La Jornada Semanal, 25 de julio de 1999
El apocalipsis de los medios tradicionales
Los imperios del entretenimiento tienen una buena razón para ponerse paranoicos: MP3.
La revolución de los medios accesibles a través de una red digital (downloadables) comenzó en 1987, cuando el Fraunhofer Institut Integrierte Schaltungen, junto con el ingeniero en computación Dieter Seitzer de la Universidad de Erlangen, crearon un algoritmo de compresión/descompresión digital para transmitir audio. Este sistema, que reduce el tamaño de los archivos de audio y video de manera considerable sin -por lo tanto- comprometer la calidad de reproducción, fue aprobado en 1992 por el Moving Pictures Experts Group (MPEG), entidad dependiente de la Organización Internacional para la Estandarización. El software para tocar estos archivos, denominados MPEG-1 Audio Layer 3 o bien MP3, es muy fácil de bajar (aunque puede ser lento); tampoco es difícil bajar canciones y discos enteros. Una canción con calidad de disco compacto que ocuparía 40 megabytes de memoria en un formato ``.wav'' convencional ocupa tan sólo unos 4 Mb en MP3 (o bien una doceava parte). Una canción que tardaba alrededor de tres horas en ser bajada toma ahora apenas unos minutos. Inicialmente, estudiantes con acceso a las conexiones de Internet rápidas de sus universidades desataron una fiebre del MP3, pero cuando los módems de 56 K se volvieron la norma y los procesadores alcanzaron los 300 MHz, prácticamente cualquiera podía bajar y subir de la red archivos de música en MP3. Por lo tanto, el número de páginas en el www que ofrecían música sin costo comenzaron a multiplicarse. La primera víctima de esta innovadora tecnología de la industria de la información ha sido la música, pero sin duda no será la última, ya que la radio, la televisión y el cine se verán seriamente transformados durante los primeros años del próximo siglo. La industria disquera no esperaba que semejante tecnología pudiera popularizarse rápidamente, por lo que durante 1997 y 1998 -el auge del MP3-, los pocos ejecutivos que supieron del fenómeno pensaron que era una moda pasajera e inofensiva que tan sólo atraería a especialistas. Para su sorpresa, de pronto había cerca de cinco mil sitios en la red ofreciendo música (más de medio millón de piezas y álbumes) y video de forma gratuita, en franca violación a cualquier noción de derechos de autor.
Para obtener programas, música y saber más visite:
www.mp3.com
www.mp3now.com
www.liquidaudio.com
www.crunch.co.uk
www.tunes.com
Cuestión de envoltura
Aunque el MP3 estaba diseñado para señales de video, no tardó mucho en ser utilizado ampliamente para música. La música se adaptó y comenzó a circular rápidamente en este formato, debido a que desde hace más de una década circula codificada digitalmente. Hoy la gente sabe que cuando compra un disco compacto no está pagando un disco metalizado sino bits de información que bien podría adquirir por otros medios más económicos. A través de la red los archivos de música y video se pueden ofrecer por varios métodos. Los principales son:
Streaming: consiste en que un servidor de Internet transmite el contenido a una computadora, donde puede ser escuchado o visto en tiempo real mediante un plug in (una aplicación especializada que descifra la información y la transforma en sonido y/o imagen). Este sistema, popularizado por el omnipresente Real Player (www.real.com) y por Net Show, tiene un sonido que falla a menudo y es relativamente deficiente.
Download: el archivo se almacena en la memoria RAM de la computadora y puede tocarse o bien guardarse en el disco duro. Una vez que el contenido ha sido convertido en archivo, puede ser enviado vía correo electrónico o ser puesto en páginas del web, en grupos de Usenet y puede ser distribuido sin límite ni el menor rastro de erosión. La mejor manera de encontrar música en la red es mediante alguno de los numerosos buscadores o search engines especializados, como los siguientes:
www.filez.com
www.2look4.com
www.audioforge.net
Restablecer el orden
Los monopolios del espectáculo, la comunicación y la cultura de consumo odian y temen a la revolución del MP3 (la cual tiene ya siete años, tiempo que en el universo digital es una eternidad) pero, por más que quisieran aplastarla o ignorarla, parece que han comprendido que es mejor hacer alianzas para mantenerla bajo control y, eventualmente, aprovecharse de ella. El primer paso que han dado corporaciones y legisladores para restablecer el orden es atacar con energía a los piratas (esto ha eliminado cientos de páginas que ofrecían música). El siguiente paso es crear estándares que sean controlables y respetados por todos (disqueras, distribuidores, autores de software, artistas y fabricantes de hardware). Secure Digital Music Iniciative es el consorcio a cargo de crear un estándar que, entre otras cosas, ponga un ``sello'' o ``marca de agua'' digital a las canciones legítimamente bajadas. Aquella música que no tenga el sello no podrá ser tocada por los nuevos equipos o programas. Entre los nuevos formatos ``a prueba de piratas'' que han aparecido recientemente se cuentan el nuevo MP4, el Liquid Audio de Liquid Music Systems, el MS Audio de Microsoft, el A2B de AT&T, y el VQF, el cual aún no pertenece a ninguna corporación y que supuestamente comprime el triple de MP3. La meta, por el momento, es encontrar un formato operativo para poder vender música digital en la próxima navidad.
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