* Industria en expansión


Monsanto aplica pruebas a doce trasgénicos para su venta en México

Angélica Enciso L. /I * Monsanto, la principal empresa trasnacional especializada en la producción de granos, anunció que actualmente realiza pruebas con 12 organismos modificados genéticamente, mismos que podrían introducirse en México, donde ya se cultivan casi 100 mil hectáreas con semillas trasgénicas de algodón y tomate.

VLas empresas que han desarrollado esta tecnología obtuvieron el año pasado ganancias de más de mil millones de dólares, con ventas de más de 3 mil 500 millones de dólares y "su valor puede llegar hasta los 300 mil millones de dólares, lo cual supera en mucho el valor de la agricultura tradicional", estimó Rafael Herrera Estrella, de la Universidad de Bristol. Además de Monsanto, están las compañías Novartis y AgrEvo.

Los riesgos a la salud por el consumo de estos productos aún se estudian, así como su impacto al medio ambiente, pero en regiones como la Unión Europea en breve se podría declarar una moratoria para su venta, y en Inglaterra ya está prohibida su comercialización, además que investigadores advierten sobre el riesgo para la biodiversidad.

Aunque en el país el cultivo con estas semillas no es mayor, la presencia de esos productos es alta, ya que de acuerdo con organizaciones, la mayor parte de las importaciones de maíz de Estados Unidos -que el año pasado llegaron a los casi cinco millones de toneladas-, la alta fructosa que se consume en los refrescos y la soya son trasgénicos.

Los trasgénicos son productos a los que se les coloca un gen de otra especie animal o vegetal para hacerlos más resistente a las plagas, darle mayor rendimiento o más tiempo de vida.

Uno de los productos sobre los que existe mayor riesgo, advierten investigadores, es el maíz, ya que el país es centro de origen del grano, cuenta con 50 razas y más de 10 mil colecciones que resguarda el Centro Internacional del Mejoramiento de Maíz y Trigo (Cimmyt). Además, la nación está ubicada en el cuarto lugar a nivel mundial en riqueza de plantas superiores, y cuenta con 40 mil de las 250 mil especies que existen a escala mundial.

Actualmente, aquí están a prueba alfalfa, papa, canela, chile, maíz -con resistencia a herbicidas- y melón, además que sería difícil la autorización para cultivar maíz trasgénico, informó el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP), organismo desconcentrado de la Secretaría de Agricultura.

Para este, el desarrollo genético constituye una gran oportunidad, pero hay que tener cuidado con su aplicación, y antes de liberarse un producto, debe pasar por distintas pruebas.

 

Cultivos trasgénicos

 

En México comercialmente se cultivan dos trasgénicos: algodón -casi 50 mil hectáreas en Tamaulipas- y 34 por ciento de la producción de tomate, por lo que uno de cada tres que se consumen en el país es modificado, señala Ernesto Ladrón de Guevara, de la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas y Autónomas (UNORCA).

Detalla que además el país importa más de la mitad del consumo nacional de soya, la cual en Estados Unidos se produce con semillas trasgénicas.

En este momento en 15 por ciento de la superficie cultivada de maíz, que en total asciende a 8 millones de hectáreas al año, se utilizan semillas mejoradas -son híbridos de la misma especie-, con las cuales los rendimientos pueden pasar de 2.3 toneladas por hectárea a 18 toneladas, lo cual también puede tener implicaciones serias, señala el estudio La diversidad biológica de México de la Comisión Nacional de Biodiversidad (Conabio).

Esto es alentado por el gobierno, ya que en ocasiones se obliga a los agricultores a adoptar semillas mejoradas en cultivos específicos, agrega. Esto está considerado dentro de Alianza para el Campo, programa eje de la política agropecuaria del gobierno.

"La investigación biotecnológica apunta hacia la agricultura comercial y conduce a la demanda de protección de la propiedad intelectual, con consecuencias negativas para la diversidad genética", apunta el estudio.

La biotecnología "puede aportar beneficios a la sociedad en términos de atención a la salud, seguridad alimenticia, métodos sostenibles de forestación y reforestación, pero al mismo tiempo representa una amenaza para las especies y los ecosistemas; al introducir especies mejoradas genéticamente, se pueden modificar los flujos genéticos entre las poblaciones silvestres y hasta la permanencia misma de las especies en los ecosistemas", señala el texto.

Los beneficios del algodón trasgénico con la toxina BT, que elimina los insectos, han sido mínimos, ya que la plaga importante en Tamaulipas es el picudo algodonero, resistente a esa toxina, y su utilidad es sólo para tres o cinco años, indica un análisis de Conabio.

En el caso del maíz, indica, la "utilidad de la semilla de maíz con el gen Crylab sería sumamente limitada, ya que esta toxina no controla el gusano cocollero", y los maíces manipulados genéticamente para las necesidades de Estados Unidos y Canadá "no producen beneficios productivos esenciales para México. Así los riesgos siguen pareciendo mucho mayores que el beneficio potencial en el caso del maíz".

Considera que las implicaciones de la manipulación genética son "serias", ya que la diversidad biológica puede perderse al orientarse la producción a un tipo de grano; las patentes sobre material genético conservado por los grupos indígenas se producen sin su consentimiento; los agricultores podrían llegar a pagar derechos por el uso de las semillas o plantas, y las patentes sobre esos materiales pueden otorgar a su titular derechos monopólicos.

 

EU, principal productor

 

A fines de los setenta se lograron aislar los primeros genes y la industria de la biotecnología comenzó su desarrollo en la década siguiente, "se han hecho miles de experimentos, en varios países del mundo, todos dirigidos hacia la producción de nuevas cosechas con una mejor forma de controlar las plagas y enfermedades, pero también hacia formas de aumentar la nutrición y el rendimiento de las cosechas para que puedan ser más eficientes", indicó el presidente de Investigación y Desarrollo de la división Agrícola de Monsanto, Robert Fraley.

"Todas las cosechas del mundo" se benefician de esta tecnología", no sólo el maíz, la soya o el trigo, sino también las verduras, las especies forestales, árboles y "muchas de las cosechas nativas de diversos lugares y dietas de todos los países del mundo", explicó en una ponencia presentada al grupo Maseca.

Precisó que en 1998 en Estados Unidos se sembraron 24 millones de hectáreas con semillas modificadas genéticamente, y para este año se llegarán a cultivar 40 millones de hectáreas. "Esto significa que más de la mitad de la cosecha de soya, más de la mitad de la de algodón y casi un tercio de la de maíz, están basadas en las innovaciones de la biotecnología. En Argentina, las áreas plantadas representan más de la mitad de la cosecha de soya y en todo el mundo las cosechas se están mejorando con esta tecnología", agregó.

En México desde 1988 trabajaba el Comité de Bioseguridad, y el pasado 20 de junio el presidente Ernesto Zedillo anunció la creación de la Comisión Consultiva de Bioseguridad y una comisión ejecutiva intersecretarial para estudiar los efectos de los alimentos trasgénicos, y en la Cámara de Diputados ya se encuentra una iniciativa de ley de Bioseguridad y Sanidad de Organismos Vivos y Material Genético.