Entre la pintura, la literatura y la paráfrasis/ I
Lelia Driben
Entrevista realizada en 1985 y publicada en el número 11 de la revista México en el arte
Como salida de una hoguera de sueños, la obra que Alberto Gironella ejecutó durante los últimos 40 años constituye, a pesar de sus altibajos, una de las propuestas y logros más importantes con que cuenta el patrimonio artístico mexicano contemporáneo.
Fundada en gran medida a partir de una actitud parafraseadora, esta producción se bifurca en distintas series ųLas meninas, reina Mariana, El pudridero, Noche fantástica-tauromaquia, El sueño del caballero, etcéteraų cuyo vigor, ora corrosivo, ora espléndido e irónicamente joyante, componen un alto homenaje a Goya, Velázquez y Valdés Leal, sobre todo.
Paráfrasis y desfloramiento, desde las formas, iconos y densidades matéricas que componen sus bastidores, Gironella saca a la luz, asimismo, los aspectos oscuros y degradados ųaquellos que la historia oficial ocultaų de una corte, la de Felipe IV en el siglo XVII español, que ya anuncia la decadencia de su especie.
La siguiente entrevista aborda, en parte, las series antes mencionadas y recupera algunas zonas biográficas del pintor. Quien lea estos párrafos podrá comprobar de qué manera su vida y su arte están permeados por múltiples referencias literarias y culturales.
Con su voz grave y fuerte, esa mezcla de hombre refinado y cavernario que es Gironella desgrana tales referencias intercalando, aquí y allá durante el transcurso de la larga plática, un rosario de bromas sin que su rostro asome más que una tenue sonrisa no exenta de picardía.
Más allá del surrealismo
ųDe tu obra se sostiene que es surrealista. Creo que hay pautas de ese movimiento en ella, pero creo que más surrealista es un personaje llamado Alberto Gironella.
ųSoy tan surrealista como barroco en mi trabajo. Mi relación con el surrealismo es un tanto superficial. Claro, como fui acogido por Breton, quedé marcado a los ojos de los demás como surrealista. Lo mío va más atrás, más lejos.
ųPienso que tu pintura posee rasgos del arte y la cultura mexicana.
ųBueno, es que mi pintura es mestiza: ese es el problema. El mexicano puro no existe, es una mezcla de todas las razas, de todos los grupos étnicos indígenas con los españoles que a su vez llegaron revueltos: judíos, vascos, andaluces. Una de las razones por la que se aduce que soy español es mi postura, única en la historia del arte mexicano contemporáneo, de volver los ojos hacia España y no hacia Francia, como han hecho todos los demás.
ųOtro comentario que se escucha con frecuencia es que eres muy arrogante.
ųLlega a tal grado mi arrogancia que me burlo de mí mismo. Por ejemplo, cuando firmo y pongo Barón de Beltenebros junto al signo de alfa y omega; es la sigla de Jesús: conmigo es el principio y el fin de todo. Está la soberbia, sí, de acuerdo, pero mezclada con el humor.
ųY con el juego.
ųY con el juego. Ahí tienes la palabra ultramarino. Ultramarino es el soneto puesto que es un invento italiano que Boscán lleva a España y Garcilaso le da forma. Cuando en uno de los festivales cervantinos de Guanajuato puse un ''Ruedo Ibérico, ultramarino", Rodolfo Echeverría ųque era entonces presidente del patronato de ese actoų se acercó y me dijo: ''šHombre, a ver, Ƒpor qué le pones ultramarino?", ''pues porque el Quijote es ultramarino", le contesté. Y sí, el Quijote vino del otro lado del mar, así como se llevaron el chocolate y las patatas. También nuestra lengua es ultramarina, yo no tengo la culpa de que se confunda a este término con una lata de sardinas, pero aprovecho eso para hacer una broma: añado una lata de sardinas a la reina Mariana y las dos cosas son ultramarinas.
ųPero la lata de sardina tiene en tu obra otros significados, otras reminiscencias.
ųEfectivamente, funciona como una reliquia, es decir, como el resto de algo.
ųƑY qué es ese algo?
ųEs toda mi infancia, con mi padre que me llevaba a las tiendas de abarrotes, de ultramarinos, en el centro de México, en donde yo veía los escaparates, con esos tesoros que venían del otro lado del mar. En España sucede lo mismo: las tiendas de comestibles se llaman ultramarinos; están esperando todavía los galeones cargados de tesoros de Indias. Ahora, cuando estuve en Cádiz, me di cuenta de que era yo un elemento ultramarino en Cádiz.
ųƑEn qué lugar de esta ciudad naciste?
ųEn una pequeña clínica de la colonia Santa María, un 26 de septiembre de hace 55 años. Cuando nací mi padre salió corriendo a comprar unas cajas de puros, tomó el tranvía que diariamente hacía el recorrido hasta su lugar de trabajo y regaló puros a todos los que viajaban con él.
ųHáblame de los sitios de tu infancia, cómo era la cosa...
ųLo que más recuerdo es el quiosco de la Alameda, de estilo mudéjar, enfrente del Instituto de Geología. Vivíamos en la privada del sidral Mundet, que aún existe; por esa época estaba destinada a ciertos empleados de confianza de la fábrica; ésta, a su vez, fincaba con el barrio de Nonoalco. En cuanto a la casa era un tanto sombría, con dos plantas y una escalera de madera; debajo de ella, que hacía las veces de bodega, mi padre guardaba en un costal los sellos repetidos, porque siempre fue filatelista. En ese costal se escondía presuntamente la pantera con la que nos amenazaba cuando mis hermanos y yo nos portábamos mal.
Festín a Buñuel
ųCuenta los entretelones del homenaje a Buñuel cuando cumplió 75 años.
ųFue en febrero, él iba con el siglo. Por el periódico me enteré que había rechazado el intento de homenaje del Museo de Arte Moderno de Nueva York, de la cineteca de París, de España y de la Casa de las Américas cubana. Entonces le hablé por teléfono. ''šHombre, Luis, todo el mundo te quiere celebrar por tus 75 años y tú te niegas; qué tal si yo te hago la fiesta!". Su respuesta me dejó sorprendido: ''Si tú la haces sí, pero sólo con unos cuantos amigos, ya sabes que no me gustan las multitudes". Pero cometí la imprudencia de contárselo a Carlos Fuentes, que es como hablar con una tumba. En esos días se realizaba en México uno de esos congresos por la libertad de no sé qué, uno de esos actos en los que todo el mundo firma y no sirven para nada. De ahí que coincidieron aquí Matta, Cortázar y García Márquez.
El proyecto llegó a oídos de Rodolfo Echeverría ųdirector del Imcineų, quien me llamó porque quería participar. ''No sólo vas a participar, vas a producir ųle dijeų: el cine mexicano le debe mucho a Buñuel, así es que bien vale el gasto". Días después me llamó su secretaria para que le diera la lista de lo que haría falta. "Coja un lápiz ųcontestéų y apunte: dos pianos de cola, tres burros muertos, 50 borregos vivos, la cámara con la que Buñuel filmó Los olvidados, unas hormigas que ya le avisaré de qué tipo. En ese homenaje, el Festín a Buñuel, estuvieron reunidos muchos elementos de mi quehacer artístico. Y es que la marca de Buñuel es muy poderosa en mi obra.
Los Zapatas de Gironella, obra realizada en 1972