Ingeniería biomédica: avances y aplicaciones
Angel R. Zapata Ferrer
ƑCómo se inició la ingeniería biomédica en el país? ƑQué avances y logros hemos tenido? Para contestar a esas interrogantes debemos remontarnos a épocas pasadas, cuando comenzó el desarrollo de la medicina en México, mediante la utilización de aparatos eléctricos, y posteriormente con aparatos diseñados y construidos con circuitos electrónicos, hasta llegar a los sofisticados equipos computarizados de la actualidad.
Esa actividad técnico-científica es de gran importancia para nuestro desarrollo y sus aplicaciones, tanto en la clínica como en la investigación biomédica, así como por las repercusiones que pueda tener en el avance tecnológico en esas disciplinas y sus aportaciones humanitarias a la salud.
Mario Bunje coloca a la ingeniería biomédica, junto con la medicina, dentro del mismo campo de la tecnología (materiales, biología y tecnología); le asigna a ésta una filosofía de carácter tecnológico, ahora incipiente, que se desarrolla con lentitud por los variados problemas que impedían la asociación de ambas disciplinas.
Esa especialidad está contenida en la bioingeniería y se presenta como la aplicación de principios similares, técnicas y métodos para la solución de problemas biomédicos. Por tanto, el fin primordial consiste en contribuir al avance de la medicina, al mejoramiento de la atención hospitalaria y, especialmente, a la salud de los seres humanos mediante la utilización de desarrollos tecnológicos específicamente aplicados a ese quehacer de la ingeniería.
La industria de la bioingeniería es nuestro país requiere cierto plazo y talento de muchos ingenieros tradicionales, pero necesitará de un nuevo tipo de ingeniero bien preparado en las ciencias biológicas.
Para estar más acordes con los avances actuales de esas disciplinas, se deberá ofrecer a los futuros ingenieros biomédicos y bioingenieros cursos de microbiología, fisiología y anatomía aplicadas, según el interés de los estudiantes para trabajar en bioprocesos o en el campo de la ingeniería biomédica.
Esta profesión ha tenido un brillante desarrollo en los institutos de salud, pese a las restricciones impuestas por lo que acontece en nuestra economía, las cuales en cierto modo limitan un mayor avance en esas disciplinas tan necesarias, sobre todo en las regiones apartadas del país.
Los profesionistas que trabajamos en instituciones de salud, tanto privadas como gubernamentales, así como en centros educativos y universidades que preparan a los futuros ingenieros biomédicos y clínicos, hemos tenido una gran experiencia (más de 28 años). Hemos desarrollado prototipos de equipos y métodos computacionales que se aplican en investigación básica y clínica gracias al apoyo que nos brindan nuestras instituciones, principalmente el Conacyt.
En México se necesita mayor investigación en ese campo de la ingeniería biomédica. Requerimos también, para el avance tecnológico, un nuevo tipo de ingeniero bien preparado en las ciencias biológicas, la computación y el conocimiento de los más recientes desarrollos en esas disciplinas. Esos nuevos ingenieros constituirán la infraestructura técnico-científica que contribuirá al diseño de equipo especializado para el procesamiento de bioseñales e imágenes y de instrumentación biomédica en las industrias que aparezcan en el futuro, utilizando esas aplicaciones de la técnica y la ciencia ingenieril a la medicina.
Dentro de las instituciones de salud, privadas o gubernamentales, los requerimientos para una administración activa y eficiente son considerablemente complejos.
En México, la ingeniería clínica comenzó a florecer en los 80, cuando los primeros egresados de la carrera de ingeniería biomédica comenzaron a trabajar en las instituciones de salud. Sin embargo, es hasta 1990 cuando se nota un incremento considerable de profesionistas laborando en los hospitales, clínicas e institutos de salud.
Es admirable el esfuerzo que han realizado algunas ingenieras biomédicas en su afán de lograr que la presencia de la mujer en esas actividades se destaque. Así podemos mencionar a unas cuantas, pese a que hay un gran número de ellas trabajando entusiastamente para lograr el avance en la aplicación de esa especialidad en las áreas de diseño, rehabilitación y de la clínica.
Una de las principales promotoras es la maestra en ciencias Adriana Velázquez Berumen, cuya infatigable labor y reconocida capacidad se debe muy en buena parte su éxito en el campo de la ingeniería clínica. En el área de la rehabilitación está la doctora Ruth Mayagoitia, de la Universidad Iberoamericana. También es de tomar en cuenta el gran aporte que han hecho Teófila Cadena y Claudia Cárdenas Alanís en aplicaciones de la ingeniería clínica en hospitales como Médica Sur y el Humana.