El ``ensayo general'' para el 2000 que el gobierno ha intentado con el manejo de los medios de comunicación en 1999, se está saldando por un rotundo fracaso para el tándem Labastida-Zedillo. Lo mismo en el fraude electoral del estado de México que en la simulación de elecciones internas que se hace en el PRI, pero sobre todo en el conflicto en la UNAM, Televisa y Tv Azteca, así como los medios escritos, están haciendo el ridículo.
1. La prensa mexicana está seriamente en entredicho al haberse iniciado en el Palacio de Minería el encuentro entre una delegación del Consejo General de Huelga de la UNAM y otra que representa a las autoridades universitarias (5-6 de julio), pues el nivel académico y político de los estudiantes del CGH, como se ha visto, no corresponde en nada a los supuestos ``ultras'' que se esforzó en mostrar durante varias semanas, ni sus propuestas tienen nada que ver con la caricatura de demandas que los periodistas presentaron. ¿Con esos medios querrá el gobierno controlar políticamente a la sociedad e imponer en el 2000 a su candidato?
2. El problema inmediato que se presenta ante esta campaña de deformación de la realidad es que los principales autoengañados son los miembros del grupo gobernante. ¿Cómo saber si Alberto Fernández (presidente de la Coparmex), quien pidió el 2 de julio ``cerrar'' la UNAM -según Reforma- es un loco o un autoengañado que no entiende el problema de las cuotas?
3. El tema de las cuotas, como todo mundo sabe, constituye solamente la punta de la hebra de la madeja de reformas neoliberales que el grupo en el poder ha estado tratando de imponerle a la universidad. El movimiento estudiantil ha permitido poner de relieve que no sólo se ha tratado en los últimos años de privatizar a la UNAM por la vía de las cuotas, sino también subordinando la investigación y la docencia a las necesidades, no de la Nación, sino de las multinacionales y de sus intereses, haciéndoles perder sus rasgos críticos y sometiendo su contenido a las directrices del Banco Mundial. En la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales desde 1997 se ha trabajado, por ejemplo, para suprimir el estudio crítico del poder y eliminar la carrera de Ciencia Política, sustituyéndola por la de Administración. Los nuevos programas de Derecho, que establecieron como obligatorio el estudio del TLC, aun antes de ser aprobado, han ido abandonando las asignaturas de contenido social, como el Derecho Agrario o el Laboral, imitando el criterio de las universidades privadas. En el Instituto de Investigaciones Económicas se pasó a firma de los investigadores un documento de las autoridades por el que aceptaban que no habría en el futuro más estudios que los fundados en la Escuela Neoclásica.
4. ¿Dónde quedan la autonomía universitaria y los principios de libertad de cátedra y de investigación en el Plan Barnés, que es también el Plan Labastida y el Plan Zedillo?
5. ¿Dónde queda el proyecto histórico de la universidad pública para estos individuos?
6. La iniciativa presentada por los legisladores del PRD para que la UNAM tenga una nueva Ley Orgánica, en la que se establezcan formas de gobierno democráticas y en el futuro las decisiones puedan tomarse por los universitarios -que es una de las iniciativas del movimiento estudiantil-, no puede limitar en nada, en este contexto, la celebración de un congreso universitario. La nueva ley, que debe ser discutida por la comunidad, ha de tener como una de sus prioridades la de someter a la legalidad a la burocracia de la universidad y evitar que en el futuro las facultades, escuelas e institutos, al igual que las instancias administrativas sean el botín de camarillas. Los estudiantes en huelga ponen así una vez más a prueba a los partidos políticos, que están teniendo que definirse en torno a la educación superior del país.
7. El movimiento estudiantil está cuestionando, en suma, al sistema político en su conjunto. El gobierno ``de Ernesto Zedillo'', que ha tratado de encubrir la recomposición del autoritarismo en una supuesta ``transición democrática'', no puede ignorar que la sociedad entiende que atrás de las políticas irreflexivas del rector Barnés y de su grupo ha estado el régimen, y que su mano ha estado metida en el conflicto. Los discursos de Zedillo, apoyando no a la UNAM sino a las autoridades que han violado la legalidad de la institución, no hacen más que poner en evidencia su falta de respeto a la autonomía universitaria y a su propia investidura.
8. La huelga universitaria de 1999 está siendo también una toma de conciencia histórica de lo que ha sido la UNAM en la vida del país, y de que ese proyecto no puede ser desmantelado por unos cuantos. Pero sobre todo, de que sólo a través de movimientos como éste se puede defender el patrimonio de la Nación.
9. El encuentro entre las representaciones del CGH y de la rectoría pone así en un dilema al gobierno federal, pues Ernesto Zedillo sabe bien que al interior de la administración pública hay universitarios que no comparten su proyecto de desmantelar a la universidad mexicana. En el curso del congreso universitario de 1990, las autoridades llevaron a la Mesa 10 a hablar de la Ley Orgánica de la UNAM al doctor Raúl Cervantes Ahumada -quien había sido uno de sus redactores en 1944-, confiadas en que se opondría a cualquier modificación, y ante su estupor, este maestro defendió el derecho de los universitarios a tener una nueva ley con formas de gobierno más democráticas.
10. La universidad del mañana tendrá que ser democrática, pues sólo así podrá estar al servicio de la Nación.