n Hernández Palacios publica Los espacios pródigos


Sin miedo, regreso a mi amor y pasión por la literatura

n La ensayista aborda sombras de la crítica oficial: Carmen Leñero

Arturo Jiménez n Con el libro de ensayos Los espacios pródigos, Esther Hernández Palacios ''por fin" pudo regresar al amor y la pasión que siente por la literatura y expresarlo sin el miedo de no ser ''lo suficientemente académica y bibliográfica".

En estos espacios generosos Hernández Palacios aborda obras de Carlos Fuentes, José Revueltas, Sergio Galindo, Ramón López Velarde, Enriqueta Ochoa, Efraín Huerta, Concha Urquiza, Gilberto Owen y José Juan Tablada.

Así, reconciliada la escritora con ''la profecía de la literatura, y con el ángel y el mundo", Carmen Leñero y Samuel Gordon presentaron este trabajo (editado por la Universidad Veracruzana) el pasado miércoles, en la Casa Lamm.

Hernández Palacios, luego de agradecer a los asistentes su presencia en una noche en que la selección nacional de futbol se enfrentaba a la de Brasil, confesó que Los espacios pródigos es muy importante para ella porque, después de mucho tiempo, pudo decir lo que quería como lectora.

''Es cierto lo que dijo Carmen (Leñero): siempre prefiero la vida que la literatura, pero también siempre regreso a los libros. Es un dilema constante que está en mí desde que aprendí a leer. Y en la medida que me adentré en la literatura acabé estableciendo con ella una relación pasional".

La directora del Instituto Veracruzano de Cultura indicó que pretendía leer y escribir pero, como muchos, comenzó a estudiar la literatura y había terminado ''viéndola no ya de manera pasional, o desde una relación amorosa con las letras como elemento esencial para la vida, o como la profecía, la guía, la iluminación y el vértigo, sino como si fuéramos anatomistas diseccionando un cuerpo amado".

Ella es autora de La poesía de Jaime Sabines (1984) y El crisol de las sorpresas (1994), editados por la UV, además de Veracruz, dos siglos de poesía (XIX y XX), publicado por el CNCA, y Salvedades (gobierno del estado), ambos de 1992.

 

Explorar las grietas

 

Para Leñero estos ensayos son ''espacios pródigos" por laterales, inusitados y periféricos. ''Y no es que las obras y autores que trata no resulten centrales para una historia de la literatura, sino porque aquello que explora es siempre un sesgo, una zona ignota, una faceta olvidada, una grieta respecto de lo que las teorías, la crítica literaria oficial o el lector común han dicho.

''Prefiere abrevar en una parcela excéntrica, en un núcleo vivo de experimentación o en un aspecto bajo la sombra. Y se detiene sólo en algo que a su entender merezca ser retomado y reconsiderado, rescatado de la indiferencia, defendido o mitigado como un dolor".

Comentó que la ensayista tiene vocación para dar sentido a la adversidad, la que ''enfrentan los artistas como hombres vivos y fracturados en contacto con la sociedad, el mercado literario, el paso del tiempo, los horizontes restrictivos de la cultura, la estrechez de la existencia, la avidez del cuerpo, las demandas de su mundo afectivo o, incluso, con su propia conciencia desconcertada de artista".

Una de sus preocupaciones, indicó, ''es el dilema en que eventualmente se coloca el arte frente a la vida: la virtual contraposición entre el oficio de escribir y la experiencia". Y señaló que la autora ''ha cultivado en sí misma a una lectora independiente pero respetuosa, peculiar pero consciente de sus compromisos con otros lectores''.

De los nueve ensayos de Hernández Palacios, el investigador Samuel Gordon dijo que son de corte académico, ''munidos de aparato crítico riguroso y con las consiguientes deudas intelectuales puntualmente pagadas", aunque precisó que la autora ''hace hablar" la obra que analiza.

Gordon sólo comentó los seis ensayos finales y excluyó los tres primeros, sobre narrativa, al argumentar que la crítica se ocupa de ''manera abrumadora" sobre este género, ''obnubilando la importancia de la experimentación y los hallazgos de ese laboratorio verbal, casi secreto, que es la poesía".

Respecto del ensayo sobre Franz Kafka y Ramón López Velarde, por ejemplo, dijo que se descubre entre ellos, además de coincidencias, ''ciertos grados se simbiosis en lo que confiesan acerca de la escritura y el silencio, la paternidad y la infecundidad, la mujer y el pesimismo, la equidistancia de los movimientos vanguardistas, la indignidad, la humillación y la frustración".

Señaló que se trata de un libro pleno de constribuciones y compartió la opinión que ubica a la ensayista entre los mejores estudiosos de las letras mexicanas.