n Velan con armas de fuego y machetes la seguridad de la población


Hartos del hampa, vecinos de Tulyehualco

Sandra Palacios Zarco n A partir de las 23:00, en Tulyehualco, los jefes de familia, con pistola o machete en mano, y con radios de comunicación, dejan su hogar y sacrifican el sueño de toda una noche para darles protección a sus familias.

Mientras las mujeres y los niños descansan, ellos se reúnen en las calles 16 de Septiembre y Enrique Guzmán, en la segunda sección de los Cerrillos, y en Melchor Ocampo e Ignacio Zaragoza, la zona de la Barranca, para vigilar.

Otros de los barrios y colonias en donde también se concentran son El Chinito, La Barranca, Cacalote, San Sebastián, Cerrillos 1, 2, y 3, San Isidro, La Conchita, San Felipe, Las Mesitas y El Sacrificio, tan sólo por mencionar algunos de los puntos. No obstante, cualquier esquina, calle y punto más alejado de este lugar se encuentra vigilado.

La primera calle que da acceso a Tulyehualco es 16 de Septiembre. En ese punto se colocan hombres pasadas las 23:00, y aprovechan la oscuridad de la noche para pasar desapercibidos ante la presencia de posibles maleantes.

En caso de que algún auto entre en el territorio éste es vigilado por los vecinos, quienes informan a los vigías de los movimientos que realiza y de los lugares que visita.

De no tener un rumbo fijo, los interceptan y les preguntan a sus tripulantes qué hacen ahí, a quién van a visitar, y después de conocer los datos deciden si avanzan o si lo sacan del territorio vigilado.

Las mujeres les llevan café en la madrugada a sus hombres, con el fin de que mitiguen las desveladas y la bajas temperaturas.

reten Otra forma de comunicación entre los vecinos para alertar sobre un posible peligro es con las lámparas de largo alcance.

Cuando prenden y apagan las lámparas es señal de que algo extraño pasa, y de inmediato se comunican por los radios de comunicación y acuden a apoyar a quien lo solicita.

 

Una noche en el poblado

 

Las calles son oscuras, y en 16 de Septiembre, sección de los Cerrillos, los hombres llegan de zonas alejadas.

Es un sábado de fiesta y, sin lograr ubicarla, se escucha una música guapachosa. La aparente tranquilidad se rompe con las detonaciones de balazos. Todos se ponen nerviosos.

"Vámonos al punto siete, es el punto siete el del problema", se dicen entre los vigías. No obstante, pronto vuelven a comunicarse: "Falsa alarma, no hay peligro, todo está bajo control". Y la gente regresa a sus posiciones.

A pesar de que a este poblado lo integran sólo doce colonias, la gente insiste: "Vivimos en un infierno grande".

Localizado al oriente de Xochimilco, Tulyehualco tiene antecedentes de ser una población caracterizada por la organización y la unión.

"Hace 20 años llegó a vivir gente de fuera y comenzó la desunión. Dejamos que las autoridades hicieran con nuestro pueblo lo que se les antojara, y eso terminó con esta ola de inseguridad. Otra cosa que nos ha molestado es que teniendo 20 pozos de agua la que consumimos es tratada y de otro lugar. Aquí hicieron lo que quisieron, pero ya no más", advierten los de este rumbo.

De la situación que se vive, la delegada, Estefanía Chávez, y la coordinadora de Seguridad Pública de Xochimilco, Ivón Ramos, insisten en que este territorio no es de peligro, pues Tepepan, San Gregorio Atlapulco, San Bartolo y San Francisco son áreas que presentan mayor incidencia delictiva.

No descartan que ante los tiempos políticos que están en puerta haya alguien detrás de este movimiento.

La delegación dijo que podrían ser José Luis Velázquez e Ignacio Fregoso, este último coordinador territorial del poblado, elegido por los habitantes, los organizadores de esta "rebelión".

No obstante, los pobladores descartan la posibilidad de liderazgo e intereses políticos en su movimiento. Además de organizarse para evitar los asaltos, intentan prevenirlos, dijeron.

Los de aquí somos gente tranquila, trabajadora, honesta y deportista, indicaron, y este pueblo se ha caracterizado por abrigar a deportistas, campeones olímpicos y deportistas destacados como Rafael Saldaña, Pedro Santa María, Horacio Saldaña y Sergio Beltrán.

 

Primero unos cuantos, y luego todos

 

La problemática de Tulyehualco comenzó con el asalto a la casa de la familia López.

De aquella noche de tragedia cuentan que un grupo de maleantes, armados con pistolas de grueso calibre, se introdujo a ese hogar, y no conformes con llevarse las pertenencias más valiosas, abusaron sexualmente de las mujeres y, tranquilamente desayunaron en ese lugar. Luego, "como si viniera el diablo", se desató la inseguridad.

De este hecho, los afectados iniciaron guardias cerca de su zona para impedir el regreso de los maleantes. Algunos de los vecinos de su calle los apoyaron, luego el pueblo se organizó para vigilar las doce colonias.

Y aquel poblado tranquilo que conocieron sus lugareños se convirtió en zona peligrosa, pues de un mes a la fecha los asaltos a casa-habitación y de automóviles, así como violaciones, se han presentado, enfureciendo a los hombres.

El último hecho delictivo se vivió la semana pasada: una tienda de abarrotes fue el sitio que escogieron los delincuentes y dejaron a la población de los Cerrillos temerosa.

La gente no confía en la policía, dicen que es insuficiente el número de agentes asignados. "Teníamos cerca el Agrupamiento a Caballo de Tláhuac, pero Ƒte imaginas? Con la violación de unas jovencitas en ese lugar, Ƒqué seguridad tenemos para que nos protejan? Mejor nosotros vigilamos. No estamos jugando: traemos armas y las utilizaremos si atacan a nuestra gente".