La Jornada lunes 2 de agosto de 1999

TULYEHUALCO: SEÑAL DE ALERTA

SOL La tensa situación en Tulyehualco, población ubicada en la delegación capitalina de Xochimilco, constituye un motivo de alarma y debe suscitar la reflexión, tanto de las autoridades locales y federales, como de la ciudadanía en general.

En Tulyehualco los habitantes decidieron defenderse por sí mismos de una ola delictiva que consideraron excesiva e intolerable y, para ello, establecieron guardias nocturnas -compuestas por padres de familia armados de pistolas y machetes, y provistos de instrumentos de radiocomuni- cación-, que vigilan las calles de acceso al poblado. Y aunque resulta cuestionable -y hasta ilegal en algunos casos- restringir el tránsito de personas en la localidad y asumir funciones de seguridad pública, reservadas por la ley a las instancias oficiales competentes, la determinación de los pobladores de Tulyehualco revela una profunda desconfianza hacia la autoridad y una comprensible exasperación ante el crecimiento de la delincuencia y la impunidad.

El hecho de que los ciudadanos hayan decidido asumir tareas que corresponden a la policía capitalina, es un indicador de los elevados riesgos que se corren si los organismos de seguridad pública y de procuración e impartición de justicia no son capaces de controlar y sancionar, de manera efectiva, a las bandas criminales que operan no sólo en esa zona de Xochimilco, sino en gran parte de la ciudad de México y del país.

Según las autoridades de esa demarcación, no se descarta que los conflictos registrados en Tulyehualco tengan su origen en motivaciones políticas no clarificadas, circunstancia que ha sido rechazada por los habitantes del lugar. Sin embargo, más allá de las causas o los razonamientos que condujeron a una comunidad a armarse para defender su patrimonio y su integridad física, es evidente que la sociedad espera mucho más de las autoridades en materia de seguridad pública. Pese a los innegables avances logrados en este ámbito en los años recientes y a los considerables vicios y lacras heredados del pasado, todavía es mucho lo que falta por hacer para satisfacer las exigencias ciudadanas y para establecer un clima de seguridad y confianza en la capital de la República.

Afortunadamente, en Tulyehualco no se han registrado actos irracionales y bárbaros como los que, en años recientes, han tenido lugar en otras partes de la República, cuando ciudadanos, llevados por la indignación y la brutalidad, han cometido linchamientos y ejecuciones extrajudiciales violatorios de la ley y de los derechos humanos.

Las autoridades capitalinas harían bien en acercarse a los pobladores de Tulyehualco, escuchar y atender con prontitud sus demandas y establecer las medidas necesarias para frenar la criminalidad y el temor que condujo a esa comunidad a establecer medidas extremas y equivocadas para defender a su familia y sus bienes.