UN TERCIO DE LA POBLACION, SIN FUTURO
En el documento Efectos sociales de la globalización sobre la economía campesina, elaborado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y reseñado hoy en estas páginas, se presenta un diagnóstico demoledor sobre el efecto en el agro mexicano de las políticas económicas neoliberales en vigor desde el sexenio antepasado. De acuerdo con el estudio, la apertura comercial indiscriminada, la liquidación de las empresas estatales de apoyo al campo, la disminución de los subsidios y la eliminación de los precios de garantía, entre otras medidas adoptadas por el gobierno pasado y por el presente, se han traducido en un incremento de la pobreza rural, un aumento del flujo migratorio del campo mexicano hacia Estados Unidos ų11 por ciento de la población ruralų y una crisis de rentabilidad en la agricultura.
Aunque el documento referido no la menciona, cabe señalar que al abandono del campo y de su gente por parte del sector público se suma la tradicional ausencia de la inversión privada en el sector de pequeños propietarios, ejidatarios y comuneros. El caso más patético de esa ausencia es el de la banca privada, la cual, al principio del salinato, otorgó al agro créditos inviables que culminaron, pocos años después ųaún en pleno sexenio de Salinasų con masivos juicios de embargo, en lo que constituyó la génesis del actual movimiento de deudores El Barzón.
Ciertamente, la administración pasada y la presente han emprendido programas de apoyo a las agroindustrias de gran escala, especialmente a las de exportación, y han impulsado con ellos a un puñado de empresarios de ese ramo. Pero la gran mayoría de los campesinos ųpequeños propietarios, ejidatarios y comunerosų parecen no existir para los máximos responsables de la política económica, salvo cuando llega la hora de pronunciar discursos electorales o conmemorativos de efemérides oficiales.
En el pensamiento gubernamental no se toma en cuenta que en las economías desarrolladas que parecieran constituir sus modelos ųEstados Unidos, Europa occidental, Japónų los gobiernos respectivos otorgan a sus campesinos un respaldo decidido que llega, en ocasiones, hasta las confrontaciones diplomáticas con rivales comerciales. Por consiguiente, las agriculturas de tales naciones ofrecen una sólida base para el desarrollo industrial, comercial y financiero, y se constituyen en un factor imprescindible de estabilidad social y hasta de preservación de la identidad.
Ha de señalarse que, en los países referidos, el porcentaje de población rural es inferior, en todos los casos, a 8 por ciento. En contraste, en México la proporción de población rural es de 29 por ciento, casi 29 millones de mexicanos, en suma, abandonados a su suerte por los gobiernos recientes, carentes de sitio y perspectivas en los planes económicos.
A ese tercio de la población, el gobierno no le está dejando más salidas que el levantamiento y las insurgencias, la cooptación por el narcotráfico ųcon el consiguiente fortalecimiento de esta actividad delictivaų, la emigración a Estados Unidos o la integración a la miseria y la marginalidad urbanas. Se está larvando, en el campo, un desastre social harto anunciado.