Antonio Gershenson
La banca

A pesar del gran aumento de la deuda pública debida al llamado rescate de los bancos, éstos no han superado debilidades estructurales que afectan al desarrollo nacional. Es más, las mayores inversiones del Fobaproa se hicieron en bancos relativamente chicos, que ahora se considera como no viables o que de plano ya no existen como tales.

Estas debilidades vienen de muy atrás. En tiempos de Porfirio Díaz, por ejemplo, los principales medios de producción estaban ligados al suelo y al subsuelo. Las haciendas, las minas y el petróleo generaban la mayor parte del producto nacional. Incluso las inversiones realizadas para aumentar la productividad o la variedad de productos de las haciendas, las hacían los propios hacendados. En los casos de las minas y del petróleo, la inversión y el financiamiento venían de fuera. De ahí que, en esa sociedad, los bancos, que basaban las garantías de pago en las propiedades inmuebles, como la tierra o las construcciones sobre la misma, actuaban conforme a la realidad de esa sociedad.

Una de las razones por las que la Revolución Industrial se dio en Inglaterra y no en Francia, cuando que en algún momento ambos países tenían niveles comparables de desarrollo, fue la forma como se dio la explotación del suelo. En Inglaterra, la inversión para agricultura, minería e industria provenía de comerciantes u otros enriquecidos (incluidos algunos corsarios, por cierto) que les pagaban renta por el suelo a los nobles terratenientes. Toda la inversión, entonces, iba a la actividad productiva, y se pagaba una renta por el uso del suelo, que se restaba de la utilidad del inversionista. En cambio, en Francia, la inversión provenía de los mismos nobles, éstos tenían una parte importante de sus activos en inmuebles y les quedaba una parte relativamente menor para la inversión productiva. Los bancos de cada uno de esos países funcionaban conforme a sus respectivas realidades.

Pero resulta que en México tuvimos nuestro peculiar proceso de industrialización, y la banca siguió prestando sobre la base de garantías en propiedades del suelo y lo que esté construido sobre él, o sea, garantías inmobiliarias. El resto del sector financiero que, en ciertos periodos, está incluso integrado a la banca, hace lo mismo. Esto hace que muchas empresas no renten sus edificios para dedicar el capital disponible a la inversión productiva, sino que compren el edificio o casa. Sólo así tendrán posibilidad de acceso al crédito. Si se va a participar en concursos del sector público, el terreno o la construcción serán necesarios para garantizar la fianza requerida.

Tratándose de una fábrica, la tendencia, entonces, será a comprar primero el terreno y construirla en él. Esto dejará menos dinero para los elementos productivos de la fábrica, y se tendrá que hacer una más chica, o con equipos de segunda mano u obsoletos en sus países de origen. De otro modo, con mayor inversión productiva, se hubiera podido tener un mayor nivel de producción, vender más barato, pagar la renta del suelo y todavía tener una mayor utilidad neta.

La banca de desarrollo surge como respuesta a esos problemas. Esta banca se acerca al financiamiento de proyectos, e incluso lo lleva a cabo. En este caso, las garantías no están en el terreno, sino en los ingresos del proyecto mismo. Pero en los últimos tres sexenios se ha limitado a la banca de desarrollo, se ha reducido su ámbito de acción y se le ha obligado a pasar por una banca de primer piso que en la mayoría de los casos son los bancos comerciales, con lo cual se regresa a las garantías inmobiliarias como única opción de crédito para la mayoría de las empresas.

Con la venta de los bancos a particulares el cuadro se agrava. Se genera una deuda pública gigantesca, pese a la resistencia de autoridades financieras a la inversión presupuestal productiva. Al mismo tiempo, la mayoría de los bancos tiende a desaparecer, con lo cual todo ese dinero del Fobaproa destinado a rescatarlos se va a un barril sin fondo. La construcción de un sistema bancario y financiero eficiente y que apoye ante todo a las actividades productivas, es una de las grandes tareas a ser precisadas y debatidas en la gran polémica del año 2000. El que gane la elección, debería hacerlo con un mandato de los votantes en este sentido.