La Jornada lunes 12 de julio de 1999

Astillero Ť Julio Hernández López

Instalado entre la Plaza de Toros México (en la que los mejores diestros saben mostrar sus dotes de muleta y capote) y el Estadio Azul (donde ya no jugará con el equipo cementero el medio ofensivo Héctor El Ruso Adomaitis ni el maestro del buen toque, Benjamín Galindo, Vicente Fox cometió el sábado reciente, al anotarse oficialmente como precandidato presidencial, un lapsus premonitorio, salido acaso de lo más profundo de su conciencia: se comprometió allí, entre la catedral del toreo y un campo dedicado a las patadas profesionales, a abandonar los valores y los principios del Partido Acción Nacional.

La pifia fue corregida de inmediato, y el hombre del traje azul con las botas vaqueras estableció que en realidad no se trataba de abandonar, sino de abanderar, pero cualquier estratega publicitario de los que se pelean por conseguir que en un segundo relampagueante sea fijada una idea simple, concreta, exacta, habría quedado convencido de que ese lapsus, el del abandono en lugar del abanderamiento, podría quedar más grabado en la memoria que el resto del discurso, del que hoy sólo los coleccionistas del foxismo recordarán algunas frases sueltas.

Abandonar al panismo, dijo frente a un público entre el que destacaban las adhesiones de última hora de los chihuahuenses Luis H. Alvarez y Francisco Barrio Terrazas; frente a personajes que han sido cercanos a gobiernos priístas, como Martín Bermúdez, el famoso atleta, o el famosísimo pintor José Luis Cuevas o el distinguido ex priísta Dante Delgado o el ex priísta Antonio Echevarría, hermano de Fox no por la vía sanguínea, sino por la también líquida de la Coca Cola.

Abandonar al panismo, dijo, y luego corrigió, frente a Jorge G. Castañeda y a Adolfo Aguilar Zinser, frente a Fauzi Handam, el diputado panista al que acusan de colaboracionista con los afanes gubernamentales de reducir los costos del escándalo Fobaproa-Cabal Peniche-campañas priístas; frente a gobernadores en funciones como el ex abarrotero Felipe González, siempre pragmático y dicharachero (``el norte trabaja, el centro piensa y el sur descansa'', es su frase más famosa), o Alberto Cárdenas Jiménez y los grupos como el DHIAC en el poder, o Fernando Canales Clariond y los millones y las familias y los espacios del poder político y económico en el que se confunden las fronteras partidistas, o Alejandro González Alcocer, el bajacaliforniano que entró de emergente a la muerte de Héctor Terán y que hoy vive acosado por el mismo fenómeno de la infiltración del narco en las estructuras de gobierno.

Abandono que luego fue convertido en abanderamiento, difundido a nivel nacional por Televisión Azteca (la salinista, de Ricardo, al que ayudó con 30 millones de dólares el socio Raúl), que hizo así ``una colaboración en especie'' con la campaña del guanajuatense, y por cadenas radiofónicas nacionales y regionales.

Pero, ¿lo del abandono fue en verdad un lapsus? ¿No acaso es plenamente comprobable sólo con ver a los Amigos de Fox actuando por encima de la estructura oficial panista? ¿No es verificable sólo contrastando estilos y contenidos del panismo institucional (no sólo el tradicional, sino inclusive el empresarial que ha dominado recientemente) con las estridencias, las desmesuras, las incongruencias de don Vicente?

Del pejelagarto a los tacos de smog

El nombre de Andrés Manuel López Obrador aparece en el horizonte perredista cada que se necesita alguien con capacidad para aglutinar a las dispersas y con frecuencia enfrentadas corrientes internas de ese partido y que, además, tenga autoridad moral para plantear estrategias políticas y electorales viables.

Apenas había anunciado que dejaría de manera adelantada la presidencia nacional del partido del sol azteca y ya semanas más adelante, cuando se entrampó el proceso sucesorio por las graves irregularidades cometidas por equipos de diversos candidatos, se hablaba del tabasqueño como posible bateador emergente, proponiendo que extendiera el mandato que él mismo había acortado.

Luego, dedicado a visitar mil pueblos tabasqueños para reactivar al perredismo de aquella entidad (dividido y golpeado por el encono madracista, desde luego, pero también por los errores internos y actitudes demasiado rígidas que le adjudican ex perredistas a Andrés Manuel), López Obrador comenzó a ser mencionado como posible coordinador nacional de lo que todavía no es oficial pero ya está en plena marcha, que es la campaña presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas.

El candidato del PRD en Tabasco, un no priísta

Con todo y que ya hay un equipo trabajando de manera directa en una especie de coordinación colectiva de esa campaña, todavía se mantiene en las oficinas cardenistas la idea de que Andrés Manuel podría quedar como coordinador general, en cuanto sea resuelto el proceso interno perredista para postular candidato a gobernador de Tabasco (en el que puede resultar electo como candidato algún personaje no priísta, condición que comparten personajes disímbolos como el senador, actualmente miembro del tricolor, Humberto Mayans; el ex diputado federal priísta Raúl Ojeda Zubieta; el actual senador también del tricolor Héctor Argüello o el periodista radiofónico Jesús Sibilla).

Pero, además, se trabaja con fuerza en algunos segmentos del perredismo en la búsqueda de crear las condiciones propicias para que López Obrador fuese candidato a gobernar no su estado natal, sino el Distrito Federal.

El planteamiento, que en principio puede sonar raro, y que el propio Andrés Manuel ha examinado con cierta distancia (no sólo física), parte del hecho de que sólo así se podría tener una candidatura ajena a la crónica historia de roces, recelos y zancadillas entre corrientes perredistas capitalinas y que, además, López Obrador tiene una bien ganada fama nacional, y desde luego capitalina, que lo ha convertido en una especie de activo político partidista que debe ser aprovechado -según los promotores de la idea- en circunstancias como la del DF.

En principio, el tabasqueño se mantiene solamente atento a lo que suceda con esa propuesta, sin aceptarla pero tampoco rechazándola. Por eso ayer, desde Veracruz, el corresponsal de La Jornada, Andrés Timoteo Morales, reportó que el ex líder nacional perredista descartó competir por la candidatura presidencial, pero no desechó la posibilidad de buscar la jefatura del gobierno capitalino.

Es muy probable que Andrés Manuel López Obrador deje de comer pejelagarto en el calor tropical y regrese a la capital del país a disfrutar de nuevo el smog, ambiental y político.

Astillas: El senador panista Emilio Goicoechea habría actuado con alta irresponsabilidad, de ser cierta la versión que ha difundido la agencia Notimex, respecto a declaraciones en las que el sinaloense matiza sus escandalosas palabras pronunciadas días atrás, en las que aseguraba que tres de los cuatro precandidatos presidenciales priístas estarían involucrados en actos de narcotráfico. Habría dicho Goicoechea, siempre según Notimex, que él no estaba acusando a nadie, sino repitiendo versiones en las que se habla de esos nexos. No le da dignidad al senador ampararse en esos recursos leguleyos para evadir la responsabilidad que se deriva de la actitud pública, política, que asumió enmedio del jaloneo senatorial derivado de la actitud priísta de negarse a aprobar una reforma electoral y pretender endilgar la responsabilidad de ese hecho a la oposición. El posicionamiento político del panismo fue de denuncia enérgica de las vinculaciones del priísmo con el narco. Pretender ahora que sólo se decían cosas de oídas, o de leídas, es poco serio. Más en el dato evidente de que, siendo sinaloense, como el precandidato Francisco Labastida Ochoa, las palabras parecían especialmente motivadas por conocimientos de primera mano. Según Notimex, Goicoechea, por el contrario, elogió ampliamente las actividades desarrolladas contra el tráfico de drogas por Labastida Ochoa como gobernador de Sinaloa.

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