GALERIA Ť Ronald Ferrera Cerrato
"Cazador de microbios" útiles para la agricultura
Los microorganismos no son un factor mortal. Son muchos más los benéficos que los que causan algún daño. Un ejemplo de la relación positiva que existe entre ellos y nuestro hábitat es el uso de cierto tipo de hongos o bacterias para incrementar la producción agrícola, disminuir el uso de fertilizante nitrogenado, nutrir o reparar la tierra de cultivo, controlar elementos patógenos del suelo e incluso limpiar terrenos contaminados por hidrocarburos.
Esa tecnología es posible gracias a la investigación desarrollada en microbiología de suelos, área en la que trabaja el doctor Ronald Ferrera Cerrato (Tegu- cigalpa, Honduras, 1942), en el Instituto de Recursos Naturales del Colegio de Posgraduados en Ciencias Agrícolas, ubicado en Montecillo, estado de México.
"Mi trabajo consiste fundamentalmente en el uso de los microorganismos para aumentar la producción agrícola, y eso se realiza de varias formas. Una de ellas es el manejo de la simbiosis, es decir, la relación entre organismos de diferentes especies, en este caso con vegetales. Tratamos de aprovechar tecnológicamente esa relación, que beneficia a ambos organismos, para que pueda redituar en el incremento de la producción de nuestros cultivos.
"Un ejemplo de ese tipo de simbiosis mutualista es la manera como las leguminosas fijan el nitrógeno. En la estructura de la planta hay nódulos que en su interior contienen bacterias del suelo con capacidad para transformar el nitrógeno molecular en nitrógeno disponible para las plantas. Ello permite usar menos fertilizante nitrogenado mi-neral. Pero, además, si el fertilizante se utiliza de manera inadecuada puede contaminar los mantos freáticos y la atmósfera, o si se usa abundantemente eleva los costos de producción."
Ese tipo de metodologías, acota el doctor Ferrera, químico, bacteriólogo y parasitólogo de la Escuela Nacio-nal de Ciencias Biológicas del IPN y doctor en ciencias en esa misma institución, consisten en aislar la bacteria contenida en los nódulos de las plantas que son de interés para el investigador o una empresa.
Después de obtener los microorganismos, éstos se purifican mediante un cultivo de laboratorio ųhecho de minerales, azúcar y agarų y se ensaya en condiciones controladas en un invernadero. Así se obtiene una selección de las mejores cepas para cultivarlas en el laboratorio y ensayarlas en el campo con diferentes leguminosas de importancia económica.
El impacto de las cepas se mide por el rendimiento del cultivo, el aumento de la biomasa del vegetal y la actividad nodular de la nitrogenasa. Esta técnica también sirve para recuperar suelos que han perdido fertilidad o como abono verde. Asimismo, algunas plantas inoculadas controlan malas hierbas y agentes patógenos del suelo, y la producción puede aumentar, por ejemplo, de 700 kilogramos por hectárea a cuatro toneladas, y sin contaminar el ambiente. Esos organismos han tenido éxito en Zacatecas, Durango y Tabasco, entre algunos otros estados.
"La gente no se imagina lo que cuesta un frijol, sólo lo consume, pero es la investigación aplicada de los agrónomos y diversos especialistas que llevan sus conocimientos a la práctica lo que hace esto posible. Sin embargo, para extender esta tecnología hay limitantes que escapan a la participación de los investigadores, como la falta de agua en territorios grandes y la ausencia de impulso del sector industrial."
Ferrera Cerrato, quien vino a México con la idea de convertirse en "cazador de microbios" (nacionalizado por naturalización), también trabaja en simbiosis entre hongos del suelo y raíces de ciertas plantas, particularmente frutales, y explica que al inocular cepas se puede aumentar mil por ciento el crecimiento de un árbol frutal sin ningún fertilizante. "El problema es que aunque tenemos todos los elementos para desarrollar esa técnica, carecemos del brazo industrial que produzca con cepas mexicanas".
Ferrera retomó una línea de trabajo iniciada por el doctor Carlos Casaz Cam-pillo sobre levaduras que utilizan hidrocarburos como fuente de carbono. Su base era producir proteínas utilizando hidrocarburos desechados. Ahora, a través de un proyecto llamado fitorremediación y el interés del Instituto Mexicano del Pe-tróleo (IMP), se plantea tener un paquete tecnológico de plantas bien estudiadas que sean tolerantes a las concentraciones de hidrocarburos. Para lograrlo se han aislado microorganismos de la raíz con capacidad de comer hidrocarburos como el petróleo y así limpiar las áreas contaminadas. (Mirna Servín) (Fotos: Alfredo Estrella)
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