Tráfico de cocaína, cargo en EU
contra esposa de jefe antidrogas
David Brooks, corresponsal, Washington, 6 de agosto * La esposa del comandante del grupo
militar de Estados Unidos en Colombia y
encargado de la asistencia militar a la campaña antinarcóticos en ese país sudamericano enfrenta cargos federales por "conspiración para distribuir narcóticos", informaron fuentes federales en
Nueva York, Washington y Miami.
Laurie Hiett, esposa del coronel James Hiett, quien hasta hace unas semanas fue el encargado de toda actividad militar estadunidense en Colombia, fue obligada la víspera, mediante una orden de detención, a presentarse a una corte federal en Brooklyn, Nueva York, donde fue acusada de "conspiración para distribuir narcóticos".
Fue liberada bajo fianza de 150 mil dólares y se le ordenó entregar su pasaporte, informó hoy a La Jornada el fiscal federal Lee Dunst, encargado del caso. Hiett, añadió Dunst, debe esperar ahora a que, dentro de un plazo de 30 días, un gran jurado determine los cargos criminales federales contra ella, lo que llevaría a su juicio.
El coronel Hiett solicitó ser retirado de su puesto cuando se enteró de las investigaciones sobre las actividades de su esposa, que se realizaron entre abril y junio pasados. El militar era el comandante del grupo militar (o Milgroup) de Estados Unidos, y estaba encargado de dirigir todas las actividades castrenses estadunidenses en Colombia, incluidas las operaciones anti narcóticos, informó el Comando Sur de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos. El coronel, insiste la milicia aquí, no está inmiscuido en el asunto.
Raul Duany, vocero del Comando Sur, indicó hoy a este diario que el coronel Hiett había ocupado este puesto por casi un año. Agregó que, al surgir las acusaciones, comenzó una investigación castrense que concluyó que "no existen pruebas de que el coronel estuviera involucrado" en las actividades de su esposa.
Sin embargo, ya ha sido sustituido como comandante del grupo militar estadunidense en Colombia, informó Duany, e indicó que se desconoce cuál será el próximo puesto que ocupará Hiett. Sin embargo, afirmó, para los militares "el coronel está limpio".
Los detalles
Según la "queja" criminal que generó la orden de detención, documento fechado el 25 de junio y cuya copia obra en manos de La Jornada, la señora Hiett envió por correo a Nueva York, desde la embajada de Washington en Colombia -mediante la oficina en la legación del sistema postal estadunidense, que ofrece servicio sólo a empleados estadunidenses y sus familias que trabajan en la sede diplomática-, por lo menos seis paquetes con 1.2 kilogramos de cocaína entre marzo y mayo de 1999.
A primera vista, la supuesta "conspiradora" no fue muy audaz en sus actividades. El 23 de mayo de este año un agente de aduanas en Miami realizó una inspección de rutina de algunos paquetes procedentes de Colombia, enviados desde la oficina de correos de la embajada de Estados Unidos con destino a Nueva York, y descubrió que uno contenía cocaína. Ese paquete tenía el nombre y dirección de Hiett como remitente.
Entre fines de abril y principios de junio, detectives de la policía de Nueva York, agentes del Servicio de Aduanas y de la División de Investigaciones Criminales del Ejército de Estados Unidos (CID, por sus siglas en inglés) comenzaron a colaborar en el caso. En mayo, las autoridades arrestaron en Nueva York a los dos individuos que recibían los paquetes desde Bogotá, los hermanos Hernán y Tilma Arcila.
Hiett, interrogada en dos ocasiones por la CID en Bogotá, a principios de junio, insistió en que no tenía conocimiento del contenido de los paquetes, ya que ella los envió como un favor al chofer de su marido, el colombiano Jorge Alfonso Ayala. Este había sido empleado de la embajada de Estados Unidos durante 15 años. Según ella, Ayala le pidió enviar esos paquetes a tres direcciones en Nueva York, pero aseguró que nunca le dijo lo que contenían.
Aunque subrayó que desconocía el contenido de los paquetes, todos de tamaño idéntico, Lauren Hiett admitió haber llenado los formularios de aduanas identificando el supuesto contenido de los mismos. Según las formas obtenidas por los investigadores, en diferentes ocasiones la mujer describió los contenidos como camisetas, dulces, un libro sobre Colombia, un regalo de cumpleaños y una vela de la embajada, entre otras cosas.
Según Hiett, envió el primer paquete en marzo de este año. Declaró a la CID que, en esa ocasión, Ayala pasó por ella y juntos llegaron en auto a la entrada de la embajada. El empleado se bajó del automóvil y se dirigió a un taxi, en el cual una pareja le entregó un paquete, el mismo que luego fue entregado a Hiett.
Ella ingresó a la embajada, envolvió el paquete, escribió la dirección que le proporcionó Ayala y después pasó a la oficina de correos de Estados Unidos dentro de la sede diplomática para hacer el envío. La mujer comentó que este proceso, en diferentes fechas para cada uno de los seis paquetes, se llevó a cabo de la misma forma.
Ayala, el chofer, cuenta algo diferente, según el documento de la "queja criminal". Declaró a los investigadores de la CID que "Hiett abusó de la cocaína" y que en ocasiones anteriores la esposa del coronel le había solicitado ayuda para conseguir el alcaloide (aparentemente para su uso personal), lo cual Ayala hizo al obtener paquetes de la droga en la Zona Rosa y de "una mujer desconocida en un taxi cerca de la reja de atrás" de la embajada estadunidense en Bogotá.
En un segundo interrogatorio en la embajada estadunidense de Bogotá, Hiett se comportó de manera "agitada", según el documento judicial. Consultada sobre las aseveraciones de Ayala en torno a la ayuda destinada a obtener cocaína para ella, Hiett negó la acusación, e insistió en su versión de los eventos. Poco después, pareció contradecirse al señalar que fueron tres y no seis los paquetes que envió. Pero en un momento durante este interrogatorio, declaró: "temo que ellos me maten". Más tarde, acusó a los investigadores de haber "fabricado" el asunto para ponerla en apuros, salió de la sala y se refugió en la oficina de su marido, en la misma embajada.
En junio, las autoridades en Nueva York presentaron la "queja criminal" contra la señora Hiett, el chofer Jorge Alfonso Ayala y Tilma Arcila. Hernán Arcila está detenido en Queens, en espera de su juicio, a finales de este mes.
El futuro inmediato
William Mullen, funcionario de la oficina de la fiscalía federal en Brooklyn, informó a La Jornada que la "queja federal" presenta la evidencia sobre la cual un magistrado ordena que proceda o no un caso y sobre lo cual se emiten las órdenes de arresto, lo que se cumplió el jueves en el caso Hiett. La segunda fase, ahora en marcha, es el desarrollo del caso federal al definirse las acusaciones formales contra Hiett y dos personas más vinculadas en el asunto por un gran jurado, el cual tiene un plazo máximo de 30 días a partir de ayer. El juicio, si procede, será en Brooklyn. Por ahora nadie informó del paradero del coronel Hiett. El Comando Sur, encargado de la presencia militar estadunidense en Colombia y la región, sólo dijo que aún no ha sido designado a su nuevo puesto.
Pero más allá de los detalles judiciales, el impacto político de este asunto es notable por la coyuntura en que ocurre. En julio, el zar antidrogas viajó a Colombia y declaró que la situación allí era "de emergencia", y propuso doblar el monto de asistencia militar a Colombia para enfrentar el narcotráfico a un total de más de 500 millones de dólares. Hoy, interrogado sobre el caso Hiett, Barry McCaffrey descartó que el asunto tenga algún efecto sobre los temas de la relación bilateral. La oficina del general no regresó llamadas en las que se solicitaba más comentarios al respecto.