Héctor Aguilar Camín
La alianza
El fantasma de una alianza de la oposición recorre la imaginación política de México. Es un fantasma del que todos hablan y al que algunos temen pero nadie puede todavía ver. Los partidos han adelantado conversaciones, han ocupado la prensa con el tema y se declaran listos para la gran tarea. Los arquitectos de la alianza se reúnen y anticipan grandes avances en el método para definir candidaturas, plataformas y estrategias comunes.
Mientras los arquitectos trabajan, sin embargo, lo fundamental queda en el aire. Lo fundamental es quién será el candidato presidencial de la alianza. Todos los otros acuerdos están subordinados a éste: si no hay un candidato presidencial común no podrá haber alianza. Tal como van las cosas hasta hoy, ese candidato común no puede ser sino una de dos personas: Vicente Fox o Cuauhtémoc Cárdenas.
Las encuestas muestran hasta ahora que de esos dos candidatos, el único que tendría posibilidades de ganar es Vicente Fox, dueño de una ventaja en las preferencias electorales que se antoja difícil de remontar para Cárdenas. Es por la contundencia de esa ventaja que el PAN decidió apostar públicamente por la alianza: porque en buenas cuentas políticas sólo su candidato podría encabezarla con posibilidad de ganar.
En el momento en que el PAN nacional se pronunció por la alianza, Fox aparecía con 37 por ciento de preferencias electorales y Cárdenas se había desplomado hasta 12. (El PRI, con Madrazo obtenía 46, con Labastida 43: encuesta del diario Reforma, julio 1999). La propuesta del PAN fue por eso que la candidatura se definiera en una encuesta: estaba ganada de antemano. La razón de la negativa de Cárdenas a someterse a ese método fue también obvia: aceptar las encuestas era entregarle la candidatura a Fox.
Cárdenas propuso entonces el método de las elecciones primarias, las cuales son un lío organizar y le dan el tiempo que necesita para ver si su imagen repunta con la campaña de publicidad lanzada hace unas semanas. De hecho, las preferencias por Cárdenas han empezado a repuntar, y según los encuestólogos ha mejorado cuatro puntos en el último mes.
Dadas todas las vueltas y hechas todas las reuniones, la solución al complejo crucigrama de la alianza sigue dependiendo de una cuestión sencilla, la más difícil de lograr: que Cárdenas acepte la candidatura de Fox o Fox la de Cárdenas. Y que definan un método para establecer esa concesión. La diferencia que hay entre ambos a propósito del método de elección de la candidatura, es en el fondo una negativa a la candidatura común. Por lo pronto, ninguno la quiere en las manos del otro ni va a correr el riesgo de que eso suceda.
La alianza tiene entonces ese aire de fantasma ambulante, que, como todos los fantasmas, produce más versiones que realidades, más ruido que nueces. Su destino no está, como se dice, en manos de la ciudadanía, ni depende de la voluntad política de los partidos de oposición. El destino de la alianza depende de los candidatos del PAN y del PRD, Vicente Fox y Cuauhtémoc Cárdenas, quienes definirán las cosas de acuerdo con sus propios criterios y en los tiempos que juzguen convenientes. Mucho tendrá que cambiar, no el país, sino la situación política y personal de estos dos candidatos, para que veamos a cualquiera de ellos unirse a la candidatura del otro.