ALIANZA PAN-PRD: EL FACTOR FINANCIERO
El impulso logrado en días recientes por el proyecto de establecer una alianza electoral que agrupe a las principales fuerzas opositoras del país ųPAN y PRD en primer lugarų se ve acrecentado, en forma sorpresiva, por la declaración de Ernesto O'Farril, presidente de la consultora Bursamétrica, en el sentido de que una victoria de esa posible coalición en los comicios del año entrante beneficiaría a los mercados financieros y generaría una reacción de "euforia" entre los inversionistas, toda vez que éstos leerían tal triunfo como un avance democrático para el país.
Tal señalamiento resulta inesperado por cuanto el capital financiero y sus instituciones de consultoría, prospectiva y análisis, cuando se han manifestado en torno al escenario político lo han hecho, casi invariablemente, para respaldar la continuidad priísta. Resulta inevitable recordar, en este punto, las profecías catastrofistas formuladas al calor de las campañas electorales de 1997 por el ex líder de los banqueros, Antonio del Valle, quien pronosticó el advenimiento de una crisis económica de grandes proporciones si el hoy jefe de Gobierno del Distrito Federal ganaba la elección. No fue el único, pero aquel exabrupto resultó emblemático del tono general de la iniciativa privada y, particularmente, del sector financiero, ante esos comicios históricos.
Las tradicionales posturas oficialistas de los operadores del capital y de sus analistas pueden explicarse por el hecho de que, desde 1982 a la fecha, los sucesivos gobiernos surgidos del Revolucionario Institucional se han empeñado en favorecer ųen detrimento del resto de la sociedad y hasta llegar al saqueo nacional, como en el caso del Fobaproaų precisamente a los sectores financieros nacional e internacional, aunque la lógica política del sistema determine que las lunas de miel de los inicios sexenales entre el Ejecutivo federal recién ungido y el sector privado se transformen, en las postrimerías del mandatos, en recriminaciones mutuas que se expresan en forma verbal o en fugas masivas de capitales.
Con todo y sus altibajos cíclicos, la alianza histórica referida ha pasado por alto el hecho de que las crisis económicas de 1976, 1982, 1983-1987 y 1995 han sido provocadas, a fin de cuentas, por gobiernos del PRI, y que en ellas han sido afectados incluso aquellos a quienes, desde el régimen de Miguel de la Madrid en adelante, se pretendía beneficiar, es decir, los propios magnates financieros.
Desde esta perspectiva, resulta inevitable que los cerebros del capital se rindan a la evidencia de que un triunfo opositor difícilmente podría generar catástrofes económicas peores que las causadas por los priístas y que, por el contrario, un episodio de alternancia en el poder crearía las condiciones propicias para establecer mecanismos confiables de control y fiscalización de las finanzas públicas, sería una señal de madurez democrática nacional y fortalecería, con ello, la estabilidad económica del país.