Hace unos días, en Nueva Orleans, en una reunión internacional, Luis Téllez ya no habló de la reforma del sector eléctrico nacional. No mencionó --como sí lo hizo algunos meses antes en España, en los mismos Estados Unidos y prácticamente por donde quiera que andaba-- que en unos días más se cambiaría la Constitución para permitir la privatización de la industria eléctrica. No dijo que se congelaba la iniciativa; menos aún, que se retiraba. No... no dijo nada. Pero para un secretario que gusta hacer declaraciones y aspavientos continuamente, eso es mucho. Como dicen vulgarmente: ya no anda de echador, como en febrero, marzo, abril, mayo y junio. Al buen entendedor, ahora sí, pocas palabras. Y mientras, el debate continúa. Circula un artículo editado por el Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM (Problemas del desarrollo, número 117, abril/junio 1999, vol. 30), en el que Luis Gutiérrez Santos --asesor eléctrico de Téllez, antes empleado del Banco Mundial--, replica un trabajo publicado en un número anterior de la misma revista, cuyo autor es el profesor Steve Thomas, de la Universidad de Sussex, crítico de la experiencia privatizadora británica. Para el asesor gubernamental, México corre el peligro de quedarse atrás en el sector eléctrico, perder competitividad y atraer menos inversiones si no se privatiza. Con la reforma --asegura Gutiérrez--, el sector eléctrico seguiría siendo sustento del desarrollo económico y del bienestar de la población. Sus argumentos básicos son muy simples: la mayoría de los gobiernos privatizan porque no se pueden desviar ya recursos al impulso eléctrico, cuando hay muchos otros sectores prioritarios que los exigen. En esa misma publicación, unas cuantas páginas adelante, hay un nueva colaboración del profesor Thomas, en la que se señala que dos son los criterios para evaluar una reforma: la confiabilidad del sistema eléctrico y la baja de precios. En el caso inglés --aclara-- aún antes de la privatización se había ganado en eficiencia y confiabilidad; es falaz que sólo la privatización mejoró la industria en el Reino Unido. Además, también antes de la reforma hubo una disminución anual significativa en los costos diferentes a los de combustibles (2 por ciento al año), aunque también es cierto que después de los cambios, la baja provino del desplome de los precios del carbón inglés, aunque esa disminución y la derivada del cambio técnico no se han reflejado plenamente en los consumidores los que, por cierto, del primero de abril de 1990 a agosto de 1998 no pudieron, como se prometía, escoger proveedor, por lo que el comportamiento en esta etapa fue de monopolio regulado. Es muy importante lo que dice el profesor Thomas: la regulación de los monopolios requiere exigencias muy claras de parte del gobierno. En Inglaterra, éstas no fueron así en la primera etapa. No estaba listo el gobierno para esa nueva regulación, que requería mucha preparación. Y en México... bueno, en México... Un último artículo que conviene comentar de esta revista del Instituto de Investigaciones Económicas de la UNAM es el firmado por Francisco Aldana, quien analiza el apagón reciente de Chile, ocurrido bajo servicios privatizados, fruto del desequilibrio crónico entre oferta y demanda de electricidad, debido a que las compañías generadoras no alcanzan a cubrir todo el mercado y se vieron obligadas a aplicar cortes del suministro hasta por tres horas diarias. Este modelo está fallando, asegura el economista, entre otras cosas porque se privatizó con extrema urgencia, aun antes de que se tuvieran claras las reglas del juego, para evitar problemas operativos complejos y garantizar su expansión. Y en otra publicación del mismo instituto (Momento económico, número 103, mayo-junio 1999), hay un interesante artículo que luego será necesario comentar: el secretario Téllez defiende la reforma eléctrica bajo una nueva concepción de Estado, de desarrollo, de todo... absolutamente de todo... Lo veremos luego... Pero pocas palabras parece haber también en CFE. Con McKinsey, de nuevo, acordando con la cabeza de la paraestatal y sacando de sus archivos sus viejos proyectos de restructuración de CFE, a la manera de lo hecho --también por la firma-- en Pemex. Por eso, con temores y todo, el cuerpo técnico, los operarios y los administrativos están a punto de cambiar de nuevo. ƑVarias empresas en CFE, para más eficiencia o para preparar una eventual venta? No lo aclara ni el señor director general, Alfredo Elías Ayub, ni tampoco la Dirección para la Modernización y el Cambio Estructural, ahora encabezada por Rogelio Casas Guzmán, antes subsecretario de Energía y mucho antes, gerente de Abastecimientos en la CFE. ƑO será que andan hechos bolas?
Melée
El director de Pemex no se va. Se dice, se dice mucho, que lo de Cantarell ya se calmó y que no saldrá Adrián Lajous de la paraestatal, como esperaban muchos de sus contrincantes, que ya se veían contando los dólares de la renta petrolera en lugar de contar... bueno... dinero... kilovatios/hora... horas... minutos y segundos antes de la selección de candidato oficial. Pero lo cierto es que al menos Madrazo ya le dio madrazo a la privatización de la que Labastida, Bartlett y Roque no han dicho nada. Mejor no hablar de petróleo y electricidad ahorita, Ƒno cree usted?