rebeldes, y llamó a los ciudadanos de la república a que se alisten como voluntarios en las "brigadas internacionales" destinadas a respaldar las fuerzas rusas en los combates contra los rebeldes.
El gobierno ruso y el daguestaní afirmaron que los rebeldes son islamistas wahabitas, dirigidos por antiguos jefes de guerra chechenos. En lo que fue su última declaración oficial, Stepashin reiteró que la situación en la república caucásica es difícil "y temo que podamos perder Daguestán".
Sin embargo, el ministro ruso de Defensa saliente, Igor Sergueiev, descartó la eventualidad de lanzar un operativo de mayor amplitud contra los rebeldes islámicos. El primer ministro interino Putin, a su vez, rechazó la posibilidad de decretar un estado de excepción en Rusia por la crisis en Daguestán.
Una aldea de la república de Georgia, situada en la frontera entre Daguestán y Chechenia, denunció que misiles rusos cayeron sobre su comunidad e hirieron a dos civiles.
Asimismo, se informó que el helicóptero en el que viajaba el jefe del Estado Mayor de las fuerzas rusas, Anatoli Kvachnin, fue alcanzado por tres disparos de los combatientes wahabitas, cuando el aparato aterrizaba en el aeropuerto de Botlikh, al sur de Daguestán, pero salió ileso del ataque.