n Severos problemas estructurales presenta el Hospital General de Apizaco, acusan empleados
n El techo se chorrea y el drenaje se bota
n Solicitan la intervención de Protección Civil para realizar un diagnóstico
n Consideran que pueden provocarse daños a los pacientes que son atendidos bajo estas circunstancias
n Manifiestan incumplimiento en la labor de los médicos

  El deterioro en el Hospital General de Apizaco

Rosario Flores Sánchez n

Inaugurado el 11 de marzo de 1986, el hospital de Apizaco, a trece años de distancia, se encuentra totalmente deteriorado, a grado tal que su techumbre es una lona de circo, y sus pisos una laguna de oxidación. Funciona bajo el riesgo de que "los pacientes se contagien, ocurran accidentes o muertes por contaminación o falta de equipo", señala un grupo de trabajadores que hicieron llegar un documento a la redacción de La Jornada de Oriente y aceptaron una entrevista con esta reportera y cuyos nombres se omiten, pues afirman que "sabemos de las represalias de que son objeto quienes se atreven a elevar su queja a una autoridad".
Este grupo de trabajadores afirma que "originalmente el hospital estaba diseñado para proporcionar dos tipos de servicio. Por un lado, se convertiría en el hospital del centro de salud que funcionaba con 10 camas; y por el otro, sería un centro de rehabilitación física". Según ellos, por intereses de carácter político, "se decidió eliminar la zona de rehabilitación y ampliar el hospital de 30 a 60 camas, destruyendo toda la infraestructura hidráulica, eléctrica y conectores de la zona de rehabilitación".
Refieren que el área destruida se reacondicionó como espacio para la atención pediátrica neonatal, además del almacén general del hospital. "La reconstrucción fue el primer síntoma de que las cosas no funcionarían para tal fin, y, desde su inauguración, el Hospital General de Apizaco presentó muchas fallas estructurales".
Comienzan los problemas
Los trabajadores -algunos de ellos laboran en el sistema de salud desde hace mas de quince años- refieren que "a tres años de inaugurado comenzaron a agudizarse los problemas. En cada temporada de lluvias el hospital parecía coladera"; los directores reportaban esta situación y pedían que se hiciera efectiva "la póliza de daños por vicios ocultos", que les habían informado como existente, pero las autoridades sólo "enviaban cubetas para ponerlas bajo las goteras". Esto se convirtió en un círculo vicioso, hasta que en estos años fue imposible trabajar y hubo de resolverse poniendo una lona por encima del techo del hospital. Hoy es inevitable que este nosocomio parezca un circo de temporada.
Pero no sólo por la parte de arriba se tienen problemas, también en el subsuelo. "En razón de que el sistema de drenaje y alcantarillado del hospital no tiene el volumen que se requiere para soportar el doble de su capacidad originalmente instalada, hace algunos años reventó y toda la zona de encamados amaneció llena de aguas negras".
Las goteras y las inundaciones en esta temporada de lluvias han estropeado algunas zonas de atención, los quirófanos, neonatos (recién nacidos), algunas zonas de archivo, consulta externa y almacén. "Ello pone -dicen- en riesgo a cualquier paciente que sea atendido en este tipo de servicios. Además de mantener latente las posibilidades de contagio o contaminación de los pacientes y trabajadores".
La infraestructura humana
Si la infraestructura física se chorrea y el drenaje se bota, los recursos humanos no andan mejor. Comentan que "el hospital funciona con médicos internos de pregrado, médicos residentes, pasantes de enfermería y estudiantes de enfermería. Cuando no hay este personal, siempre se niega el servicio, porque no se cuenta con el recurso indispensable". Sin embargo, en reunión con la directora General de OPD, "el personal médico se comprometió a sacar el trabajo, para no ser trasladados a otra institución, mientras se repara el edificio. ¿Por qué tanto compromiso y preocupación de los médicos?", se preguntan, y señalan como respuesta: "Porque si se van a otro lado, no podrán asistir al trabajo que hacen de manera privada, como lo hacen cotidianamente en los horarios de servicio que tienen asignados en el hospital".
Los trabajadores señalan que "es tradición que los médicos especialistas que trabajan en el hospital de Apizaco dejen su trabajo a cargo de los residentes y pasantes, mientras ellos se dedican a atender a sus pacientes en clínicas y hospitales particulares o a los suyos, con el pretexto de que en en el servicio público no se cuenta con los recursos para su atención".
Aseguran que no obstante que "los médicos deben entrar a trabajar a las ocho de la mañana, casi nadie lo hace, aunque aparezcan checadas sus tarjetas a esa hora", y amplían señalando que "aproximadamente a las nueve de la mañana entran los del turno matutino; se informan de lo que hay, si tienen ganas atienden y si no, dejan que los pacientes se aguanten sus dolores hasta el siguiente turno. Hay ocasiones en que un paciente ha tenido que soportar los dolores durante tres turnos, porque ninguno lo quiere atender. Sin embargo, cuando son requeridos por sus consultorios, clínicas o hospitales particulares, inmediatamente acuden al llamado".
Algunos trabajadores de base señalan que "el actual director general del hospital de Apizaco fue candidato del Partido del Trabajo a la presidencia municipal de Apizaco, y que esta participación fue lo que le permitió recibir como premio de consolación la dirección del Hospital General". Pero esta filiación no se ha reflejado en la atención al servicio del pueblo, sino que él mismo ha mantenido las prácticas de lo privado.
"Hace aproximadamente tres semanas el director del hospital de Huamantla llamó al director del hospital de Apizaco, solicitando una ambulancia para el traslado de un paciente. El director de Apizaco no estaba, dejó dicho que estaría en una clínica particular. El director del hospital de Huamantla reportó el hecho a la doctora Cellis -directora de Salud OPD-. Esta se trasladó a Apizaco y le informaron de la situación. Acudió al hospital privado que le indicaron, encontrándose con que efectivamente, en horario de trabajo, el director realizaba servicios particulares".
El valor de la palabra
"Todo lo antes dicho hace que la atención al público se vea afectada, por la actitud de nuestras autoridades de pretender que continuemos trabajando en el mismo lugar, dicen los empleados, sin omitir tampoco mencionar que Protección Civil del estado debió, desde hace mucho tiempo, elaborar un diagnóstico real del edificio y emitir un fallo que conozcan los trabajadores, así como nuestras autoridades" y concluyen afirmando que "pedimos respetuosa, pero inquebrantablemente que, de no creer en nuestra palabra, retiren el enlonado de circo que cubre el hospital y, después de la ultima lluvia, ya retirado, nos visiten las autoridades correspondientes para que constaten toda la información que aquí se ha vertido".
La Jornada de Oriente, Martes 3 de Agosto de 1999

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