* El pacto con la derecha, prueba de fuego


Enconado debate sandinista en el 20 aniversario de su victoria

Blanche Petrich, enviada, Managua, 18 de julio * Hace 20 años, apenas entraron triunfantes los desharrapados sandinistas a la plaza central de esta capital, después de derrocar al último dictador de la dinastía Somoza, se puso en juego la práctica de rebautizar sitios y organizaciones. Cuestión de honrar a los muertos que cayeron en el intento y de darle cuerpo y sentido de los nuevos tiempos a la memoria colectiva. Así, la Plaza de la República se convirtió en la Plaza de la Revolución, y frente a la fachada de la catedral, impactante ruina, se extendió la manta que dio la vuelta al mundo con la imagen de pocos trazos de Augusto César Sandino.

Hace algunas semanas, cumpliendo con los reglamentos de la ciudad, el Movimiento Renovador Sandinista pidió a la policía capitalina autorización para realizar ahí su mitin de celebración. "Primero en tiempo, primero en derecho", argumentó extraoficialmente la jefatura de la policía en primera instancia. Pero después de una pequeña escaramuza de papel, el permiso de ocupar la plaza le fue otorgado al Frente Sandinista de Liberación Nacional, quien presentó su solicitud después.

ƑLa razón? El FSLN pidió hacer su reunión en la Plaza de la República, que es como se rebautizó este espacio después de la derrota electoral de los sandinistas, cuando una fiebre revisora se empeñó en revertir la nomenclatura de los diez años de gobierno revolucionario.

Así que entre el pragmatismo y el apego a las raíces, los pequeños grupos de sandinistas que se han desprendido a lo largo de las sucesivas crisis del partido que conduce con mano férrea el ex presidente Daniel Ortega tendrán que irse -literalmente- con su música a otra parte. Y mientras ellos convocan a un festival en la explanada de la Universidad Centroamericana, con el acordeón del principal trovador de los años revolucionarios, Carlos Mejía Godoy, a cargo del programa artístico, los del FSLN esperan reunir en la plaza a más de 50 mil personas.

En la concentración de la plaza se espera un acto de masas como en los viejos tiempos. La organización del mismo ha costado 150 mil dólares, según informó el veterano dirigente Tomás Borge, ex ministro del Interior y vieja leyenda de la gesta antisomocista. Habrá una veintena de oradores y se espera la asistencia de más de treinta delegaciones de gobiernos y partidos extranjeros, entre ellos personeros del PRI y el PRD de México. Habrá concurso de belleza en el que será elegida la "señorita Revolución", y como atracción especial cantará el merenguero y alcalde de Santo Domingo, Johnny Ventura.

En el retrato de familia del sandinismo de fines de siglo, sin embargo, destacan más las ausencias de la mayor parte de las figuras históricas que la abundancia de caras nuevas que ocupan al menos ocho de las quince carteras del Comité Ejecutivo del FSLN. Sólo dos de ellos, Daniel Ortega y Tomás Borge, pertenecieron a la antigua Dirección Nacional, que hace 20 años llegó al poder con la revolucionaria propuesta de hacer añicos el poder unipersonal somocista y sustituirlo por un colectivo de nueve cabezas.

 

Desperdigada, la anterior dirección

 

El resto de la Dirección Nacional se ha desperdigado. Uno de ellos, Sergio Ramírez -el único que no fue guerrillero de aquella directiva- milita en el disidente Movimiento de Renovación Sandinista. Otros dos históricos, los comandantes Henry Ruiz y Víctor Tirado López, se han distanciado de su partido y han anunciado que este 19 de julio asistirán al mitin de la disidencia. Tirado López, el sinaloense-nicaragüense, escribe hoy en una dura crítica al Frente en el periódico Nuevo Diario. Afirma que "los viejos dirigentes de la década de los ochenta llenaron toda una época, pero ahora deben retirarse y dar cabida a las nuevas generaciones". A sus antiguos compañeros de armas Tirado López los llama "caudillos autoritarios".

Algunos otros comandantes se alejaron de la política y se dedican a los negocios privados. A excepción del ex jefe del Ejército Popular Sandinista y hermano del ex presidente, el general retirado Humberto Ortega, de quien dicen las malas lenguas se ha convertido en uno de los hombres más adinerados de Nicaragua, y que asesora a Daniel en su gestión al frente del FSLN.

El 20 aniversario del triunfo sandinista encuentra a esta fuerza política sumida en un enconado debate sobre las alianzas que los diputados del FSLN han acordado -por encima o por debajo de la mesa- con el Partido Liberal (oficial, de derecha) en la Asamblea Nacional (Cámara de Diputados) en torno a la reforma del Estado.

Entre otros cambios, los negociadores del FSLN y PL, que juntos controlan 78 de los 93 escaños, pretenden reformar la ley electoral y la Constitución, para eventualmente eliminar la segunda vuelta en las votaciones y repartir el financiamiento de campañas a los partidos políticos en forma proporcional a la fuerza de las organizaciones. Según los críticos a estos cambios, esto dejaría en manos de las dos principales fuerzas más de 90 por ciento del presupuesto electoral, acentuando la tendencia al bipartidismo.

El propio presidente Arnoldo Alemán ha confirmado que esta es la intención. En Nicaragua, afirmó contundente el mandatario, "sólo hay lugar para dos partidos", el suyo, PL, y el de Daniel Ortega. "Aquí no queremos centro... ni de bicicleta".

Con ello quedarían fuera no sólo una treintena de pequeños partidos, sino las emergentes organizaciones civiles no partidistas, que enmedio de la creciente polarización han llenado vacíos. Es el caso de la organización Viva Managua, una pintoresca agrupación que en 1996 llevó al segundo lugar de la elección a su candidato a alcalde Pedro Solórzano, quien se hizo popular entre los sectores más marginales, al organizar carreras con carretones tipo romano en las polvorientas calles del malecón del lago de Managua. Los seguidores de las gestas de Ben Hur perdieron por poco ante el liberal Roberto Cedeño.

Otra polémica reforma es la que garantiza las diputaciones vitalicias para quienes han sido presidentes. Con ello, Arnoldo Alemán aseguraría un escaño en el Parlamento Centroamericano, y además la futura presidencia de la bancada mayoritaria en la Asamblea Nacional. Daniel Ortega, a su vez, se vería favorecido con una inmunidad vitalicia que lo pondría a salvo de la querella judicial que tiene pendiente de su hija adoptiva Zoilamérica, que lo acusa de abuso y violación sexual.

Las reformas más delicadas de este pacto PL-FSLN son las que modificarían las estructuras de la Corte Suprema de Justicia, el Tribunal Electoral y la Contraloría. En las negociaciones se pretende ampliar los miembros de estas tres instancias, garantizando mayor representación de los partidos políticos mayoritarios. Los críticos advierten que esto debilitaría de manera peligrosa la autonomía e independencia de estos órganos, de frente al espinoso y muy actual problema de la corrupción.

Dentro del FSLN hay corrientes críticas que ponen resistencia los "pactistas", encabezadas por Víctor Hugo Tinoco, miembro del directorio. El ex vicecanciller en los años revolucionarios advierte que pactar con un gobierno "corrupto, como el de Alemán, puede costar la división de la base sandinista. De los 36 diputados del FSLN, cuatro se oponen a la negociación, pero el peso del aparato de partido -se estima- puede ganarles la partida.

Se espera que hoy, a 20 años del triunfo sobre el somocismo y a nueve años de la derrota electoral, el tema del pacto sea una prueba de fuego. Hay quienes a pesar de su desacuerdo con la dirección del FSLN piensan asistir hoy a la plaza. Es el caso de Vilma Núñez, presidenta del Comité Nicaragüense de Derechos Humanos, quien este lunes marchará con una camiseta sandinista con la leyenda: "El pacto es traición". Y suenan también los llamados del popular conductor del programa radiofónico William el Chele Grigsby, La Primerísima: "Vamos a la plaza de la Revolución, no por nadie sino por nosotros mismos, que esta también es nuestra historia".

Al estilo de la vida pueblerina de Managua, pasan por las somnolientas calles de domingo las baratas, vehículos con altavoces que son la forma más directa y eficaz de propaganda, llamando a marchar mañana, como hace 20 años, a la plaza, ahora sí, de la Revolución. Y refrendan su proclama: "šViva Sandino, que nunca pactó!".