La Jornada lunes 26 de julio de 1999

CTM: SINTOMAS DE AGONIA

Editorial de La Jornada En una carta cuyo contenido se publica hoy en estas páginas, José Ramírez Gamero, líder del Sindicato de la Industria del Autotransporte (SIAT) e integrante del Comité Ejecutivo Nacional de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), responde a Leonardo Rodríguez Alcaine (La Güera), quien en días pasados acusó a sus propios compañeros de utilizar la CTM como ''botín económico''. En la carta, Ramírez Gamero acusa a su vez al propio CEN de fomentar el divisionismo.

Los pleitos intestinos en la cúpula y en las bases de la central obrera que se desarrollan, en forma más o menos larvada, desde la muerte del máximo jerarca de esa corporación, son una expresión más de la fase terminal por la que atraviesa una institución que fue pilar durante muchas décadas de la estabilidad del llamado sistema político mexicano.

En la agonía de la CTM --y del denominado movimiento obrero oficial, en su conjunto-- confluyen factores internos y externos, históricos y coyunturales que es pertinente revisar.

El núcleo de la crisis cetemista reside en la incompatibilidad entre los rasgos verticalistas, corruptos y corruptores, corporativos y caciquiles de la CTM, con las circunstancias políticas y sociales del México contemporáneo. El desmantelamiento persistente del sector público a lo largo de dos sexenios, la salvaje apertura comercial que liquidó buena parte de la planta industrial del país, así como la pérdida de innumerables contratos colectivos y otras conquistas laborales, han colocado en una severa crisis a los asalariados, muchos de los cuales se refugiaron, para sobrevivir al desempleo y al ínfimo poder adquisitivo de los salarios, en el sector informal. Por otra parte, la visible erosión de la hegemonía política y electoral priísta y el surgimiento de espacios de democracia, pluralismo y participación ciudadana, han hecho perder importancia a los antiguos pilares sectoriales del partido gubernamental.

Aún en vida de Fidel Velázquez, la CTM y el Congreso del Trabajo perdieron importantes cuotas de poder y fueron solayados y hasta humillados por el actual grupo gobernante, al cual han dejado de ser útiles como instrumentos de sujeción al gobierno, control político y reserva de sufragios.

Por otra parte, ante las actuales circunstancias, el férreo autoritarismo que imperó durante décadas en el control de la CTM impidió la movilidad y renovación generacional de su dirigencia, la cual ha llegado por esa vía, al escenario de la extinción.

Adicionalmente, las debilidades de carácter del sucesor de Velázquez --un líder que, en su lenguaje, califica como ''mamadas'' los aspectos de la vida nacional que escapan a su comprensión, es decir, casi todos-- han precipitado la bancarrota política y moral de la otrora poderosa confederación, cuyos rasgos mafiosos han terminado por desplazar sus acentos discursivos en las reivindicaciones de clase.

No debe perderse de vista, sin embargo, el enorme botín económico que todavía representa la CTM para sus dirigentes, como lo apuntó, con atingencia involuntaria, el propio Rodríguez Alcaine. Este hecho explica la agudización de los enfrentamientos internos, los cuales constituyen un factor de riesgo y de inestabilidad para el país en su conjunto. Por ello, es de esperar que el colapso definitivo de la CTM ocurra en forma rápida y pacífica. El grueso de la sociedad mexicana recibirá la noticia con gratitud y alivio.