* Crisis sectorial por importaciones de fructosa e inadecuada comercialización


Cañeros pobres, industriales ricos

* Agricultura plantea dar el azúcar como garantía para obtener créditos internacionales

Antonio Castellanos * La importación de fructosa, por la baja producción interna de este sustituto del azúcar, es resultado de las precipitadas negociaciones de Jaime Serra Puche y Herminio Blanco en el Tratado de Libre Comercio; además, la inadecuada comercialización que ha provocado descapitalización han colocado nuevamente en crisis a la industria azucarera.

La Secretaría de Agricultura, en un análisis del sector, recomienda pignorar el 100 por ciento de la producción del dulce, para conseguir créditos con la banca extranjera en dólares con interés por abajo de diez por ciento. Esto implicaría la creación de una empresa o fideicomiso que se encargaría de las operaciones.

También tendría a cargo homologar el precio del azúcar en el mercado interno, fijar cuotas de exportación conforme a los excedentes netos y despignorar el azúcar, conforme a las cuotas establecidas de venta en el mercado interno para su exportación, previo pago del crédito.

Al rescate de la banca, cuyo costo fiscal rebasa ya los 800 mil millones de pesos, y al Programa de Consolidación de Autopistas que incluye el pago de casi 20 mil millones de pesos por indemnizaciones y aportaciones fiscales de casi 19 mil millones de pesos, se suma ahora el de la industria azucarera que, pese a ser una de las actividades económicas más importan obvio beneficiado de la reforma democratica y nacionalista al articulo 27 Const. tes del país, se encuentra en crisis.

Una investigación del Poder Legislativo plantea la necesidad de que un organismo rector se encargue de conducir de manera clara y definida las diferentes actividades que la forman, porque ahora la agroindustria, que antes era controlada casi en su totalidad por el Estado, se encuentra en manos de particulares que actúan de manera autónoma, en un mercado salvaje donde reina la autarquía.

Por lo menos para los cañeros mexicanos, que en total suman alrededor de 17 mil en todo el país, agrega, la amenaza más importante para la agroindustria lo constituye en la actualidad la importación de alta fructosa, producto derivado del almidón que se extrae del grano de maíz.

A este fenómeno hay que agregar la alta fructosa de fabricación nacional elaborada con base en el maíz amarillo comprado en Estados Unidos, y frecuentemente libre del pago del arancel respectivo. En enero de 1998 se establecieron pagos compensatorios para la alta fructosa HF42 y HF55 adquirida en el exterior. Sin embargo, hay alta fructosa HF90, de mayor concentración, para la cual no se dictó ninguna medida.

Para dar una idea del problema, los legisladores destacan que la etapa de producción en el campo, y su posterior transformación industrial, dan lugar a una cadena agroindustrial que en su conjunto genera el mayor número de empleos directos en el campo: más de 385 mil en casi 650 mil hectáreas de 15 estados de la República.

Para examinar el problema, los legisladores sugieren tomar en cuenta que Estados Unidos subsidia el azúcar y el maíz; que lo continuará haciendo por lo menos hasta el 2000; que importa cada año 2.4 millones de toneladas en promedio y sólo acepta 25 mil toneladas de azúcar mexicana, de acuerdo con las negociaciones de último momento encabezadas por Jaime Serra Puche en el Tratado de Libre Comercio.

Además, debe considerarse que las tres empresas productoras de fructosa establecidas en México son filiales de consorcios estadunidenses; que están altamente tecnificadas y que no son una fuente importante de creación de empleos.

Como resultado de lo anterior, los productores de refrescos han aumentado la producción de su capital, al emplear insumos más baratos, pero no traducen esto en refrescos más baratos. Esto no sería importante si México no fuera uno de los países donde se consumen más refrescos en el mundo: 90 millones de botellas al día.

De acuerdo con cifras de la Secretaría de Comercio, el sector azucarero en México está integrado por 60 ingenios, contribuye aproximadamente con 0.5 por ciento del Producto Interno Bruto, y genera 314 mil empleos directos (34 mil en fábricas y 280 mil en el campo) y cerca de dos millones de indirectos.

Los indicadores de la Secretaría de Agricultura (Sagar) señalan que el principal problema que ha generado la descapitalización de la agroindustria azucarera consiste en el desorden de la comercialización del azúcar en el mercado interno, cuyo orígenes son la falta de financiamiento oportuno, suficiente y barato.

Esto, destacan funcionarios de la Sagar, ha obligado a los industriales a vender el dulce a cualquier precio, para hacerse de recursos y poder pagar los gastos de cada semana. Para ello proponen conseguir créditos de la banca extranjera, para lo cual será necesario pignorar el cien por ciento de la producción azucarera.

 

Auge y quiebra de la industria azucarera

 

En la década de los sesenta la industria azucarera tuvo su auge, al crecer con tasas promedio de 5.9 por ciento anual. En cambio, en los siguientes diez años su ritmo de crecimiento se redujo, pese a que los precios internacionales eran elevados y las utilidades de los ingenios observaban una tendencia a la baja, señala un documento de la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados.

A medida en que avanzó la década fue más evidente la obsolescencia de equipos, envejecimiento del campo cañero y poca capacidad financiera de los ingenios. Se redujeron los niveles de protección con respecto al consumo, y el resultado fue la quiebra de muchos ingenios.

El documento fue elaborado por los diputados Felipe de Jesús Preciado, Armando Rangel, Benjamín Gallegos, Joaquín Montaño y Víctor Alejandro Vázquez, y se convocó al secretario de Agricultura para analizar la situación de la industria. Sin embargo, asistieron el subsecretario de Comercio Interior, Israel Gutiérrez, y el subsecretario de Agricultura, Francisco J. Gurría Treviño.

Señala que al absorber a los ingenios en quiebra, el Estado no puso en marcha un programa que obligara a corregir los factores de crisis. Mantuvo el control de precios a cañeros e ingenios, y no se generó productividad. Además, se mantuvo un régimen obsoleto de tenencia de la tierra, un fuerte peso de financiamientos y subsidios que en pocas ocasiones alcanzaban su objetivo, y el monopolio Azúcar S.A. generó costos excesivos al Estado. (A. Castellanos).