``Si no es dedazo, ¿por qué Francisco Labastida se siente aludido? ¿Por qué ninguno de los otros dos (precandidatos) se siente aludido? Roberto Madrazo dice: `Un Madrazo al dedazo'. Pero, si no hay línea, ¿por qué Labastida se siente aludido? ¿Por qué no contestan los otros de la misma forma? ¿Por qué él sí?''.
Esa es la pregunta textual -tomada de la versión estenográfica del CEN del PRI- de un compañero reportero frente al presidente de la Comisión Nacional para el Proceso del Desarrollo Interno, Fernando Gutiérrez Barrios, cuando éste informó de la ``advertencia'' al tabasqueño por usar el lema de ``un Madrazo contra el dedazo'' en su campaña.
Cabe otra pregunta, tampoco respondida hasta el momento: ¿Qué es lo que molesta, lo del dedazo o lo del Madrazo?
Parece que la incomodidad es por lo segundo, aunque se hable de la posible connotación ``soez'' de la palabra madrazo (en el lenguaje popular, sinónimo de golpe muy fuerte), en la práctica parece que la inconformidad surge por el término ``dedazo'', pues el descontento no sólo se palpa en el equipo de Labastida, sino en altas esferas del gobierno federal, precisamente de donde se supone que surgían o siguen saliendo los dedazos'
Difícil saber si Madrazo planeó presentarse como la oposición dentro del sistema, pero en la práctica así sucede, y quienes se cuentan entre sus opositores dentro del sistema parecen empeñados en demostrar que efectivamente es el precandidato ``no deseado''.
De otra forma no puede dejar de interpretarse la incorporación de Esteban Moctezuma al equipo de campaña de Labastida. A pesar de la capacidad personal del ahora ex funcionario, en principio sobresalen las lecturas negativas de ese movimiento.
La primera conclusión está estrechamente vinculada con el distanciamiento oficial respecto del ``precandidato incómodo'' Madrazo. Aunque tal vez no haya sucedido así, Moctezuma está identificado como la persona que dentro del sistema entregó al PRD la documentación que involucraba al mandatario tabasqueño con cuantiosas transferencias económicas de empresarios que entonces eran modelo y ahora son ejemplo de actos delictuosos.
Esas ``donaciones'' no eran, en su tiempo, ilegales, pero sirven de instrumento político en contra de Madrazo, a pesar de que reiteradamente ha señalado que la mayor parte del dinero se transfirió a las cuentas del Comité Ejecutivo Nacional de su partido, es decir, se usaron para las campañas presidenciales, no para las estatales.
Tal vez resulte un poco exagerado, pero el ingreso de Moctezuma al equipo de Labastida resulta tan ofensivo para Madrazo como lo fue el nombramiento de Manuel Camacho como negociador del gobierno, a pesar de que se negó a reconocer a Luis Donaldo Colosio como candidato oficial del que entonces era su partido.
Pero tal vez lo más grave para Labastida y para su grupo de colaboradores, es que la llegada de Moctezuma evidencia los problemas internos. Si su equipo hubiera trabajado con toda la eficiencia que era deseable, no habría razón para que el presidente Ernesto Zedillo abriera un hueco en su propio cuerpo de colaboradores.
Otra ``coincidencia'' ayer fue la enfermedad que afectó a Madrazo, al grado que estuvo obligado a suspender sus actos, en especial uno masivo que le habían preparado en Tulancingo, Hidalgo.