La proximidad de las elecciones del 2000 ha llevado a la clase política a un nerviosismo sin precedentes, en medio de la estupefacción de la ciudadanía.
1. La represión del gobierno del Distrito Federal a los estudiantes en huelga de la UNAM (5 de agosto) es un hecho reprobable de extrema gravedad por lo que significa en lo político y que entrañará sin duda múltiples consecuencias en vistas al 2000. Los hechos son claros aún y cuando las autoridades y buena parte de los medios los traten de deformar o minimizar. Miembros del CGH realizaban una brigada de información, según relatan los reporteros de La Jornada (5 de agosto), cuando un grupo de porros de las autoridades apareció en actitud de franca provocación en un operativo coordinado por Gonzalo Moctezuma (abogado general de la UNAM), tras lo cual hicieron su aparición elementos del anticonstitucional Cuerpo de Granaderos, que durante varias horas se lanzaron a golpes y con saña contra los estudiantes, deteniendo a más de cien sin que ninguno de los porros fuese molestado.
2. Las políticas erráticas del gobierno de la ciudad ante el movimiento estudiantil, que culminaron con la represión ilegal a los jóvenes universitarios del miércoles 4, parte de que están más preocupadas por lo que digan los centros de poder financiero y la ``clase política'', que de las expresiones de la sociedad, aun y cuando como en este caso se manifieste en un movimiento legítimo que está defendiendo una de las mejores conquistas del pueblo mexicano: la universidad pública. Los voceros de los organismos internacionales y el propio Ernesto Zedillo, como se sabe, han sosteni- do de manera periódica la misma amenaza en el sentido de que no hay más camino que el del FMI, por lo que el partido que aspire a gobernar debe some- terse al neoliberalismo, y el PRD ha caído en esa trampa. John Reed (presidente del Citigroup) decía por eso en Los Pinos que el gran capital respaldará a la oposición ``si no hay un viraje económico'' (4 de agosto). La lógica equivocada seguida por las autoridades de la ciudad no es por lo tanto difícil de entender, ya que lo que busca es utilizar la huelga para enviar señales a los centros de poder financiero de que un gobierno del PRD sería funcional al neoliberalismo al mismo título que los del PRI o del PAN. De ahí esos oscuros arreglos con Barnés y la insistencia por ayudarlo, desconociendo las razones del movimiento estudiantil y la importancia que tiene para el país el lograr que se pacte un Congreso resolutivo en la UNAM para que la comunidad pueda discutir a su universidad. Ello sin desconocer, desde luego, que hay funcionarios del gobierno capitalino ansiosos de prestarle servicios a Labastida a través de Barnés.
3. El error de fondo del gobierno de Cuauhtémoc Cárdenas al interpretar lo que acontece en el país lo podría llevar a un desastre político en el 2000, pues las elecciones presidenciales las ganará quien logre movilizar al pueblo en torno a un programa radical de cambio y no quien se concite la benevolencia del capital financiero, que a fin de cuentas en México siempre ha votado por el candidato del PRI. Hugo Chávez ganó en 1998 de manera arrolladora la presidencia de Venezuela con el voto popular; no con el de las minorías.
4. La pinza de Labastida y Barnés ha tenido más astucia que todos los asesores del gobierno capitalino, y lo han llevado a dónde ningún gobierno democrático puede ir: a enviar a un cuerpo policiaco represivo, sin justificación alguna, a golpear y amedrentar a jóvenes que como los estudiantes de la UNAM han luchado con dignidad para evitar el desmantelamiento de su Universidad y que en todo momento han actuado en ejercicio de sus derechos cívicos. Y lo más grave de todo es que lo ha hecho para ayudar a las autoridades que han violentado un derecho constitucional fundamental y están todos los días tras- grediendo la normatividad universitaria: realizando procesos escolares espurios que constituyen un fraude para la comunidad universitaria y para el país.
5. ¿Para eso, se preguntan muchos, es que eligió la ciudad a un gobierno democrático?
6. Los historiadores dirán en el futuro qué tanto lesionó el prestigio del gobierno cardenista la represión del 5 de agosto, pero lo cierto es que al abrirse el escenario del gobierno de Cárdenas ha- ciéndole el trabajo sucio a Francisco Barnés --y por lo mismo a Francisco Labastida-- y aceptando cargar con el desprestigio, se cierran en vez de abrirse sus posibilidades para el futuro. Los funcionarios del gobierno capitalino deberían saber que una nueva represión o la toma de CU por la policía, con o sin el mandamiento de un juez, les cancelaría toda posibilidad para el 2000.
7. La represión no resolvió, por otra parte, el problema de la UNAM, como lo festejaran sus autoridades, sino que lo complicó, pues enrareció cualquier vía para la negociación, ya que al fin y al cabo el principal responsable de la violencia fue el propio rector, quien montó la provocación y llamó a la fuerza pública.
8. La decisión equivocada creó, por el contrario, un nuevo problema al gobierno capitalino, pues los estudiantes vejados, golpeados y heridos presentaron denuncias contra los policías por los delitos de lesiones, uso indebido de la fuerza pública, amenazas y abuso sexual, y éste se halla obligado a investigar tales hechos delictivos: a investigarse a sí mismo, y para ello hay evidencias. Las fotos de La Jornada y de Reforma son elocuentes de la barbarie policiaca, y ésta no debe quedar impune.
9. Los estudiantes pidieron el diálogo y el rector Barnés se negó a éste, y ahora se apoya en los granaderos, por lo que después de este deplorable episodio cabe preguntarse si pueden las autoridades seguir imponiendo de manera indefinida sus políticas por medio de la violencia.
10. La huelga en la UNAM es expresión de una amplia toma de conciencia de los jóvenes mexicanos, que no son lo que la propaganda mentirosa del régimen trata de hacer creer, y no podrá resolverse sino mediante el diálogo al que se siguen negando las autoridades por oscuros motivos políticos, dañando a la vida cultural del país y llevando al régimen a un desprestigio cada vez mayor.