El lema cervantino ¡Viva quien vence! está presente en la UNAM. La sencilla frialdad de estos conceptos impone. Es toda una lección política que sigue sobrecogiendo el ánimo. Es por eso que, en ciertos momentos, cuando la trama grosera que se teje en torno del conflicto universitario se hace demasiado evidente y ofensiva, se le ve su ruindad, ante lo cual cabe preguntarse: ¿dónde acaba el convencimiento de lo justo y empieza a actuar la razón obcecada?
La lucha es cada día más encarnizada. Ahora bien, sólo lo victorioso alcanza prestigio. Quien gana, gana, y cualquiera puede ser la forma en que gane, no importa. ¡Viva quien vence! Sin embargo, visto desde el espíritu existe la posibilidad de ser derrotado siendo invencible. Claro está que este razonamiento en el mundo del capitalismo rabioso suena a carcajada. Lo que cuenta es lo pragmático. Pero, a pesar de la subjetividad, estas abstracciones pueden no serlo porque del cultivo de la subjetividad y de su independización de toda forma violenta emerge la cultura.
Sería importante enfatizar que las propuestas de las facultades de Psicología e Ingeniería van en dirección de un diálogo de tono menor, sin retórica, libre de encono, sin violencia. Un diálogo que bajo la apariencia poco heroica de la tolerancia nos confirme en la verdad del diálogo; la ecuanimidad en medio del general griterío ensordecedor, en tanto Rectoría se aposenta en la televisión y el Consejo General de Huelga (CGH) se vuelva a la calle. La ecuanimidad que deja de lado el fanatismo irreflexivo y permite plantearse las preguntas esenciales de una institución superior: su gobierno, su relación con universidades de otras partes del mundo y con la sociedad; su filosofía, su esencia, su estructura... Todo consiste en saber si se intenta incluir el proyecto armonizado con la vida toda o si, por el contrario, la queremos reducir a estrictos límites.
La UNAM expresa, cercada por el silencio, lo que la realidad muestra, lo que el logos encubre: la contradicción, el inconsciente, lo oscuro. La parte sombría, el lado oscuro del radical trágico mexicano. El aquí y ahora puede verse representado por las pláticas entre el CGH y los representantes de Rectoría, sin embargo, ese pero nunca contener la sombra, las sombras que no acogen el sentido que manifiesta el conflicto que parece trasciende la coyuntura al traspasar la complejidad de la superficie política, en cuyas dos partes convergen diferentes ideologías, grupos y lenguajes (simbologías).
El conflicto en la UNAM pone de manifiesto nuestra realidad descarnada, una lucha sin nombres; el drama humano que anuncia la violencia que acompaña a la condición humana. En conjunto esta posición entre dos grupos, esta lucha humana en la que se enfrentan el orden y el caos, la racionalidad del orden y la irracionalidad de la pasión. De esta lucha emerge la sombra del sufrimiento.
Los sucesos de la UNAM muestran la contradicción y la lucha, el contraste entre la pasión y el orden, la luz y la sombra. La necesidad (¿se puede?) de un pensamiento y una actitud que asuma la contradicción, lo inconsciente, sin pretender hegemonía ni anular a uno de los grupos en discordia.
No un pensamiento que se inhiba ante la contradicción, sino que la incorpore y profundice en ella, sin someterse a las circunstancias, sin engrosar la ordenación mecánica que no articula la contradicción y se presenta como única alternativa de un orden que añade violencia ideológica a la violencia ontológica. ¡Viva quien vence!
Lo curioso es que no es por su filosofía por lo que los estudiantes del CGH alcanzan notoriedad, sino por la frescura de su pasión, por el lánguido misterio de su escepticismo frente a la realidad, expresado en un ``escribir interno'' que no implica dejar huellas sin borrarlas. No mostrarse presente, sino ausente en el encubrimiento del ser al escapar de las leyes de la política y situarse en la pasión irracional que crea un lenguaje sin sentido, pero que comunica aun sin informar.
Cuando la realidad electrónica y la globalidad mueven la economía, los estudiantes del CGH arremeten contra lo fantástico, lo inverosímil y siguen en la lucha gracias al enlace que hacen de la idealización y la pasión en un todo indivisible, eternamente vinculados, a pesar de estar desunidos ``ideológicamente'', en múltiples grupos (enlace que pudiera tal vez explicarse por una vinculación con base en una simbología y fantasías compartidas no expresadas en lo verbal).
Los jóvenes huelguistas han pasado la frontera de la realidad cotidiana, colocados en un tiempo y un espacio anterior a las palabras, que choca frontalmente con la objetividad de los representantes de la Rectoría -a su vez divididos- impotentes para descifrar lo que está más allá del lenguaje formal de los jóvenes. La realidad se oculta bajo el aspecto de una máscara que dice lo que no dice y juega a la política desde un espacio interior fragmentado y contradictorio. Realidad que está más allá del ``yo'' consciente y se expresa desde lo interior, buscando desesperadamente ``algo'' inconsciente que no encuentra salida. Discursos que van dirigidos a nadie.