n Sus restos serán repatriados a El Salvador


Mercedes Durand, poeta que siempre condenó la represión

n La periodista dictó cátedra en Ciencias Políticas de la UNAM

Ericka Montaño y Angel Vargas n Poeta y autora de numerosos cuentos, ensayos y artículos, Mercedes Durand se definía a sí misma como "una mujer común y corriente".

Corresponsal y una de las fundadoras de la Federación Latinoamericana de Periodistas (Felap), la también catedrática de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales murió el miércoles a causa de peritonitis, a un mes y dos días de cumplir 66 años.

Finalmente, después de varios años regresará a su país natal, El Salvador. Para cumplir su última voluntad, sus cenizas serán esparcidas en esa tierra que tuvo que abandonar junto con su esposo, Mario Salazar Valiente, un especialista en países socialistas, como consecuencia de la guerra civil que afectó a esa nación. Decidieron dirigir sus pasos hacia México, país en el que ella, años antes, estudió becada en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y en el que habría de residir hasta su fallecimiento.

Con el arribo de la paz a El Salvador, realizó algunas visitas esporádicas a su familia, integrada por seis hermanos, cinco varones y una mujer.

Mercedes Durand Flores nació el 9 de agosto de 1933 en ese país centroamericano, donde estudió pedagogía. A los 19 años recibió una beca para estudiar filosofía en México. Cuando regresó a su país laboró de 1960 a 1970 como profesora en la Universidad Salvadoreña, además de continuar su actividad periodística en la que incursionó ''por necesidad" en los albores de los años cincuenta. Produjo el programa Hacia la libertad por la cultura y dirigió la revista más importante de aquella nación en ese momento, Vida Universitaria. Años después trabajó en China, de donde ''el frío" la hizo regresar a México.

Su hermano Juan Ramón, quien vino al DF para llevar sus restos de regreso, recuerda cómo Meches -como la llamaban de cariño- desde muy temprana edad gustó de la literatura. Ella se declaraba como ''una devoradora de libros". Sus preferencias se circunscribían, sobre todo, a la poesía.

Honestidad y calidad, sus enseñanzas

Frecuentes eran sus pláticas sobre sus gustos literarios: ''Me gustan mucho Federico García Lorca, Pablo Neruda, quien es el hombre metáfora, lleno de color, y César Vallejo. Este último es la sustancia, es la poesía sustantiva que tanto disfruto".

La preferencia por ese género la compartió también con el cuento y la novela. Sus autores preferidos eran Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez, y en general todos los latinoamericanos. En especial, Alejo Carpentier siempre motivó en ella una especie de fascinación, la cual manifestó en Las manos y los siglos, uno de sus volúmenes dedicados a la poesía.

Más allá de lo amoroso, la poesía de Durand expresaba su enojo contra la represión en todas sus formas. En su obra lamentó la situación de El Salvador durante la guerra civil y condenó, entre otros, la dictadura que en Chile encabezó Augusto Pinochet: ''No seas remilgoso, Pinochet,/ a mí no me encarajes con mentiras./ Vete al cuerno/ con tus discursos fríos,/ esos que en clave/ y por valija diplomática/ te envió directamente/ el doctor de Harvard. /ƑSabes tú Pinochet?/ A mí no me engañaste con tu rostro./ Nunca creí en tu frente de garrobo manchado/ ni en tu nariz de hiena/ menos en tus ojillos de anaconda silbante.../ šPobre payaso infame/ de botas asesinas!"

Su protesta y compromiso con lo que consideraba las causas justas no quedaron sólo en el papel. En 1979, ya como corresponsal, viajó a la Nicaragua en guerra para hablar con dirigentes opositores y al mismo tiempo protestar a nombre de la Felap ante Anastasio Somoza Debayle por la muerte del periodista Pedro Joaquín Chamorro. Tras muchos rodeos, el dictador la recibió en su bunker. Aunque ella desde un principio reclamó el asesinato, Somoza se mantuvo siempre sereno y le expresó su simpatía a Durand.

Las inquietudes que transmitió a varias generaciones de estudiantes de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, en la que impartía asignaturas de la carrera de comunicación y periodismo, siempre estuvieron dirigidas a lograr el compromiso individual con el fin de mejorar el aspecto colectivo.

En sus cátedras subrayaba la importancia de la honestidad y la humildad, amén de la calidad, como elementos esenciales para un adecuado desarrollo profesional y humano. En la última etapa de su vida, además de su labor docente, conducía el programa Enfoque internacional, transmitido por Radio Universidad, dependencia que en los próximos días le rendirá un homenaje.

La bibliografía de Mercedes Durand Flores la integran, entre otros, Sonetos elementales, Las manos y los siglos, Poemas del hombre y del alba, Sarah... la luna... la muchacha y otros poemas, además de cuentos y una novela que, al parecer, dejó inconclusa.