La Jornada viernes 16 de julio de 1999

Astillero Ť Julio Hernández López

Mueve a natural rechazo la postura del coordinador de los diputados federales priístas, Arturo Núñez Jiménez, al insinuar la posibilidad de consignar penalmente al legislador panista Santiago Creel por haber dado a conocer al público documentos relacionados con el financiamiento de Banco Unión a las campañas priístas de 1994.

Dengue tropical

La desproporción del tabasqueño generó el respaldo inmediato de las fuerzas democráticas del país al diputado amenazado (mal tropical contagioso, por lo que se ve, pues ya antes Creel había conocido los embates insanos de otro personaje del sureste, el entonces gobernador Roberto Madrazo, que se atrevió a irrumpir en San Lázaro para llevar un parche a Santiago, pretendiendo así asociarlo a la figura villana de aquella Catalina Creel que estelarizó María Rubio en la telenovela Cuna de Lobos).

Pero, asentado el indudable apoyo al panista (que ha pedido ya que le asignen celda para cumplir la prisión que acaso se le impusiese), es conveniente no perder de vista el bosque por atender los estremecimientos del árbol más inmediato.

En el fondo, la estridencia blanquiazul del momento busca recuperar el espacio político perdido en meses anteriores, y recomponer la figura rumbo al 2000.

Históricamente culpable de complicidad con el sistema PRI-gobierno en la tarea de destrabar el grave problema representado por la difusión de las cuentas del Fobaproa (hecha tal difusión por el PRD, y en esencia, por Andrés Manuel López Obrador, en el lance que le dio más lustre y que le hizo trascender a su propio partido, empantanado entonces como ahora en las batallas pandilleras por los cargos partidistas de hoy y las candidaturas plurinominales del mañana), el PAN ha emprendido una enérgica campaña de remozamiento de imagen, pensando en las elecciones presidenciales venideras.

El PAN, recuperando banderas

Ayer, por ejemplo, en rueda de prensa, Luis Felipe Bravo Mena, el presidente nacional del PAN, dijo con toda frescura que ``justamente si no hubiera sido por nosotros, no hubiera sido posible que hoy estuviéramos sobre la pista de asuntos ciertos y serios, que obliguen al PRI a devolver dinero'' (del erario, utilizado en campañas y luego metido al Fobaproa: nota de Astillero).

Las palabras de don Luis Felipe se produjeron en respuesta a una pregunta en la que se planteaba si acaso el PAN, en este caso (Banco Unión-Cabal Peniche-campañas priístas-Fobaproa-IPAB) iría ``a negociar, a concertacesionar, ya que siempre se les ha acusado de eso''.

Una recomendación, de cuates

Luego de negar tal posibilidad, el jefe panista propuso, además, a los periodistas, que ``ese mito de las concertacesiones, este cliché, este lugar común, hay que dejar de usarlo...''

Los hechos, sin embargo, dejan poco espacio a las dudas. El enojo, el arranque de valor cívico del PAN, se despertó luego de que en el Senado de la República el PRI realizó una maniobra con la que pretendió eximirse de la responsabilidad de no aprobar ciertos puntos de reforma electoral y sí, en cambio, echar la culpa a los panistas por su inasistencia a una reunión de comisiones de análisis que, al no contar con quorum (aunque éste se conformaría sólo con la presencia de los priístas, que tienen mayoría, por lo cual la asistencia o inasistencia de los opositores no es causa determinante de tal quorum), no produjeron un dictamen que era básico para poder sesionar en pleno.

Sintiéndose traicionados por el giro priísta relativo a esas reformas electorales (sobre las que era bien sabido que el PRI no las aprobaría de ninguna manera), los panistas iniciaron una escalada de endurecimiento que, según los priístas, obedecía en realidad a que, al no haber quorum, ni materia para sesionar, se les quitó a los panistas la posibilidad de usar la tribuna parlamentaria para atizar el fuego de las elecciones del estado de México, que estaban en puerta.

Los nuevos ultras

Fuese uno u otro el motivo, lo cierto es que de pronto los panistas desenterraron el hacha de los guerreros y se han lanzado contra el PRI y el aparato gubernamental alineado con ese partido.

Y en ese contexto, ¡pácatelas!, como diría el difunto animador, que los panistas se encuentran, así como de repente, así como quien no quiere la cosa, con que desde más de un año atrás tenían en su poder unos documentos altamente comprometedores para el PRI, sus campañas y sus autoridades, comenzando con la presidencial.

Más de un año habían dormido el sueño de los justos tales documentos en gavetas intocadas. Pero que se enojan las comadres y que empiezan a salir las verdades.

Un reportero le preguntó ayer al dirigente Luis Felipe Bravo Mena si el asomo de los tales papeles no era debido a que el PAN se sentía traicionado después del incidente de la reforma electoral, y habida cuenta que esos documentos habían sido difundidos oportunamente por Andrés Manuel López Obrador mucho tiempo atrás.

Puras malas intenciones (fotostáticas)

Dijo el líder panista: ``No. Yo creo que es una lectura realmente muy mal intencionada de esto. Lo que ha ocurrido es muy simple y ha estado a la vista de todo mundo, de ustedes, en primer lugar. Ha ocurrido que, hasta donde yo tengo conocimiento, el PRD había entregado una información que eran copias fotostáticas, no era documentación original''.

Y juzgue el lector esta perla de las coincidencias políticas, del mágico beso del azar que es capaz de convertir a un sapo en príncipe: ``en el estira y afloja con la Secretaría de Hacienda, de que no quiere entregar información'' del caso Banco Unión, etcétera, sucede que ``revisando los expedientes que se habían tramitado con estos mismos asuntos, pero en otra vía, en meses anteriores, tema Madrazo, Procuraduría, y demás; en la revisión del expediente, la comisión (de Gobernación, de la Cámara de Diputados) encuentra que tiene originales de las fotocopias que había presentado el Partido de la Revolución Democrática''.

Y ¡zas!, que se me aparece la virgenz

Al respecto, abundó Santiago Creel: ``...lo que pasa es que ninguno de nosotros teníamos conciencia que las copias que nos había enviado la Secretaría de Hacienda eran copias autentificadas, firmadas y con sello, por parte de la propia Secretaría de Hacienda. Entonces, ante la negativa de Hacienda, reviso yo el expediente, para ver qué tipo de copias obraban en poder de la comisión, y me doy cuenta que eran copias certificadas, copias autentificadas...''

Tan sencillo, tan simple, tan coincidente. Como darle el beso al sapo en el charco y ver aparecer a un príncipe en el palacio.

(Pensando en malas intenciones autentificadas, no fotostáticas, ¿deberá ponerse a temblar Montiel en su camino rumbo a Palacio? ¿El beso funcionará a la inversa, es decir, el cuasi príncipe, o príncipe virtualmente electo, será devuelto a la condición de sapo? Nótese, por lo demás, la elegancia de esta columna al no aprovechar las referencias zoológicas para hablar de ratas sin derechos humanos.)

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