La Jornada Semanal, 1 de agosto de 1999
Dos, a veces tres, llegan sin ser convocados.
(De haber sabido que el combate se tornaría real
Al despuntar indisoluble el día, me relegan
Jadeante, por entre
fríos pasadizos
donde está la horcadura (fábula de caza
mayor
con cuerdas de seda), acudo ante ellos.
Cada cual adquiere
una mortal expresión.
¿hubiera braceado
tan hondo, tan suelto y sombrío?
No me detuve a escoger; pero una
voz anubarrada
habló, haciéndome recordar que un rostro
a
bocajarro, aunque humano, es un cíclope.)
bañado de sudor
bautismal.
Más parecía abdicar que destituir.
Sin remedio, hube
de ser humilde, discreto,
osado como un chico que baja los ojos y
guarda silencio.
Traducción de Guillermo Sánchez Arreola