Antesala

Erección de un monumento (!) a Tina Modotti. El Instituto Italiano di Cultura y la Asociación Italiana de Asistencia invitan a la inauguración de la estela a Tina Modotti, en el Panteón de Dolores, Sección Italiana, este miércoles 21 a las 12 hrs. (del día, but of course: si fuera a media noche, lo estaríamos invitando a un aquelarre). El homenaje estará dividido en dos partes: la primera será la reubicación de la tumba de Tina al lugar que ya mencionamos arriba. El arq. Jaime Ortiz Lajous ha diseñado una sencilla y elegante estela en memoria de Modotti, que fue realizada por Sergio Bologna. La segunda etapa del homenaje se llevará a cabo en el año 2000 (suena alucinado, ¿no? Pero es sólo el próximo año), con la presentación de una gran exposición fotográfica y documental realizada por CinemaZero, asociación cultural de Pordenone; asimismo, la realización de una Mesa Redonda sobre la figura de Tina, con destacados investigadores mexicanos e italianos. Así que vaya usted, gótico(a) lector(a), a darse una vuelta por el Panteón de Dolores, donde le recomendamos que visite también la Rotonda de los Nombres y Lustres; sobre todo, échele un ojo a la tumba de José Clemente Orozco.

Luna Córnea no se apagó (sólo se eclipsó por algún tiempo). Siete años contemplan la actual entrega de Luna Córnea, revista cuatrimestral de y para fotógrafos que edita el Centro de la Imagen. Hasta su número 15 la revista estuvo a cargo del fotógrafo y editor Pablo Ortiz Monasterio; a partir de este número, correspondiente a septiembre-diciembre de 1998 ( no le haga caso a la fecha, esta es una publi cación cristiana: sale cuando Dios quiere), entra al quite Patricia Gola, cofundadora y también dedicada a la divulgación de la cultura fotográfica. El número está dedicado a los deportes y contiene, entre otros, artículos de Alfonso Morales, José Juan Tablada (impulsor en México del arte del pugilato), Mario Villanueva (sobre el increíble Profesor Zovek) y Sergio González Rodríguez. Las fotos de Leni Reifensthal, el Charro Espinosa y ese fotógrafo griego llamado Anónimo. Cómprela, voyeurista lector(a), y colecciónela. No se arrepentirá.

Una cierta mirada. Y hablando de mirones, este jueves próximo pasado, como decían los antiguos locutores, se inauguró la exposición Henri Cartier-Bresson. Retrospectiva. No puede usted, curioso(a) lector(a), dejar de asistir a esta muestra excepcional del maestro francés del nitrato de plata, donde podrá alucinarse, por ejemplo, con el retrato del pintor Henri Matisse, tomado en 1944, pintando una paloma que retiene en la mano mientras otras aves, en primer plano, parecen observar atentamente su trabajo. La exposición se encuentra instalada en el Museo de Arte Moderno (Paseo de la Reforma y Gandhi, Bosque de Chapultepec), en la Sala Antonieta Rivas Mercado.

Códices coloniales. La Editorial Raíces nos envía su más reciente número de la revista bimensual Arqueología Mexicana, cuyo contenido principal está dedicado a los códices de todo tipo: históricos, calendáricos, religiosos, jurídicos, etcétera. La publicación, a pesar de ir ya en el número 38, continúa con la marca de excelencia en cuanto a impresión y fotografías (lo cual justifica de cierto modo su precio de 50 deslizantes), aunque quizá sería bueno que el excelente diseñador Martín J. García-Urtiaga fuera pensando en un cambio de diseño, el cual se ha mantenido más o menos igual durante más de seis años. Nos extrañó no ver en su directorio a Enrique Vela, principal editor del bimensuario durante muchos años. Ojalá y María Nieves Noriega de Autrey (directora general de Editorial Raíces) y Mónica del Villar (directora editorial de Arqueología Mexicana) no se arrepientan. Pero usted, conchero(a) lector(a) que no ha comido carne humana sólo porque no sabe prepararla, no haga caso de estos chismes domésticos y apresúrese a comprarla en su kiosko o Sanborns favorito.

La banda de Moebius Piastro. La producción independiente de CD de jazz mexicanos es francamente una hazaña. Pareciera que el público jazzófilo se quedó atascado en Thelonius Monk y Charlie Parker, en Oscar Pettersson y Dave Brubeck. El guitarrista, compositor y productor jazzero Eduardo Piastro, seguramente admirador de la multifuncionalidad de Woody Allen -otro jazzista insigne-, acaba de sacar al mercado un disco compacto con composiciones suyas: Eduardo Piastro / La Banda de Moebius, bajo el sello de IngeniArte Artística. La Banda de Moebius está compuesta por Alberto Medina, guitarra; Alejandro Campos, sax tenor, soprano y faluta; Agustín Bernal, contrabajo; Armando Montiel, percusión y Tony Cárdenas, Batería. Para los reducidos pero hiperfieles fanáticos del jazz mexicano, estos nombres -sumados al de Piastro- seguramente le hablarán de los mejores intérpretes de jazz que tenemos. Eduardo no hace concesiones fáciles al oyente, el suyo es un sonido complejo y virtuoso que persigue también morderse la cola de la improvisación. Para adquirirlo directamente, comuníquese al tel./fax (52) (5)394 4149, o al e-mail [email protected]. Cómprelo ya, si no le gusta, Piastro se compromete a devolverle su dinero.

Carlos García-Tort


Bazar de asombros


JEREZ, LA BUFA, LîPEZ VELARDE, SAMPEDRO,
NIEVE EN ``EL PARAêSO'' Y YA BASTA DE PERORATAS

Creo, no lo sé de fijo, que mi anfitrión en Zacatecas fue el Instituto de Cultura. Digo esto por la sencilla razón de que sus funcionarios fueron presencias invisibles. Con prudencia total sólo se manifestaron a través del pago del boleto de avión, el envío de una camioneta conducida por un amable y memorioso chofer, y el de un coche zarandeado por un muchacho iracundo con muy buenas razones para estarlo: el trabajo en domingo, el alejamiento de la birria con que celebraban a su patriarca machorrón y la horrenda obligación de escuchar, sin parpadeos reveladores, las peroratas que asesté a mis víctimas zacatecanas y jerezanas. Además, ya en el aeropuerto, un apresurado funcionario me entregó un prudente estipendio.

Mis buenas amigas Myrtila y Mónica me pasearon por las calles de ``broma pesada'' de la ``bizarra capital'' y, junto con Esther y el poeta, líder anarquista, libertario, rockero y dadaísta, José de Jesús Sampedro, me llevaron a Jerez. Vimos a lo lejos las montañas y adivinamos los pueblos de las rutas hacia occidente: Colotlán, Juchipila, Jalpa, Moyahua (``yo soy de El Limón, muy cerca de Moyahua, del mero cañón de Juchipila'', decía el Demetrio Macías traído al mundo por el doctor Mariano Azuela) y, más lejos, Huejucar, Huejuquilla, pueblo situado al final de esa fina cuchillada que el mapa de Jalisco le asesta al de Durango; Mezquitic y San Martín de Bolaños, el viejo mineral que el Padre Plasencia encontró ya en ruinas a mediados de los veintes. Así lo celebró: ``Bolaños, la urbe de las tapias caídas, que en tiempos de los reyes fueron de cal y canto y que ahora se acuestan para que así derruidas, salgan los alacranes a beber su quebranto...''

Antes de mi despliegue de verbosidades fuimos a tomar las nieves que nos obsequiaron las amables dueñas del mítico ``Paraíso'' (recomiendo las de menta y cajeta), y a las seis de la tarde con una media hora larga, comenzó el delito de conferencia.

El día anterior, un delito igual fue cometido en la biblioteca del viejo monasterio de Santo Domingo en Zacatecas. Ante un grupo de muchachas(os) sabias(os) en López Velarde, el perorante osciló entre las ``dualidades funestas'' del padre soltero de nuestra poesía moderna, rindió homenaje a todas las beneméritas primas y, sin lograrlo del todo, intentó completar sus teorías sobre la universalidad de un poeta tan fiel a sus primeros signos, al entorno de todas sus iniciaciones.

Llovió abundantemente y el jardín de Jerez estaba casi inundado. Nos detuvimos frente al municipal busto dorado de López Velarde y, en ese momento, un majestuoso cuervo se posó en la cabeza del poeta. Esther tomó algunas fotos de ese homenaje que, desde Baltimore, rindió Edgar Allan Poe al poeta de Jerez. La tarde dijo never more y, cuando nos fuimos, el cuervo todavía estaba ahí.

La charla se celebró en el edificio de ``La Torre'', antigua escuela construida en ese peculiar estilo que podría llamarse ``gótico jerezano''. Una buena parte del público me acompañó en el decir de poemas que guardaba en la asombrada memoria. De repente, una voz poderosa, histérica y perentoria, se impuso a la mía, ya un poco cansada de tanto agredir a los públicos de varias ciudades del país, América Central y la misma ``madre patria'' que no ha logrado ponerse a salvo de mis sermoneos. La voz terrible salía de dos bocinas adosadas a los neoclásicos (y hasta un poco góticos) muros del Santuario de la Virgen de la Soledad. Pertenecía a un levita indignado por el crecimiento de ``las malditas sectas'', por la proliferación de las malas costumbres (su homofobia lanzaba llamaradas capaces de entusiasmar al mismo Torquemada), el uso del condón, el aumento de los abortos y, muy especialmente, el decrecimiento del pago del diezmo y de la entrega de las limosnas tan útiles para la Iglesia y para los donadores y su perfeccionamiento espiritual. Escuché todos estos despropósitos, pues me vi obligado a guardar silencio en lo que cerraban las ventanas para atenuar el sonido de la voz cargada de amenazas y de condenaciones. A la salida me entregaron la Antología del padre soltero que acaban de publicar tres grandes lopezvelardianos, Marco Antonio Campos, Sampedro y Evodio Escalante.

Recordando al cuervo y olvidando al cura, regresamos a Zacatecas, santamente acompañados por la lluvia. Al día siguiente, desayunando en la Acrópolis, escuchamos distintas opiniones sobre el régimen de Monreal. Pedí paciencia a los críticos enfermos de esa clasemediera desconfianza que se transforma en desesperanza, e insistí en la idea de que los ex miembros del partido de estado, genuinamente convertidos a la democracia, son y serán elementos fundamentales en la difícil y obstaculizada transición. Adolfo Suárez, funcionario del franquismo, llevó a España a la modernidad; Iliescu, ayudante del feroz conducator masacrado por sus víctimas, inició el camino hacia la libertad de los rumanos. Hay otros muchos ejemplos. Tal vez por esta razón, se les llama ``traidores'' a los convertidos a la democracia. En fin... el mal humor está produciendo ataques de tontería y de confusión en los nuevos ``estadistas''. El señor Montiel y sus encarceladas ``ratas'' son un buen ejemplo de este discurrir obsceno de las menguadas mentes electoreras.

Hugo Gutiérrez Vega

CONFIGURACIONES

Hugo Hiriart

Pequeña disquisición lógica

De la filosofía me gustan, sobre todo, los problemas, cualquier problema con tal que sea nítido y bien delimitado. Por ejemplo, me detengo aquí en la puerta de lo que voy diciendo y encuentro, en la entrada, un problema: decir ``me gusta `cualquier' problema nítido'' es equivalente a decir ``me gustan `todos' los problemas nítidos''. Es decir, ``cualquiera de ellos'' es equivalente a decir ``todos ellos''.

Este problema parece muy sencillo, pero cuidado, cualquier y todos son palabras lógicas (todos es operador lógico) y deben, por tanto, manejarse con pinzas delicadas. Va de nuevo la formulación del problema: supongamos que quiero comprar un cuadro, me muestran tres diferentes y digo ``me gusta cualquiera de ellos''. Esta expresión es equivalente a ``me gustan todos ellos'' (es decir, ``me gustan los tres cuadros'').

¿Cómo resolver la cuestión? Lo que yo hago es esto: primero capto ``qué siento'' del problema, es decir, ¿me inclino intuitivamente a decir que sí o que no son equivalentes? En este caso, lo que siento o intuyo es que no, que no son equivalentes. Porque, grosso modo, estas palabras tienen diferente sabor lógico: cualquiera me parece voz selectiva y todos me parece masiva.

Ya orientado por mi inclinación, me pongo a razonar: sea lo que sea que se entienda por equivalentes, no puede querer decir sustituibles. La frase ``llévate cualquiera, pero no todos'' (dicha a un niño en una juguetería), tiene sentido. Si cualquiera y todos fueran sustituibles, se formaría la contradicción, sin sentido, ``llévate todos, pero no todos''.

Sin embargo, hay evidencia a favor de cierta equivalencia entre todos y cualquiera. Si digo ``todos esos pájaros son amarillos'', parece obvio que estoy diciendo ``cada uno de ellos es amarillo''. Lo que muestra este razonamiento es que, a veces, de todos puede deducirse ``cualquiera de ellos''. Y al revés, si dices de un grupo de muchachas ``cualquiera de ellas es hermosa'' es paladino que estás diciendo ``todas son hermosas''.

Ahora bien, en este caso estás interpretando todos como una especie de suma de ejemplares. Esto es, ``toda la banda criminal'' quiere decir ``el Garbanzo y Apolinar y el Picahielos y Ponciano''. Esta interpretación, aunque parece cierta y hasta obvia, molestaba a Wittgenstein. Para él no sólo no era obvia, sino equivocada. Supongamos que digo:

-Todo lo que está en canasta está infectado.

-¿Y qué hay en la canasta? -me preguntan.

-No sé -respondo.

Y pese a que no sé, esto es, a que no puedo decir ``hay a, b, c...'', puedo usar todo. Luego todo a veces no equivale a ``lista de ejemplares''. Wittgenstein da otros argumentos, pero son complicados y nos llevarían demasiado lejos del blanco elegido. Pero daré ejemplos, de todos modos, sobre todo para mostrar que el tema tiene complejidad. Dice Wittgenstein: ``He visto dos paños del mismo color. Se puede creer que con ello se indica que `los dos eran verdes, o azules, o...'; pero es bien claro que no se puede indicar eso, pues no podríamos efectuar semejante enumeración.'' Es decir, si digo ``no hay nadie en el cuarto'' no estoy diciendo ``no están ni a, ni b, ni c...'', enumeración imposible. Paralelamente, si digo ``están todos'', no estoy diciendo ``están a, b, c...''

Pero dejemos el problema de qué digo cuando digo todos y regresemos a nuestro problema, a saber, si todos y cualquiera pueden ser equivalentes. ¿Cómo podemos mostrar sin lugar a dudas que no son equivalentes? Pongamos un caso que lo exhiba claramente. Peter Geach propone uno, contundente: supongamos que hay tres muchachas casaderas; tú puedes decir ``me caso con cualquiera de ellas'', pero no puedes decir ``me caso con todas ellas''.

Aquí se exhibe muy bien el carácter selectivo de cualquiera y el carácter masivo de todas. Y observa: cualquiera indica un individuo, todas indica una clase. Cualquiera de las muchachas puede tener un lunar, pero la clase, en tanto clase, no puede tener un lunar.

Esto es, no puedes pasar de ``todo muchacho ama alguna muchacha'' a ``hay una muchacha a la que todo muchacho ama''.

La primera proposición entiende muchacha como clase, la segunda como individuo existente. Y claro, no es lo mismo.

Y con esto, creo, queda resuelto el problema.


LAS ARTES SIN MUSA

Pablo Mandoki

El público perdido

``La gran poesía clásica es clásica tanto por lo que lleva a los eruditos a las definiciones y a los dogmas, como por lo que invita a los poetas a la fuga, apoyándose en sus últimos acordes...'', dice León Felipe en la nota preliminar a su paráfrasis de Macbeth. ``Para los eruditos un poema clásico es un predio amojonado, de estudio, de recogimiento y de respeto... un campo de aterrizaje. Para los poetas no es más que un punto de arranque... la continuación de un viaje interrumpido, la prolongación de un vueloÊcortado...'', y es en esa dirección que Rocío Carrillo se aventura con su grupo Organización Secreta (confabulación teatral) a explorar el mito de Medea y crear su propia versión a partir de Eurípides, Corneille, Jean Anouilh y Christa Wolf. El resultado es el de una Medea contemporánea que prescinde de los elementos formales de la tragedia griega, como el estilo mismo o la utilización del coro, para hacer una lectura del mito más cercana a la realidad del espectador de fin de milenio.

Gabriela Reynoso construye una Medea convincente, sin adornos ni estereotipos y con una gran fuerza dramática que le permite hacer tangible la dimensión más vital, demoledora y radical de la pasión. Su contraparte, Jasón, es interpretado por un Roberto Ríos -Raki- bien dirigido, bastante mesurado y sin ningún exceso melodramático que pudiera hacer sucumbir la propuesta. En cambio, el trabajo de Leticia Garza Joa se basa más en actitudes prefabricadas que en un verdadero desarrollo interior del personaje de Lisa, afectando seriamente el tono general de la puesta en escena. Cabe agregar, además, que el montaje adolece de un pobre manejo de objetos.

El Corinto que habitan estos tres personajes parece más un suburbio en decadencia imaginado por algún profeta de ciencia ficción, que una de las ciudades de la antigua Grecia. Su gobernante, un Creón-Pinochet muy bien logrado a cargo de Pedro Altamirano, ejerce su poder a través de los medios electrónicos de comunicación -una enorme araña que todo lo abarca, lo ve, lo escucha, interpreta, interpela, manipula e irrumpe groseramente en la intimidad de las personas (cualquier parentesco con la realidad debe ser mera coincidencia). La escenografía de Juan Manuel Marentes es capaz de evocar con tino este rincón perdido -último refugio de Medea sin esconder, tampoco, una evidente falta de recursos, seguramente no por razones conceptuales sino, más bien, presupuestales.

Dadas estas condiciones, así como los tiempos limitados que se les asignan a este tipo de producciones (no sería raro que a la fecha de publicación de esta nota el montaje haya desaparecido ya del teatro Santa Catarina), se antoja augurar un promisorio destino a esta obra en manos del Instituto de Cultura de la Ciudad de México, el cual anunció un programa denominado Teatro Clásico, que comprende ``una revisión metódica del teatro universal, comenzando por el teatro griego'', e instó a otras instituciones públicas a participar en el proyecto. ``La crisis del teatro mexicano no es de creatividad sino de falta de público'', asegura Alejandro Aura (La Jornada 21/V/99). ``En esta capital hay mucho teatro pero pocos espectadores, pues falta una educación teatral y programas consistentes.''

Más allá de una real y total falta de consistencia en los programas culturales de las instituciones públicas durante las últimas décadas, efectivamente, parece que al gran público ya no le interesa el teatro o, lo que es lo mismo, éste ya no habla su lenguaje ni satisface sus necesidades. Sin embargo, en lugar de buscar la respuesta al problema haciendo una reflexión autocrítica de las formas y contenidos que seguramente han contribuido a esta exasperante realidad para los teatreros, una vez más se recurre al viejo y contraproducente concepto académico y paternalista que pretende educar al público para que pueda, entonces, acceder al teatro. Como muestra un botón: en una lectura en atril dramatizada de la obra Ifigenia Cruel de Alfonso Reyes en La Casa del Periodista, como parte del ciclo Lecturas en Atril, resultaba notorio que los pocos asistentes eran, en su mayoría, familiares, amigos o conocidos de los actores. Los demás, que eran los menos (probablemente vecinos de la colonia), entraban por una curiosidad que, a los pocos minutos, se veía socavada por un texto tan complejo y un tono grandilocuente tan poco accesible que, poco a poco, terminaban por abandonar el recinto.

El reverso de la moneda son las propuestas que, como la de Rocío Carrillo, se han dado a la tarea de actualizar los grandes mitos. Resultaría interesante otorgarles el apoyo necesario para probar suerte en este intento tan importante por recuperar al público perdido.