n Comenzó de manera formal la campaña por la candidatura del PRI a la Presidencia


Labastida: no traigo dinero sucio; fin a imposiciones, exige Madrazo

n Represento la mejor alternativa, insiste Bartlett; ningún voto fuera de la ley, solicita Roque

Enrique Méndez y José Gil Olmos n Al iniciar de manera formal la campaña por la candidatura presidencial del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Roberto Madrazo Pintado y Francisco Labastida Ochoa confrontaron posiciones de nuevo. Mientras el tabasqueño advirtió que "cada acto de la vieja cargada atenta contra el voto libre" y que ello llevaría al tricolor a la derrota, "sin remedio" -"algunos quieren que la gente vote, pero que no elija"-, el sinaloense condenó "los financiamientos vergonzantes", y afirmó que en su historial político no hay "dinero sucio, manchas ni mentiras o sensacionalismos".

Ante la cúpula y la estructura priístas -no se invitó a gobernadores ni a secretarios de Estado-, los otros dos precandidatos esbozaron discursos de menor perfil. Sólo Labastida y Madrazo declararon su intención de llegar a la Presidencia de la República.

Manuel Bartlett Díaz se dedicó a presentar su currículum -para "acreditar" su capacidad para gobernar- y a aclarar que del sexenio salinista, en el que fue secretario de Gobernación, salió "con las manos limpias, en paz y sin haber vulnerado ninguna libertad".

Humberto Roque Villanueva improvisó. Acodado en el atril, convocó a los otros precandidatos a respetar "cabal y puntualmente" las reglas de la contienda, subrayó que los cuatro son responsables de la "legalidad y transparencia" del proceso y, parafraseando a Luis Donaldo Colosio, dijo que el 7 de noviembre no debe haber "ningún voto fuera de la ley".

El banderazo de salida para los cuatro precandidatos fue planteado como un "acto de unidad", el cual se transmitió en vivo, por televisión, desde el auditorio Plutarco Elías Calles de la sede nacional priísta.

La directiva nacional, de nuevo, cuidó las formas. Además de que previó que la ceremonia no se empatara con el juego de futbol, a cada uno se le concedieron siete minutos para presentarse, en orden alfabético, ante los priístas y los televidentes.

Así, los cuatro desgranaron su oferta entre los discursos de Fernando Gutiérrez Barrios, presidente de la Comisión para el Desarrollo del Proceso Interno, y del dirigente nacional de ese partido, José Antonio González Fernández.

 

Lapsus del tabasqueño; sana

cercanía, plantea el sinaloense

 

En un discurso de contrastes, Labastida Ochoa expresó su "dolor" de ver un México pobre y en crisis, pero su crítica a la política económica no fue más allá de una sola frase: "El gobierno debe estar al servicio de la gente y no al servicio de los indicadores macroeconómicos". Incluso, alabó el "patriotismo y honestidad" del presidente Zedillo, a quien atribuyó el haber vencido "la peor crisis económica de este siglo y encabezar el proceso de democratización".

El acento lo puso en el ámbito de la competencia interna y en deslizar los "pecados" de sus contrincantes.

Aunque él mismo ha recibido apoyos considerados "irregulares" por sus adversarios, Labastida Ochoa condenó "los financiamientos vergonzantes que obligan a componendas en lo oscuro y de espaldas a la nación, para mantener los privilegios de unos cuantos". Aseguró que llega a esta campaña "con las manos limpias y la frente en alto", con una "vida de servicio" que así lo avala.

Para establecer una diferencia entre su pasado político con los otros precandidatos, advirtió: "No traigo dinero sucio, no traigo manchas en mi pasado, no traigo mentiras ni sensacionalismos. No traigo demagogia".

Señalado como el "candidato oficial", Labastida precisó que es aspirante por "propia voluntad y méritos propios" y, a diferencia de la relación que pretendió establecer el presidente Ernesto Zedillo al inició del sexenio con el tricolor, ofreció: "Quiero con mi partido la más sana cercanía".

Delineó como su propuesta de campaña, que iniciará esta semana en Jalisco y Chiapas, "un cambio con responsabilidad, honestidad, sin saltos al vacío, sin engaños y sin miedo. No estoy de acuerdo con el cambio por el cambio. Con la promesa fácil para engañar al pueblo. Eso es demagogia".

Enseguida, y por contraste con el mensaje del "nuevo PRI" que quiere vender la directiva del tricolor, Roberto Madrazo demandó: "šYa basta de imponer candidatos a la gente, cuando quiere elegirlos! šYa basta de abandonar a los priístas después de haberlos usado y de defraudar a algunos sectores de la sociedad que nos ayudan y después no los ayudamos!"

Las derrotas del PRI, subrayó, surgen "de los saldos de la imposición", y advirtió que "cada hecho de simulación, de la vieja cargada, nos llevaría sin remedio a la derrota en el 2000". Y de ello, dijo, serán responsables "todos, todos" los priístas.

Con su actitud, un grupo de madracistas contradecía, afuera del auditorio, el mensaje de su candidato. Ahí estaba su propia cargada: "šMadrazo sí, dedazo no!"

Más que al auditorio, el gobernador con licencia de Tabasco, que hoy inicia campaña en Villahermosa, habló para la televisión y, sin duda, estaba nervioso. Al hablar de que el tricolor tiene hoy la oportunidad de remover los obstáculos hacia el 2000, cometió un gazapo y habló de "renovar" esos obstáculos.

Enfatizó que en esta contienda hay quienes "quieren que la gente vote, pero que no elija", pero acotó que el partido "nunca más debe aceptar negociaciones que sacrifiquen a nuestra gente ni ceder espacios gratuitamente".

Suprimió algunos párrafos de su discurso, pero quiso destacar uno: "Creo en un gobierno honesto, que combata a fondo y de raíz la corrupción, la complicidad y la impunidad". Esta vez no utilizó su eslogan de campaña, pero cerró: "Quiero ser presidente de México. Estoy listo, ustedes deciden".

 

El poblano: del futuro, mi programa;

asumí el costo de la crisis: el coahuilense

 

Primero y último en los discursos, Manuel Bartlett y Humberto Roque se proclamaron héroe de la democracia, uno, y mártir de la crisis económica de 1994, el otro.

El poblano se arrogó la paternidad del método de elección directa del candidato a la Presidencia de la República, y convocó a los electores a "analizar alternativas". Incluso, en tono convencido, sostuvo: "Soy el candidato de un México vivo. Represento la mejor alternativa, ofrezco el mejor programa. Mi propuesta es el programa del futuro".

Para demostrar que es el "mejor", diseccionó su vida política de 35 años, desde que participó en la campaña presidencial de Gustavo Díaz Ordaz, hasta su paso por las secretarías de Educación y Gobernación y la gubernatura de Puebla.

"Toda mi vida he sido un servidor público honrado. Ofrezco un partido ganador, he conducido campañas triunfadoras y unificado a los priístas. No expreso lo que se puede hacer; ofrezco lo que ya hice. Con hechos acredito mi capacidad, demuestro la firmeza de mi palabra", expresó.

Finalmente, Humberto Roque reiteró su convocatoria a realizar una campaña de debate y austera. Sin un discurso en las manos, retomó algunos aspectos de los otros tres precandidatos, y en referencia al elogio que Labastida le hizo a Zedillo por "vencer" la crisis económica, quiso presentar su desgracia política como un "atributo".

"Recuerdo que yo asumí el costo político de esa crisis, presidiendo orgullosamente este partido". En 97, luego de que el PRI perdió la mayoría en la Cámara de Diputados, se le envió a un cargo de poca monta: la dirección de Aseguradora Hidalgo.

Ayer mismo, Bartlett y Roque viajaron a sus respectivas entidades, Puebla y Coahuila, para arrancar sus campañas. Luego de la ceremonia en el tricolor, Labastida inició en la esquina de Insurgentes y Sullivan el reparto de propaganda y la pega de calcomanías. Por unos instantes abordó un globo aerostático que se elevó un metro y después se retiró.