La puesta del grupo catalán es, en resumen: "Los ojos de Dios en la oscuridad"


F@usto, v 30, entre el eco de la tradición y los atisbos del futuro

Pablo Espinosa n šDetente, instante: eres tan belloš

Y noventa minutos se detuvo, fulgurante.

Y durante esas tres medias horas hubo tan sólo tres momentos de la estética Fura dels Baus, tres clímax, apariciones, epifanías, intersticios de la divinidad vuelta demoniaca. El resto fue el teatro de la palabra. Carne y sangre y ángel y demonio y Fausto y Mefistófeles.

Un alto contraste: la ya cuarentona tradición de una estética teatral caracterizada por la acción, la violencia, la furia provocadora, hállase inmersa ahora, en cambio, en uno de los textos-monumento de Occidente: Fausto (1808-1832), de Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832).

Contrapuestos, un ambiente frío: la cibernética parafernalia, frente a la fiebre, la fogata filosófica de un tema clásico. El resultado: la fascinación de un montaje escénico a caballo entre el eco de la tradición y los atisbos del futuro.

F@usto, v 3.0, el nuevo montaje del agrupamiento catalán La Fura dels Baus, se estrenó anteanoche en México. Cumple alucinatoria temporada en el teatro Metropólitan.

El público asistente, típico de función de premier, cumplió su papel: claque, snob, ido a mostrar que entiende-los-chistes y ríe a tambor batiente cuando la escena es cruenta, incluso aullador en espera de lo que nunca ocurrió: más teatro que performance, más profundidad que apantallamiento. En contraste, la buenaondez: mucho público joven. El tocayo de Mozart, don Johann Wolfgang, revisitado con una trouppe teatral idónea, hacia un público abierto de ojos y de entendederas. Ni teatro para seudoexpertos, entonces, ni tiatro para culteranos: una aproximación, en cambio, a la Teoría del Conocimiento a través de los sentidos. Kierkegaard y Nietzche tomados de la mano de Kundera.

Lejos queda, entonces, en varios sentidos aquella noche del lunes 23 de marzo de 1987, cuando La Fura dels Baus irrumpió en México con su espectáculo Accions, causando cuasi histeria claustrofóbica en el vestíbulo del viejo Auditorio Nacional, durante un glorioso Festival de Teatro Español en México, merced a los buenos oficios del ahora ministro de Cultura de Colombia, Ramiro Osorio. Aquella vez, cuando también estuvieron aquí las glorias de sus paisanos Els Comediants, los furos no eran actores sino "ejecutores" y en lugar de recitar un texto clásico, como hoy lo hacen, partíanle toda su madrecita a coches de desecho a punta de hachazos, escalaban con petardos a sus espaldas el edificio de enfrente de Bellas Artes, epataban, en suma, a los burgueses.

Hay, hoy, bastantes yuppies entre el nuevo público de La Fura. La razón es simple, canta Bob Dylan : The times they are a'changing.

ƑCuántos de entre los fans de los furos han leído el texto de Goethe? No importa, el didactismo también puede vestirse de disc jockey y para eso sirve hoy la apoteosis de los medios de comunicación ("En el medio está el masaje", parafraseamos a McLuhan) y la delectación de lo visual en una era que, dice el lugar común, es "visual", como si la humanidad hubiera estado ciega durante centurias. Por eso saltan los aciertos, numerosos, de La Fura dels Baus en F@usto, v 3.0.

La trasliteración goetheana de estos maestros catalanes exuda prodigios. Rebasado el viejo anhelo wagneriano del espectáculo total, la paráfrasis Dels Baus no renuncia, saludablemente, al buen humor. Un ejemplo entre los muchos momentos exultantes del montaje: si en el original uno recuerda la escena del retiro fáustico: altas montañas, valles, silencios, soledad, el equivalente escénico es un montaje de videos en parodia a los anuncios comerciales de la televisión, para rematar con un perro que habla-vende.

Hay también resbalones, como el gastado símil del Mefisto Show con un programa de la tele (The Price is Right, o una referencia local: el ahora cada vez más "mexicanísimo-latino" Don Franciscou), o bien la escena de la violación, que es más grito que alarido. En cambio, la secuencia del par de intentos de suicidio es magistral, en el punto más alto de la fascinación: un actor-ahorcado pende enmedio del proscenio mientras decibeles crecen al punto de estallido, las luces se vuelven fuego, una pantalla-ciclorama tórnase delirio. Luego, un actor-autobaleado dispara un revólver dentro de su boca mientras un fragmento del Requiem de Mozart hace explosión y los residuos consisten en el rostro del actor, y medio busto, dando vueltas en pantalla en sonidos-imagen-laberinto. El Vals de Mefisto.

Entre los varios elementos a manera leit motiv (ese invento germánico, aquella cumbre en eco del Sturm und Drang), el trasvasamiento a la post-pos-modernidad del texto clásico de Goethe halla, a la vez que imágenes, versiones verbatim, en eufonías repetitivas, de la belleza formal del mismo texto. Verbi gratia: la frase "šDetente instante: eres tan bello!" como resumen del anhelo del Superhombre, la sed insaciada, la búsqueda de la Belleza, el Conocimiento, el sentido de la existencia.

Fiel a la estructura del primero y segundo Faustos goetheanos (los atisbos hacia Adrian Leverkuhn, el Doktor Faustus de Thomas Mann o las variantes marloweanas son escasos), las escenas climáticas se tienden en su real y virtual magnificencia. No hay, ciertamente, Noche de Walpurgis, pero tampoco aparecen los otros tres personajes (la Miseria, la Culpa, la Pena) sino el fundamental: la Inquietud ("Aun cuando ningún oído me escuchase/ de igual manera sonaría mi voz en tu corazón/ Soy el compañero eternamente inquieto/ al que siempre encontramos/ aunque nunca lo busquemos/ a la vez acariciado y maldito", de acuerdo con la mejor versión asequible en español, la de Alejo Carpentier). No la suma de los personajes axiales, sino el eco de su Coro Místico final ("Todo lo perecedero no es más que quimera. Aquí lo inefable se convierte en hecho. El Eterno Femenino nos atrae a lo alto"). Una manera de resumir la maravilla escénica que logra La Fura dels Baus está en una de sus propias formas de trasliterar a Goethe: "Los ojos de Dios en la oscuridad".

Un clavo ardiente, un alto contraste estético, un estallido del que quedan, desparramados por el piso, pedazos de nuestro corazón junto a trozos de tripa y fragmentos de neuronas, desde algo que era incubus y que se convirtió en crisálida saliendo de un condón, según el orden de las escenas furerísimas. Montaje fascinante, esta versión Verbatim de La Fura dels Baus al Fausto de maese Goethe.

ƑCabe el mundo en un diskette? ƑCuántos discos duros dura un día? ƑCuántos megabytes utilizó El Creador para crearnos? ƑQué es un hombre sabio?

šDetente, instante: eres tan bello!