Emilio Pradilla Cobos
Neoliberalismo y economía metropolitana

La población de la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) sigue creciendo; en el 2010 puede llegar a los 22.5 millones de personas, lo que significa 3.7 millones más que en la actualidad.

Ello obligará a responder a sus necesidades de infraestructura y servicios, vivienda, abasto, educación, salud, recreación, cultura y, sobre todo, empleo e ingresos. Lograrlo implica, entre otras cosas, tener una economía metropolitana estructuralmente sana, con crecimiento sostenido y equidad distributiva para que sus beneficios lleguen a toda la población.

La crisis permanente, desde 1982, y las políticas neoliberales salvajes aplicadas por los tres últimos gobiernos federales priístas han deformado la estructura económica urbana y minado las condiciones para lograr la viabilidad económica de la metrópolis.

El complejo económico formado por el Distrito Federal y el estado de México --cuyos municipios económicamente más importantes están conurbados-- perdió, entre 1980 y 1996, 2.74 por ciento de su participación en el producto interno bruto (PIB) nacional, a causa de tasas de crecimiento menores que la nacional (2.07 por ciento anual promedio en el país: 1.50 en el DF y 1.73 en el Edomex).

El sector manufacturero sufrió una pérdida mucho mayor, de 10.47 por ciento, más grave en el DF, que perdió 9.19 por ciento de su participación. Esta evidente desindustrialización se debe a tasas de crecimiento anual promedio negativas en el DF (-0.34 por ciento), o menores que la nacional en el Edomex (1.50 contra 2.0 por ciento).

La gran industria, privilegiada por la política económica neoliberal, se mantuvo, modernizó y volcó a la exportación. Pero la micro, pequeña y mediana empresas quebraron a causa de la reducción de la demanda interna; la competencia desigual en el "libre" mercado; la dificultad para cambiar tecnológicamente; las altas tasas de interés y la usura de la banca; y la falta de apoyo estatal; las cadenas productivas se desarticularon.

La construcción, muy dependiente de los ciclos económicos globales, se orientó hacia el sector moderno (oficinas, comercio de lujo) y la población de altos ingresos tiene un carácter abiertamente especulativo, y muestra signos de sobreoferta y saturación del mercado.

Algunos analistas califican como positivo el proceso de terciarización de la economía metropolitana, que mostraría su "modernización": se trata de un espejismo. El comercio ha sufrido una contracción importante y se polariza entre una franja de élite, formada por centros comerciales y supermercados, y una popular, con gran participación de comercio callejero, tianguis y otras formas atrasadas.

El terciario moderno, formado por servicios financieros y bancarios, ha crecido pero en una pequeña porción. El mayor crecimiento ocurre en los servicios sociales y personales, con cerca de un tercio de la actividad económica urbana, y oculta a gran parte del trabajo doméstico, informal e ilegal.

Al tiempo que la economía metropolitana pierde competitividad en los mercados nacional e internacional, se polariza entre un reducido sector "moderno", abierto, elitizado, que genera poco empleo bien remunerado y estable; y otro popular, atrasado, que produce mucho empleo pero inestable y muy mal pagado. Como muestra de ello, en 1996 en el Distrito Federal, 41.83 por ciento del personal ocupado se encontraba en el sector informal, y más de 45 por ciento del empleo se generaba en este mismo sector. Como telón de fondo, el salario local, siguiendo al nacional, ha perdido cerca de 70 por ciento de su capacidad de compra, contrayendo el mercado interno y polarizándolo aún más en sus esferas alta, restringida y de alto consumo, y la baja, amplia y sin capacidad adquisitiva. Es otro componente básico del empobrecimiento generalizado.

La conclusión es dramática: las políticas neoliberales aplicadas por el PRI, con apoyo del PAN, llevan a la economía metropolitana hacia la pérdida de competitividad, la degradación de las condiciones materiales y sociales de la productividad y, ante al crecimiento de la población, a la no sustentabilidad económica, fuente de pobreza y caldo de cultivo de la inseguridad y el crimen.

El Gobierno del DF, cuyo ámbito de gestión es sólo una parte de la unidad económica metropolitana, carece de facultades e instrumentos para resolver esta herencia lamentable del PRI, en el cortísimo tiempo de tres años. El bienestar de los habitantes de la ZMVM exige el abandono del ineficiente modelo económico neoliberal; está en juego su sobrevivencia.