El acceso de las mujeres al conocimiento


Pedro Bosch y María Isabel Galán

Maldiciendo va el buen rey
una mala maldición:
"šMal haya tripa de madre
que tantas hijas parió!,
parió siete hijas hembras
sin ningún hijo varón."

 

Mujer guerrera (Rodas)
Poesía tradicional de los judíos españoles
Recopilación de Manuel Alvar. Porrúa, México, 1966

Se dice que este siglo ha sido, y con justa razón, tanto el siglo del conocimiento como el de las mujeres. Es más, se podría afirmar que ha sido el del acceso de las mujeres al conocimiento, y no es que en épocas pasadas no hayan existido mujeres eminentes y cultas, cultísimas, tan doctas y sensibles como una Santa Teresa de Ávila o una Gabriela Mistral. Ciertamente, cuando un ser humano es brillante y ha decidido destacar o llevar a cabo una vocación, hombre o mujer, lo hace sin reparar en las trabas que la sociedad le imponga, y allí está la vida de nuestra Sor Juana para probarlo.

Sin embargo, para la mujer común y corriente, para esa que es como nuestra prima o nuestra tía, que ha aprendido a plegarse, no le ha sido fácil acceder al mundo del conocimiento. Hasta muy recientemente, aun en los países que se han dado por llamar "desarrollados", las trabas eran infinitas y oficiales. Otto Hahn, que junto con Lisa Meitner y Fritz Strassman descubrieron la fisión nuclear, cuenta (refiriéndose a Meitner, que llegó de Viena a Berlín en el otoño de 1907):

"En aquellos días no se permitía a las mujeres trabajar en el Instituto Fischer. Cuando le planteé la colaboración a Emil Fischer, le otorgó un permiso a la señorita Meitner para que trabajara conmigo en la carpintería de la planta baja del instituto (Otto Hahn se refiere al local en el que estaba instalado su laboratorio y que había sido una carpintería), donde se llevaban a cabo las medidas de radiactividad; le solicitó, sin embargo, que no entrase a los cuartos de estudio del piso superior ya que sentaría un mal precedente."

Feggo-CarreraCiencias En México, si bien no se cantaban mal las rancheras, un poco antes, en 1887, por primera vez una mujer, la doctora Matilde Montoya, obtuvo el título de médico cirujano en la Escuela de Medicina de México. Estuvo encargada del gabinete de aplicaciones y operaciones eléctricas y del perfeccionamiento de las formas, así como del de tersura de la piel por medio del masaje eléctrico en la Institución Médico-Eléctrica que existió en la ciudad de México, en la que hoy es 1Ű Calle de Venustiano Carranza.

Desde entonces, el número de mujeres científicas no ha hecho más que aumentar. Global-mente, en nuestro país el porcentaje femenino de estudiantes en el área de ciencias naturales y exactas, en las dos últimas décadas, aumentó de 37 por ciento en 1980 a 44 por ciento en 1997. Sin embargo, las opciones educativas tradicionalmente femeninas, como el área de educación o la de humanidades, siguen teniendo una mayor proporción de mujeres: en 1980 había 57 por ciento, y para 1997 había 65 por ciento.

ƑA qué se debe esa diferencia? ƑCultural-mente se orienta la elección de la carrera hacia esas áreas desde edades tempranas? ƑEl sistema educativo hace alguna diferenciación en la forma de educar a los niños y a las niñas, definiendo sus gustos y preferencias científicas? Son preguntas que por ahora quedan abiertas.

Sin embargo, aunque esas cifras podrían interpretarse de distintos modos, es indudable que gracias a la información y a las nuevas tendencias de nuestra sociedad las mujeres comunes y corrientes han tenido acceso a la educación, al conocimiento y, por ende, a la ciencia. Pero también es cierto que ésta es un terreno que tanto hombres como mujeres han ido abandonando debido a los bajísimos salarios, a las deficientes instalaciones para realizar las investigaciones y a la falta de reconocimiento tanto económico como social.

Tan es así que la población estudiantil en ciencias naturales y exactas ha disminuido en su conjunto (hombres y mujeres) de 28 mil 134 en 1990 a 25 mil 101 en 1997, es decir, cayó 11 por ciento. En 1990 eran 16 mil 945 los hombres en esa área, y en 1997 fueron 14 mil 66, lo cual significa una disminución de l7 por ciento (la de mujeres fue de 2 por ciento, según los anuarios estadísticos de la ANUIES).

Aquí también son varias las lecturas. ƑSerá una manifestación más de la tenacidad femenina ante la adversidad, de esa resistencia sorda que a veces se da en los hogares? ƑRevelan los números una afición a la ciencia más veraz en las mujeres? Y una vez más las preguntas permanecen abiertas. Sin embargo, se diga lo que se diga, y esa es la fuerza de los números, como ya lo planteamos, el porcentaje de estudiantes mujeres era de 37 por ciento y hoy es de 44, aunque simultáneamente haya bajado el número total de estudiantes en ciencias.

Para darse cuenta de la trascendencia de esas cifras, basta extrapolarlas, lo cual es, desde luego, una ficción (la relación no es lineal y no tiene por qué mantenerse la tendencia). Así, en el 2014 tendríamos un porcentaje femenino de 51, pero habría que esperar al 2053 para que fuese šde ciento por ciento! Claro que siguiendo ese mismo juego, para el 2055 el porcentaje de estudiantes en ciencias sería cero. Nuestros nietos, desde luego apoyándose en esos datos, concluirían, entonces, que las estudiantes se adueñaron en 50 años de las carreras científicas... pero para entonces serían carreras agotadas, sin estudiantes. ƑSucederá?

Tomó armas y caballo
y un vestido de varón,
tomó armas y caballo
y a la guerra ya partió.
Mensajeros van y vienen
que media guerra ya ganó,
guerreando y peleando
el chapeo le cayó.
"Que vos conte la mi madre
lo que hoy me acapitó:
Un mancebo vino a la guerra
hija es y varón no".

Mujer guerrera (Bosnia)
Idem

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