Octavio Rodríguez Araujo
Placas de circulación

¿De dónde sacó Alejandro Gertz Manero que los ciudadanos hemos demandado que se quiten las placas de circulación de los automóviles por cometer una infracción de tránsito? ¿Hubo una consulta de la que nunca nos enteramos? ¿Le llegaron cientos de miles de cartas demandando tal medida? ¿O simplemente está copiando lo que se hace desde hace rato en algunos estados de la República, para desgracia de los automovilistas?

Conocí a Alejandro Gertz en la Comisión por la Verdad, en la que analizamos las elecciones de 1994. Mi opinión personal es que el actual secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal es un hombre honesto y de buena fe, además de abogado experimentado. Por esta razón me sorprenden sus afirmaciones en el sentido de que su arbitraria e inconstitucional medida sea resultado de una demanda ciudadana, y más me sorprende que, siendo abogado, la quiera llevar a cabo (``va en serio el retiro de placas de circulación'', dijo a La Jornada, 27 de julio de 1999).

En plena transición a la modernidad y en la era de las computadoras, la simplificación administrativa es un tema, por lo visto, desconocido en la Secretaría de Seguridad Pública. En los países modernos, las multas se pagan por correo o en los bancos. En México se trata de crearle problemas a la gente, se intentan reglamentos inconstitucionales y, por si no fuera suficiente, se prohíjan la corrupción y la impunidad.

La medida que quiere llevar a cabo Alejandro Gertz promueve una controversia constitucional porque vulnera una garantía individual. El artículo 14 constitucional señala que nadie podrá ser privado de su propiedad, posesiones o derechos sino mediante juicio seguido ante los tribunales, es decir, sin que haya un mandato establecido por los tribunales. Y al afectarse mi propiedad (o mi posesión). al quitar una placa de circulación de mi vehículo, tendría que haber, previamente, un mandato de un tribunal, lo que nunca va a ocurrir porque no es práctico. Las placas de circulación, si bien las vende el gobierno, son propiedad de quienes las compraron y forman parte de los vehículos como condición para circular (los permisos de circulación son equivalentes mientras se otorgan las placas). El artículo 16 constitucional confirma lo establecido en el artículo 14 por cuanto a domicilio (o extensiones de éste, como es el caso de los automóviles particulares) o a posesiones. Y por lo que se refiere a la flagrancia (sorprender a alguien cometiendo una infracción de tránsito), no procede, pues el artículo 16 se refiere a delitos, y éstos se contemplan en el código penal, no en un reglamento de tránsito que hace referencia a faltas administrativas.

Por lo demás, la medida que quiere aplicar Gertz cae en la esfera del monopolio de la acción que, lamentablemente, ejercerá un policía con escasa preparación y más escaso salario, en un ambiente de corrupción e impunidad en el que la víctima termina siendo el infractor. ¿Por qué la víctima es el infractor de tránsito? Entiéndaseme bien: no estoy defendiendo que se cometan infracciones de tránsito ni de otra naturaleza, pero una medida como la propuesta por Gertz significaría, si me estaciono en zona prohibida, que tenga que ir a pagar la multa en un lugar y luego ir a otro a recoger mi placa, y mientras tanto quedo en estado de indefensión al circular sin placa. Es obvio, así las cosas y las dificultades burocráticas, que el policía al que se le dota del monopolio de la acción como autoridad ejecutora, puede propiciar corrupción si el infractor quiere ahorrarse el via crucis al que Gertz quiere someter a los automovilistas. Pero la autoridad diría, con aparente razón: ``pues si no quieres que te multen, no cometas la infracción''. Bravo. Pero ¿qué pasa si el policía es arbitrario, como sabemos que puede ser?

En síntesis, lo de las placas es inconstitucional porque contraviene los derechos individuales, y propicia la corrupción y la impunidad. Mejor sería que se intentara la eficiencia administrativa y se aprovechara la informática que usar medidas coercitivas que no tienen nada que ver con la modernidad civilizada a la que aspiramos los mexicanos.