Principio dialógico para una psicología de lo complejo

Juan Soto Ramírez

La realidad, convencionalmente, ha sido concebida por los científicos como un mundo de dualidades que se contraponen en vez de complementarse. Al orden se le ha separado del desorden; a la identidad, la alteridad; a lo objetivo, lo subjetivo; a lo simple, lo complejo; a lo verdadero, lo erróneo; a lo científico, lo de sentido común; y así sucesivamente. De tal suerte que se fueron construyendo planos de realidad que jugaban a la exclusión mutua, aspectos que fijaron los referentes para que los conservadurismos cognitivos y los hábitos científicos pudieran subsistir espaciotemporalmente dentro de eso mismo que construyeron; de alguna manera debían legitimarse.

DIALOGICO La producción del conocimiento científico admitió, por mucho tiempo, una premisa básica dentro de su lógica de diseño: si sucede A no puede suceder no A, simplemente porque de manera analítica es imposible, aunque sea probable.

De alguna forma, la ceguera intelectual de millares de científicos y su fascinación por la objetividad les hizo olvidar que la probabilidad cero no es sinónimo de imposibilidad. Aspecto que admite la ocurrencia de A y no A al mismo tiempo: una verdad, es siempre una verdad a medias. Mientras la lógica lineal admite sólo un valor de verdad, la lógica multivalente admite más de uno, pero comprender eso es atentar contra los buenos modales del pensamiento científico, que se sigue rigiendo por el paradigma de la simplicidad.

El principio dialógico nos lleva a pensar que los antagónicos también son complementarios. Lo que hace posible la diferencia es la repetición y viceversa: no existe lo uno sin lo otro y cada una lleva dentro su antagónico. Aquello que se pensaba contrapuesto, bajo la perspectiva dialógica, es complementario. No es fortuito que los polos de un imán aparezcan unidos justo en el punto medio y que las partículas con cargas opuestas tiendan a la atracción.

Si admitimos que dentro del conocimiento psicológico existe una serie interminable de conservadurismos cognitivos, entonces será fácil apreciar que es difícil promover la idea de que la mente no está dentro de los individuos sino fuera de ellos. Pero trate el lector de explicar esta idea a cualquier psicólogo de cabeza dura y conocerá la fachada iracunda de las más ocultas facciones de su rostro.

Es simple y complejo a la vez: los procesos mentales producen mentes que producen procesos mentales. Los procesos anímicos, estados de ánimo que producen procesos anímicos. Más aún, la psicología produce psicólogos que producen psicología. ƑDónde encontramos entonces el antagonismo que resulta ser complementario?

Tomemos el presente texto de psicología, que se opone a las perspectivas convencionales de la psicología y se inscribe en la psicología misma porque, se supone, hace psicología: produce aquello a lo cual, presuntamente, se presenta como antagónico. Sin embargo, y es triste decirlo, a los psicólogos tradicionales se les olvidó ser críticos con ellos mismos, pero a su vez a los críticos de la psicología se les olvidó ser autocríticos, de tal suerte que se cayó en una especie de ceguera epistemológica: mientras los unos negaban a los otros, jamás se dieron cuenta de que eran víctimas de su propia negación.

La necesidad de aplicar el principio dialógico para la configuración de una psicología de lo complejo aparece cuando las explicaciones lineales comienzan a fracturarse o no sirven más para dar cuenta de aquello que se pensaba estable. Cuando los procesos aparecen como productores de eso mismo que los produce. Cuando la lógica multivalente se presenta como la mejor estrategia para aprehender la incertidumbre que se había querido dominar por medio de la probabilidad máxima.

Hay un ejemplo sencillo para comprender todo lo anterior: se puede entristecer por el simple hecho de estar triste, esto es la tristeza que produce tristeza. Aun así, resulta incomprensible por qué los psicólogos ortodoxos se aferran a tratar de ver todo de manera lineal.

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