Jean Meyer
Hacia el sol kurdo

Ocalam, líder de un movimiento insurgente kurdo ha sido condenado a muerte por la justicia turca; el Congreso turco acaba de prolongar por cuatro meses el estado de emergencia impuesto hace 15 años en las seis provincias pobladas en su mayoría por kurdos; atentados, emboscadas y represión siguen a la orden del día. El 23 de junio pasado un tribunal en Istambul prohibió El libro de Mehmet, por insulto al ejército. Y acabo de ver Hacia el sol, espléndida película de la joven directora turca Yesim Ustaoglu. Coincidencia, la película fue presentada en el festival de Berlín el día del arresto de Ocalam; el publico turco no la pudo ver más que en el festival de Istambul, cuando ganó todos los premios.

Dos jóvenes, el moreno Mehmet, oriundo del poniente de Turquía, y Barzan venido del lejano oriente de la república, se vuelven amigos en su lucha por el pan de cada día en la gran ciudad. Un día, a consecuencia de un control de seguridad, la vida de Mehmet sufre un giro radical: cuando la policía lo confunde con un kurdo, pierde su trabajo, su alojamiento, descubre el odio anti-kurdo. De la crónica sentimental y realista --la migración hacia la ciudad de los campesinos pobres--, la directora pasa a la denuncia política, usando imágenes reales de intervención militar, evocando la huelga del hambre de los presos políticos kurdos y la terrible guerra que asola el oriente de Turquía.

Mehmet: así se llama el héroe, el turco que parece kurdo; Mehmet es un nombre tan común en Turquía como nuestro Juan; Mehmet es el nombre colectivo de los ``juanes'' cuyos testimonios conforman El libro de Mehmet, de los conscriptos que tuvieron la mala suerte, como un personaje de la película, de hacer su servicio militar ``hacia el sol'', en el oriente, en el Kurdistán turco. El libro salió en abril de 1999 y, siendo el primero sobre el tema, se vendió como pan caliente. Cuarenta y dos soldados cuentan su experiencia en la larga guerra sucia contra el PKK, el muy violento partido kurdo de los trabajadores. Desde 1984 esa guerra sin nombre ha causado oficialmente 31 mil muertos, ha desplazado millones de campesinos que huyen de sus pueblos incendiados, bombardeados, inundados.

Esa historia, dice Yesim Ustaoglu, ``me ha sido inspirada por reportajes que hablaban de pueblos quemados y evacuados en el sureste. En los últimos años, las historias de aldeanos obligados a dejar sus pueblos han sido muy frecuentes; cientos de Mehmet, Berzan o Arzu (la muchacha) imigran a Istambul. Tanto en mi trabajo de arquitecto como en mi labor cinematográfica, he observado la vida de las barriadas; mi cariño por el tema me ha empujado a realizar Hacia el sol; la historia la cuento desde el punto de vista de Mehmet, el más cercano al mío; refleja la toma de conciencia de las realidades sociales de Turquía cuando uno la atraviesa de poniente a oriente''.

En el libro de Mehmet, el relato se aleja mucho del discurso oficial sobre la lucha heroica y patriótica contra el terrorismo. Ninguno de los Mehmet, de los ``juanes'' habla a favor del terrorismo del PKK de Abdulam Ocalam, pero ninguno justifica la guerra sucia que descubre Mehmet cuando lleva el ataúd de su amigo Berzan hacia un pueblo natal que ha desaparecido. Los ``juanes'' turcos expresan una profunda desilusión en cuanto a los medios y a las metas de esa guerra que los deja heridos más en el alma que en el cuerpo.

Tanto la película como el libro señalan la existencia de una Turquía democrática y generosa; para el espectador no turco, muchas alusiones de la película pasan desapercibidas y se pierde el hecho muy importante de que los kurdos hablan en kurdo: la última vez que se había oído hablar kurdo en una película turca había sido en 1982, cuando Yol ganó la Palma de Oro en el festival de Cannes... dos años antes del principio de la guerra.

Es de desear que un distribuidor mexicano les dé la oportunidad de ver esa película tan sutil como emocionante; de desear también que la pueda ver el público turco. Hacia el sol es la prueba de que una película puede mucho, que una película puede más que todos los discursos políticos y sociológicos. Ojalá y los jóvenes directores mexicanos tomen eso en cuenta.