La Jornada Semanal, 11 de julio de 1999



(h)ojeadas

Espectros mexicanos

Juan Antonio Masoliver Ródenas

Roberto Bolaño,
Los detectives salvajes,
Anagrama,
Barcelona, 1998.

La obra narrativa de Roberto Bolaño, nacido en Santiago de Chile en 1953 y residente desde hace unos años en Cataluña, es una de las propuestas más originales de la literatura latinoamericana de la última década. Es, asimismo, uno de los proyectos más lúcidos, inteligentes y atrevidos, de lo cual da perfecta cuenta el hecho de que Los detectives salvajes acaba de obtener el Premio Rómulo Gallegos.

Bolaño posee un especial talento para unir lo divertido con lo dramático, para integrar las aventuras literarias en las sórdidas aventuras de la vida, para reconstruir con eficacia la dinámica de espacios geográficos que le son familiares, como Buenos Aires, México, Santiago de Chile, París o Cataluña, y para dar un contenido político (el golpe de estado de Pinochet, el mayo de 1968 mexicano) y humano sin caer en la rigidez ideológica o en el moralismo. Escritura en la que apenas si hay descripciones, la trama depende casi exclusivamente de la agitada y variada presencia de numerosísimos personajes que nunca pierden su marcada individualidad y que, en consecuencia, tienen, cada uno de ellos, cierta presencia protagonizante. Es por esta razón que las novelas de Bolaño están concebidas fragmentariamente, como una feliz acumulación de escenas -dentro de una tradición inaugurada por Cervantes y que comparte con Rayuela de Cortázar y Lo demás es silencio de Augusto Monterroso, lo mismo que la percepción absurda o visionaria de la realidad más mezquina que vemos en Juan Villoro o en el barcelonés Enrique Vila-Matas.

México (del DF al desierto de Sonora) es el centro geográfico de la última y más ambiciosa novela de Roberto Bolaño, Los detectives salvajes. Los detectives son dos: Ulises Lima, un tipo aindiado y fuerte que en realidad se llama Alfredo Martínez, y el alter ego de Roberto Bolaño, Arturo Belano, un atractivo chileno nacido en 1953 y que llegó a México en 1968. Ambos son los fundadores del realismo visceral, movimiento poético vanguardista. La creación, la difícil identidad y la desintegración del grupo es uno de los temas centrales del presente narrativo, un presente en el que se subraya el aspecto generacional. Los jóvenes iconoclastas rechazan, con una inconsistencia que es reflejo de la realidad histórica de México, la figura de Octavio Paz como maestro.

Ulises Lima y Arturo Belano, personajes también contradictorios y ambiguos, a los que es imposible juzgar moralmente y mucho más (dada la fuerte carga sentimental) racionalmente, buscan las raíces del movimiento en un grupo vanguardista de los años veinte, los real visceralistas del norte, contemporáneos de los estridentistas. El nombre no es una coincidencia. ``Más bien un homenaje. Una señal. Una respuesta.'' Los real visceralistas se perdieron en el desierto de Sonora, entre ellos la enigmática figura de Cesárea Tinajero o Tinaja. Es así como se iniciará la búsqueda por parte de esos dos oportunistas, traficantes de drogados o rebeldes. Difícil saberlo, porque en esta obra llena de testimonios parece ser que todos han perdido la memoria.

La búsqueda es doble: por un lado, afecta a las relaciones humanas, en las que el sexo es un factor determinante. También la necesidad de romper con la soledad. Por el otro, una búsqueda literaria. La novela está dividida en tres partes: en la primera el narrador es Juan García Madero, joven de diecisiete años que vive con unos tíos suyos y que forma parte del grupo real visceralista. Aquí dominan las relaciones entre los distintos miembros del grupo, con personajes como María Font, dispuesta ``a coger hasta perder el sentido'' y su hermana Angélica, que si no ha perdido la virginidad la perderá pronto. Las camareras Rosario y Brígida, la fallecida poeta Laura Damián, mágica ausencia; la joven prostituta, Lupe, Piel Divina, Ernesto San Epifanio, etcétera. El contacto con la generación de los mayores se establece a través de la desaparecida Laura Damián y de Joaquín Font, también llamado Quim, que acaba loco por culpa de sus hijas y se convierte en uno de los personajes más ricos y trágicos. Aunque en realidad ``no estoy loco, dije yo, sólo confundido (...), y pensé en los terremotos de México que venían avanzando desde el pasado, con pie de mendigos, directos hacia la nada mexicana''.

Esta búsqueda desesperada de una identidad humana y esta constatación de la locura tienen un valor simbólico. El mismo que encontramos en la segunda parte del libro, centrada en la búsqueda de los desaparecidos Lima y Belano, que a su vez están buscando a la no menos enigmática Cesárea Tinajero. La reconstrucción está hecha a través del contrapuntístico testimonio de una variada galería de testigos. La generación de los mayores está representada aquí por otra de las figuras más conmovedoras y completas del libro, Amadeo Salvatierra. Su testimonio se desarrolla a lo largo de una noche. La locura de Quim, su peculiar y melancólica forma de ver la realidad, está sustituida por el alcohol. Gracias a él recuperamos el pasado: ``Y así como hay mujeres que ven el futuro, yo veo el pasado de México y veo la espalda de esta mujer que se aleja de mi sueño, y le digo, ¿a dónde vas, Cesárea?, ¿a dónde vas, Cesárea Tinajero?''

A dónde va Cesárea lo descubrimos en la tercera parte gracias a la búsqueda de Lima, Belano, García Madero, de nuevo en su papel de narrador, y Lupe. Ahora es Cesárea la que representa la difícil vinculación con la generación de los mayores, con ``el otro México''. También ella parece tocada por la locura, la desgracia y la derrota. La paradoja es que finalmente la encuentran, pero para llevarle la muerte. Todo parece haber sido un lamentable malentendido oculto en una telaraña de malentendidos. Por eso no hay respuesta final. ``Ay, Lupe, cómo te quiero, pero qué equivocada estás.'' Hay, en estas palabras de García Madero, una afirmación de amor, la única estable del libro, pero ni siquiera podemos saber en qué está equivocada Lupe... Ni qué va a ser de Lima y Belano. Los real visceralistas se han desintegrado definitivamente, como se desintegró casi cincuenta años atrás el mundo de Cesárea Tinajero: ``Todos los mexicanos somos más real visceralistas que estridentistas, pero qué importa, el estridentismo y el realismo visceral son sólo dos máscaras para llegar a donde de verdad queremos llegar. ¿Y adónde queremos llegar?, dijo ella. A la modernidad.''

Esto nos remite a una escena espléndida: la de Octavio Paz caminando en círculos por el Parque Hundido, que nos remiteÊa su vez a la ventana del final del libro: una ventana vacía, a punto también ella de desaparecer.

Bolaño nos ofrece, pues, en esta novela de más de seiscientas páginas, la desgarradora búsqueda de una generación, la suya, que ha estado buscando en el vacío (que no es solamente literario) y que, en un país sin futuro, sólo parece encontrar respuesta en un pasado ya perdido. La unidad del libro se encuentra en el aliento y el desaliento, en la locura, las sombras, el olvido, el llanto, los malos olores, el sueño, la búsqueda, la huida y las desapariciones, la vejez y la muerte, la libertad y el desamparo, el misterio y las ideas desmesuradas y, sobre todo, las relaciones espectrales.

Y están asimismo, para subrayar lo fragmentario, los cambios, los viajes, los monólogos y los diálogos. Todo se convierte en narración, el libro se puebla de historias, ``su gusto por contar historias desesperadas, mi gusto por escucharlas''. Un gusto que comparte el lector al leer o escuchar la historia del sordomudo que de pronto habla, las nuevas mujeres en la vida del narrador, el triste destino del Impala de Quim, la aventura de las cuevas, la navegación en el Isabel, la herencia de Hermito Kunst, el proyecto de fundación de Estridentópolis, la historia de amor de la millonaria y el vagabundo, un cuento ``un poquito sublime y un poquito siniestro. Como todo amor loco, ¿no?''; el duelo en la playa, la aparición de la Virgen y, a destacar, las conversaciones de Amadeo Salvatierra, Auxilio Lacouture, la madre de los poetas de México encerrada en el wáter de la universidad ``cuando fue violada la autonomía en aquel año hermoso y aciago'' de 1968 (``ese wáter fue mi trinchera y mi palacio del Duino, mi epifanía de México''); Quim en el manicomio de La Fortaleza, donde los locos ``deambulaban como pajaritos, serafines o querubines con el pelo manchado de mierda''; las visiones del mismo Quim, el ya mencionado encuentro de Ulises Lima con Octavio Paz, la historia africana de López Lobo y sus dos hijas o la de la sima contada por Xosé Lendoiro.

Nos encontramos, pues, ante una novela concebida cortazarianamente como un juego que ``conserva intacta la felicidad y el misterio de toda mi triste y vana historia'', que es la historia de toda una generación para quienes, tras la desintegración del sueño de la revolución y la libertad, ``ocurrió lo que suele ocurrirles a los mejores escritores de Latinoamérica o a los mejores escritores nacidos en la década de los cincuenta: se les reveló, como una epifanía, la trinidad formada por la juventud, el amor y la muerte'', es decir, los tres temas centrales de Los detectives salvajes, una de las mejores novelas mexicanas contemporáneas escrita por un chileno que reside en Cataluña .



n o v e l a

¿Qué se gana con leer a Celorio?

Eduardo Casar

Gonzalo Celorio,
Y retiemble en sus centros la tierra,
Tusquets, Colección Andanzas 385,
México, 1999.

En su segunda novela, Gonzalo Celorio reaviva el impulso narrativo de Amor propio, su primera novela (también publicada por Tusquets), y lo hace ampliándolo, para ofrecernos la cuidadosa partitura de una experiencia que resultará enriquecedora para cualquier lector y, para algunos, los más afortunados, decisiva.

Bueno, ¿y qué gana uno con leer Y retiemble en sus centros la tierra?

Lo primero es que viaja, sin salir de su casa, sin salir de sí mismo sino profundizando, por un módico precio.

Es un viaje impagable. El escenario de la novela es el centro de la Ciudad de México: el profesor Juan Manuel Barrientos (personaje que ya había aparecido en el capítulo seis de Amor propio) ha acordado con sus alumnos realizar una ``práctica de ciudad'', que consiste en recorrer la arquitectura de los edificios del centro, adentrándose de vez en cuando en las cavidades enrojecidas de sus antros para reponerse del peso de las fachadas y los pasos; se trata de observar, con ese fervor y seriedad con que solamente se siguen las reglas de un juego, la siguiente: sólo una copa en cada estación.

Lo que se desencadena a partir de este acuerdo y de la gozosa aceptación de sus imprevisibilidades, es una especie de viacrucis en el que se va construyendo todo un periplo intelectual y emotivo, externo e interno, erudito y cotidiano, del destino del hombre y sus canteras vivas. Viacrucis, porque la escaleta de los acontecimientos se la ofrecieron a Celorio los evangelistas, y la aceptó. Seguramente, desde el más allá Northrop Frye disfrutará mucho la lectura de esta novela y estará orgulloso de haber escrito El gran código, donde determina la presencia de la Biblia en la literatura, porque las intertextualidades con los evangelios expanden los valores simbólicos de Y retiemble en sus centros la tierra hacia el famoso cielo trascendente.

Tusquets debería intentar su venta de puerta en puerta. Y no por lo que gane sino por lo que el lector ganaría. Ganaría también una novela que está ``muy bien peraltada'', es decir, hecha con un estilo, con una voluntad de lenguaje, con un cuidado fino pocas veces logrado en nuestra lengua. Se trata de ritmo, de mundo que se siembra y cimbra sin caerse, de acorde artístico, de tensiones verbales que pueden erigir una carpa donde el aire de la ficción haga sensibles los acontecimientos. En las buenas narraciones -decía Italo Calvino- los acontecimientos riman entre sí.

Y en ésta, que es buena, existe una atención extrema desde el nivel de la oración (``un anafre asaba un elote huérfano'' y ``los semáforos desperdiciaban sus colores'') hasta el de los capítulos, y desde éstos hasta el conjunto de la novela. Por esa espiral verbal los acontecimientos ``riman''. Se van abriendo los círculos excéntricos de las significaciones; cada paso sonoro tiene repercusiones internas, relaciones, y avidez de sentido.

Trabada con una delicadeza melódica que no excluye la poderosa naturalidad de sus diálogos; teniendo puentes levadizos hacia el interior de su textualidad; revelando pasajes secretos entre la memoriosa subjetividad y el presente de su personaje, la novela de Celorio se proyecta evocativamente sobre la emotividad y el pensamiento de sus lectores.

Hasta los poetas van a disfrutar esta novela, cuando al leerla confirmen lo que siempre han sospechado: esa vaga certeza de que la poesía es parte integrante de la prosa... ``Y cuando te hablo a ti de ti misma y no me oyes ni me respondes, tu ausencia se multiplica y me rodea por todas partes y me ahoga.'' La novela posee una subrayada coloratura de experiencia afectiva, amorosa; tal vez el capítulo decisivo en este sentido sea el que sucede en ``Las Sirenas'', que resulta brutalmente conmovedor. No es bueno dejar solo a Barrientos en ese viaje a las tinieblas, elaborado -como sentencia Bryce Echenique en la cintilla- ``con la más luminosa escritura''.

La novela marca también (edifica tan bien) un proceso del cuerpo: el desliz largo, emocionado, agudo, de Juan Manuel Barrientos, quien elige metabolizar o dialogar además con el alcohol y no solamente con el tiempo: el personaje va tomando sus tragos pero la novela no se emborracha, nunca arrastra las erres como si estuviera bajo el volcán. En una magistral combinación de puntos de vista narrativos -ni esquemática ni proporcional ni artificialmente simétrica- entre tercera y segunda persona, encarga a esta última la misión de ser una suerte de ``conciencia sobria'' de lo que va viviendo el personaje central. (Encima de todo, desde el punto de vista digamos pragmático, Barrientos despliega en sus reflexiones una especie de manual del magnífico bebedor, una honda sabiduría, nutrida con las acotaciones culturales más diversas, respecto de las bebidas justamente llamadas espirituosas.) Hasta los abstemios van a disfrutarla.

Porque ganamos mucho. Recorremos el centro de la ciudad (y que el lector elija la ciudad de sus evocaciones) en el tiempo imaginario en el que la novela descubre los centros de su personaje. Y la ciudad recobra, por obra y mucha gracia de la literatura, sus alucinantes mantos freáticos. Pero aquí el agua es un agua ardiente que revela que el cuerpo (nuestro cuerpo) no tiene un solo centro sino múltiples centros: los de la mirada; los de las yemas de los dedos (no sólo de las manos); los de las feromonas que se adhieren muy monas al tacto del olfato; los de las palabras que al desdoblarse entre la creación ficcional y la memoria nos proyectan a otro mundo; los de la lengua en la que hablamos y los del paladar que baja lentamente su velo con una sed que no se había esperado. Ahora sigue lo malo.

Lo malo de esta novela es que crea nuevas necesidades.

Tan contentos que estábamos.



FICHERO

Ensayo (antropológico)

Ciencia del hombre y tradición. El nuevo espíritu antropológico, Gilbert Durand, Ed. Paidós, Barcelona, España, 1999, 282 pp.

Ensayo (biográfico)

Páginas del exilio, ,Eulalio Ferrer Rodríguez, Aguilar, México, 1999, 460 pp.

Ensayo (literario)

La memoria del vacío,, Mauricio Molina, Textos de difusión Cultural, UNAM, México, 1998, 187 pp.

Perspectiva pervertida,, Annie Le Brun, traducción de Fabienne Bradu, UAM/Verdehalago, México, 1999, 54 pp.

Historia

Sin ningún azar. Cartas amorosas, ,introducción y paleografía de Manuel Esparza, Cuadernos de acervos 2, Verdehalago, México, 1999, 115 pp.

Memorias

Primeras jornadas de literatura mexicana, ,Maestría en Literatura Mexicana, BUAP, José Pascual Buxó-Mario Calderón editores, Memoria, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Puebla, México, 1998, 331 pp.

Narrativa

Amuleto,, Roberto Bolaño, Col. Narrativas hispánicas, Editorial Anagrama, Barcelona, España, 154 pp.

En el lago de los bosques, ,Tim O'Brien, trad. María Sonia Cristoff, Col. Panorama de narrativas, Editorial Anagrama, Barcelona, España, 1999, 289 pp.

El fin de Alice,, A. M. Homes, trad. de Jaime Zulaika, Col. Panorama de narrativas, Editorial Anagrama, Barcelona, España, 1999, 277 pp.

La hermana pequeña,, Carmen Martín Gaite, Col. Narrativas hispánicas, Editorial Anagrama, Barcelona, España, 1999, 129 pp.

Manual de pintura y caligrafía, ,José Saramago, Col. Biblioteca, Ed. Alfaguara, México, 1999, 301 pp.

Obra reunida,, Mario Vargas Llosa, Col. Narrativa breve, Ed. Alfaguara, México, 1999, 733 pp.

Pastoral americana, ,Philip Roth, Ed. Alfaguara, 511 pp.

La Emperatriz de Lavapiés, ,Jorge F. Hernández, Ed. Alfaguara, México, 1999, 321 pp.

La ciudad y los perros, ,Mario Vargas Llosa, edición definitiva, México, 1997, 465 pp.

Poesía

Antología de la poesía hispanoamericana, ,José María Gómez Luque, Edivisión Compañía Editorial/Alba, Barcelona, España, 1998, 192 pp.

Del silencio en las ciudades,, Alberto Roblest, Asalto al cielo editores, México, 1998, 50 pp.

La estación del duelo / Las estaciones del duelo,,v Jaime del Palacio / Miguel Kolteniuk, Oro de la noche Ediciones/ Fonca, México, 1998, 37/103 pp.

La tristeza es un somnífero interesante,, Armando Alanís Pulido, Verdehalago/ Conaculta, México, 1999, 67 pp.

Las palabras no nacidas,, Anna Kullick Lackner, Verdehalago/ Conaculta, México, 1999, 72 pp.

Río de aguas amargas, ,Pedro Garfias, 2a. ed., Secretaría de Cultura de Jalisco, 59 pp.

Texto en ruinas, ,Javier Ponce, UAM/ Verdehalago, México, 1999, 49 pp.

Un día un río,, Jaime Reyes, Editorial Aldus, México, 1999, 99 pp.

Umbral y memoria,, Miguel Ángel Flores, Editorial Aldus/UNAM, México, 1999, 97 pp.

Revista

La troje,, revista literaria del Instituto Mexiquense de Cultura, de aparición cuatrimestral, México, mayo de 1999, 100 pp.

Origina, ,revista de diseño, medios y publicidad, núm. 77, julio de 1999, Carlos Castillo Peraza, Ernesto Flores Vega, Norma Lazo y Naief Yehya, entre otros, 80 pp.

Pauta, ,cuadernos de teoría y crítica musical, núm. 70, abril-junio de 1999, Revueltas, Duke Ellinton, Tambuco, entre otros, 96 pp.

Travesaño 2000. Temas de población,, revista del Consejo Estatal de Población, Guanajuato, núm. 5, marzo de 1999, 32 pp.

Superación personal

¿Por qué tengo miedo de decirte quién soy? Reflexiones sobre el crecimiento personal, ,John Powell, S.J., Editorial Diana, México, 1998, 155 pp.

Teatro

La realidad virtual del teatro mexicano,, Enrique Mijares, Ediciones Juan Pablos, IMAC (Instituto Municipal del Arte y la Cultura)/Conaculta/Fonca, México, 1999, 150 pp.