Qué bien captó el pintor Alberto Gironella ųquien murió este martesų la esencia del toreo en sus cuadros dedicados a la media verónica del Rafael de Paula, el derechazo de Manolo Martínez y la figura del picador. La fugacidad del instante matizado de belleza. El ahora se vive, la realidad misma del torear. Ese anhelo de gozar, prolongando el presente lleno de emociones, ya que, un bello momento torero no puede dejarse ir, como el amor.
Gironella captó a los toreros que pintó ųel gitano y el mexicanoų abandonados al tiempo plácidamente, como en las olas de una mar pacífico. En ellos había un ritmo secreto que los aproximaba en la eternidad. En medio de la emoción configurada de lo alegre y lo trágico, la furia del toro, la mansa corriente, la vida y la muerte y el más allá.
Con su puro estar ahí, en sus cuadros, Gironella fecundó la fiesta de los toros, que, día a día, pierde su esencia.
Novillos sin casta y novilleros que no captan la esencia del toreo. Y lo convierten en una fábrica de dar pases a borregos amaestrados.
Los alternantes de ayer: Alberto Huerta, Miguel Ortas Miguelete y Gerardo Gaya, no captan la esencia del toreo. Miguelete, además, desperdició dos espléndidos novillos de San Lucas, de esos con los que sueñan los toreros...