En estos días aún de vacaciones resulta muy difícil que el conflicto universitario se termine. No se están perdiendo clases y la presión es menor. Pero se acumulan fechas de un movimiento que queriendo encontrarle justificación, sólo la tendría si se manifestara abiertamente contra la reducción gubernamental del presupuesto universitario. Si ese es su propósito real y también exigir la gratuidad de la educación, los contrarios han sido mal elegidos.
1968 significó la protesta en contra del autoritarismo. La UNAM y el Poli se enfrentaron al gobierno de Díaz Ordaz. Pero 1999 representa otra cosa: una protesta contra la UNAM cuando, al parecer, otro sería el destinatario. ƑMiedo a enfrentar de plano al gobierno? Eso fue el 68, pero otras eran las autoridades. Por ello mismo es difícil que, como se pretende, se equipare esta huelga eterna al 68. Y la impresión que resulta es fatal: una huelga sin otro objetivo que la huelga misma. Y así no se va a ninguna parte.
Pero hay más: los que vivimos un poco en el mundo laboral sabemos de sobra que la huelga, que tuvo valores absolutos en otros tiempos, hoy puede representar si se cometen errores garrafales como en mi concepto se están cometiendo en la UNAM por los huelguistas, un conflicto que se revierte. La huelga minera en Inglaterra que duró cerca de un año acabó con el movimiento obrero inglés por mucho tiempo. Y la señora Thatcher se convirtió en el modelo a seguir por los tenebrosos conservadores, Reagan como discípulo predilecto.
En México se han producido huelgas laborales de larga duración y en todas ellas se pudo descubrir la falta de sentido común de los huelguistas, que le hicieron el caldo gordo a las empresas. El STUNAM, el STUAM y el SUTIN de 1983 pueden dar buena prueba de ello. Y en 1987 el sindicato de Volkswagen.
La UNAM no gana nada con la huelga larga, por supuesto. Pero los estudiantes, si es que lo son todos, pierden todo. Porque si su vocación es hacer carreras y aprovechar cabalmente esa etapa espléndida de la vida que es la juventud, lo único cierto es que están tirando a la basura sus propias esperanzas a cambio de jugar a tres bandas cuando el juego debería ser de bola a bola.
Entre tanto: Ƒpor qué no volver a nuestras viejas casas a reanudar las clases ahora en agosto? Yo no sé cuál será el status actual de mi antigua Escuela en San Ildefonso, o de la maravillosa Preparatoria 1, o de la Facultad de Medicina, palacio antes de la Inquisición. Supongo que siguen siendo UNAM. ƑQué no podrían regresar los de Ingeniería al hermoso edificio de Tacuba? ƑY los de Filosofía y Letras a los patios y salones de Mascarones? Y así los de Química (ƑTacuba?), Economía y Arquitectura (Ƒno era por Moneda?) y otros más. Y apretados podrían además compartir aulas con las carreras nuevas. Medicina tendría amplios lugares en el sistema hospitalario del país, como ha sido siempre.
Es obvio que en esos edificios de tan grata recordación, las medidas mínimas de seguridad serían indispensables. Pero eso es fácil de resolver. O, por lo menos, no tan difícil. Hay puertas y no espacios infinitos.
Quizá los institutos de investigación presenten más problemas por las bibliotecas y laboratorios. ƑPero quién que sea investigador de verdad, por ejemplo, del equipo espléndido de mi Instituto de Investigaciones Jurídicas, no encontraría otras casas, además de la propia, para seguir sus trabajos? Bibliotecas privadas abundan y no faltarán edificios públicos en desuso (por ejemplo, la antigua Procuraduría de Justicia del DF) que se pudieran adaptar.
ƑQue algunos estudiantes, los que realmente lo sean entre los huelguistas, quieren mantener vivo un conflicto confiando en que del cielo les caiga la solución? No parece inteligente la decisión. Lo lamentable, entre tantas cosas que lo son, es que pueden echar a la basura las posibilidades de sus carreras. Pero también las de un número considerable de jóvenes que sobreviven el conflicto aunque no lo quieran. Y que no quieren o no pueden superar su indolencia o su miedo físico o moral para manifestar pacíficamente su inconformidad y con ello agregan su silencio a la voz fuerte del Comité de Huelga.
Sería, tal vez, un problema, en ese regreso a las antiguas casas, el tránsito. Pero para el centro viejo está el Metro y las de los alrededores tendrían menos dificultades. Que no faltan tampoco, por supuesto, para ir a los espacios exteriores que gentilmente fueron prestados a Derecho, en el profundo sur.
La verdad: me encantaría encontrarme de nuevo en San Ildefonso donde fui estudiante y donde me inicié como maestro. "Decíamos ayer..."