Marco Rascón
Nueva dirección, viejos problemas

El PRD vive un momento de justicia: los mismos que causaron los problemas, son los que tienen que enfrentarlos ahora sin pretextos. Sin embargo, el consuelo de la victoria es muy pobre frente a la gravedad de los problemas presentes y futuros, si no se asume una actitud distinta para recomponer la situación presente.

Amalia García tiene hoy más comunicación y empatía con PRI y PAN que con sus propios compañeros de partido, pues para llegar a la presidencia del PRD forzó toda la estructura, relaciones entre compañeros, y abusó de la interpretación de las normas para acomodarlas en varias ocasiones a sus circunstancias. Amalia tiene que tomar la iniciativa política y, al mismo tiempo, restablecer y mejorar su relación hacia el interior, pues el PRD no aguantarí otro error, como abandonar la estructura interna, a los grupos y sus intereses.

No debe haber ningún obstáculo para que se reconozca la nueva dirección presidida por Amalia García, pero a ello habría que agregar la debilidad con la cual entra y, sobre todo, las implicaciones de todos los pactos y acuerdos que se fijaron para que ella pudiera encabezar la lista de su planilla.

Amalia ganó frente a la alternativa de un PRD que se disolvía entre torpezas y la inacción, pero su triunfo aún no llena el vacío dejado por todos los errores que se acumularon por llegar exactamente al punto a donde ahora llega. Crítica, censura y autocensura se convirtieron en el comportamiento de los militantes del PRD durante estos meses, ante las incongruencias de "los principales" que, finalmente, al fusionarse, dejaban sin justificación la dureza de sus posiciones anteriores, pues en ellos nada cambió, salvo su perspectiva y posición política frente al 2000.

El nuevo Consejo Nacional y la base del PRD deberán plantear al nuevo Comité Ejecutivo cuestiones como asumir que serán dirigentes del PRD por tres años y que no utilizarán su posición para convertirse, en unos meses, en candidatos a diputados, senadores, delegados, etc. Los estatutos no prohíben a ningún miembro de la dirección ser candidato, pero los nuevos integrantes del CEN deberán asumir un compromiso mínimo frente a la militancia, a fin de que no esté el PRD ante una "nueva restructuración" en octubre próximo, porque sus integrantes cambiaron, por decisión personal, de tarea.

Los vicios al respecto en el PRD son muchos: lo común es que muy pocos terminen sus tareas, pues, ante las dificultades, la mejor manera de eludirlas es cambiar de responsabilidad, pasando de un puesto a otro, concentrando cargos, lo que significa no asumir ninguno. Esta forma trashumante de los grupos para dirigir al PRD, ha hecho un estilo especial de burocracia en transición, que no se perpetua en los puestos, sino que los usa como trampolín, pero al mismo tiempo los defiende como una propiedad o herencia para su grupo.

En la cultura perredista, una expresión de la marginalidad política de los grupos y las corrientes, es la falta de credibilidad en la legalidad y su inclinación por los pactos y acuerdos como reglas básicas de unidad y convivencia. A diez años, sin embargo, estas reglas están gastadas e hicieron que los grupos se distanciaran de la base del partido, hasta el absurdo de que existe más contacto de los dirigentes con el exterior que con la misma base del partido. Por ello, en la controversia sobre la secretaría general del PRD, el respeto a la legalidad y el resultado que arrojen los votos deberán prevalecer sobre cualquier tipo de arreglo entre grupos, pues esto afectaría aún más la vida interna.

En estas semanas o días, el PRD tendrá que remontar el desenlace en torno a la alianza, a la cual se abrieron muchas expectativas y en amplios sectores causó confusión pues, si bien se imponía el sentido común de una suma cuantitativa entre PRD y PAN, por otra parte no había respuestas ni claridad respecto de los objetivos históricos y políticos que asumiría esa alianza, que cae por su propio peso mientras, desde el PRI y los medios de comunicación ,se perfila una campaña para realzar "la necesidad de la alianza", en la que se dice que, "sin ésta, ganará el PRI"; o la última encuesta de la empresa de opinión Harris, que indica que el PRI perdería frente a una coalición, siempre y cuando ésta sea encabezada por Vicente Fox. En estas condiciones, la única posibilidad de la alianza es entregar la candidatura de Cárdenas y el programa que representa el PRD.

La nueva dirección, con los viejos problemas, deberá enfrentar esta situación, convocando al partido a encontrar soluciones conjuntas en un Congreso Nacional, pues habrá que escalar el error de apostar todo a esta alianza con la derecha, desechando las estategias propias, como la que logró ganar en el Distrito Federal. Si no se remonta esto, veremos en unas semanas a muchos dirigentes del PRD buscando candidaturas, pero plurinominales. Esto será el indicador de que, pese a las declaraciones, ya están pensando en ser, de nuevo, una minoría.

 

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