Los sueños pintados
Octavio Paz
Alberto Gironella es pintor de nacimiento: piensa, siente y habla en líneas, colores y formas; asimismo, y con la misma fatalidad, es un poeta al que su imaginación lo lleva más allá de la vista. Sus ojos de pintor sirven a sus obsesiones: sus cuadros son obvisiones. Su imaginación no se contenta con presentar: quiere decir y, con frecuencia, dice. Pero lo dice sin caer jamás en la literatura y fiel a sus propios recursos plásticos. La pintura de Gironella no cuenta ni relata, es una descarga de imágenes que provoca en el espectador otra descarga. No es una pintura para leer, como la de muchos de sus contemporáneos; es una pintura que, al mismo tiempo, debemos ver y oír. A través de esas imágenes mudas habla la otra voz, la voz que no oímos con los oídos sino con los ojos y con el espíritu. Por eso no es accidental el interés maravillado con que André Breton saludó la primera exposición de Gironella en París, hace ya cerca de 20 años: en esos cuadros el poeta francés reconoció la misma pregunta que el surrealismo se había hecho. La misma pregunta, no la misma respuesta. Fue un reconocimiento en la diferencia.
Ť Con motivo de la exposición antológica Esto es gallo. Alberto Gironella exhibida en el Museo Tamayo, de agosto a octubre de 1984, se publicó un catálogo del cual reproducimos fragmentos de la autoría de Octavio Paz, Carlos Fuentes, Carlos Pellicer y Juan Rulfo