Los sioux piden soberanía territorial a Clinton
Jim Cason y David Brooks, corresponsales, Washington, 7 de julio Ť El presidente Bill Clinton fue recibido hoy por líderes indígenas vestidos con sus tradicionales penachos y por activistas, durante su breve estancia en la reservación Pine Ridge -en la primera visita a este sitio en décadas de un mandatario estadunidense -, en Dakota del Sur.
En su tercer día de trabajo por las zonas más deprimidas del país, el presidente llegó a esta reservación, donde ofreció un discurso en la preparatoria local ante jóvenes y simpatizantes y observó las viviendas de uno de los condados más pobres de Estados Unidos, y tierra de los indígenas oglala sioux.*
"Conocemos bien la relación imperfecta que Estados Unidos y su gobierno ha disfrutado con las naciones tribales --declaró Clinton--. Ustedes han sufrido la negligencia y saben que eso no funciona".
En ésta, la primera visita de un presidente estadunidense a esta reservación en 60 años, Clinton anunció un nuevo programa de créditos bancarios privados para la construcción de vivienda, asistencia federal para proyectos de agua y un nuevo "fondo empresarial" para atraer inversiones privadas y empleo a esta reservación.
El mandatario fue recibido en la reservación Pine Ridge por el presidente de los Oglala Sioux, Harold Salway, quien proclamó que era una "reunión histórica", pero advirtió que existen "asuntos de tierra no resueltos con el gobierno federal", entre otros temas.
Pero los líderes oficiales y los estudiantes no eran los únicos que acudieron a saludar a Clinton. A una media cuadra de la escuela, en la gasolinera local, un anuncio pintado decía "Bienvenido presidente Clinton, recuerde nuestros tratados", una referencia a los firmados entre el pueblo indígena y el gobierno federal de la década de 1860, por los que se otorgó territorio a esta etnia que poco después se les quitó.
Varios manifestantes se presentaron con mantas en las que se leía "libertad para Leonard Peltier" (el prisionero político indígena), y el activista del Movimiento Indio Norteamericano, Russell Means, criticó a Clinton por no mencionar la falta de investigaciones sobre los recientes homicidios de indígenas en esta reservación
Hace dos semanas unos 2 mil indígenas hicieron una caminata de oración desde Pine Ridge al pueblo de Whiteclay, Nebraska, en la frontera de esta reservación, para demandar una plena investigación del asesinato de dos indígenas y la clausura de las licorerías en esa entidad, comercios que son culpados del incremento de la delincuencia y el alcoholismo en la zona.
Fue mixta la reacción general a la visita de Clinton y sus propuestas para atraer inversión privada como modelo de desarrollo. "A veces estas visitas presidenciales tienen un efecto más negativo que positivo", dijo a La Jornada Milo Yellowhair (Cabelloamarillo), ex vicepresidente del gobierno tribal y director de la Oficina de Tierras de los Oglala Lakota (también conocido como la nación sioux).
Aunque expresó su esperanza de que la visita presidencial atraiga atención nacional a la condición de pobreza extrema en esta reservación, Yellowhair tiene dudas sobre la nueva iniciativa de mercado que se ofrece como solución a los problemas.
No falta la mención de las cifras socioeconómicas: tasa de desempleo de 80 por ciento (a nivel nacional es 4.3), casi dos tercios viven en la pobreza, más de un tercio de las viviendas no cuentan con servicios básicos, etcétera.
"Vi que Clinton llegó a otro lugar, una fábrica y esa fábrica creció de 50 a 800 trabajadores", explica Yellowhair al señalar un ejemplo de la Nueva Iniciativa de Mercado promovida por el gobierno federal.
"Pero aquí ni tenemos una fábrica así, ni tenemos el terreno preparado para instalar ese tipo de fábricas, ni contamos con los sistemas de agua y de electricidad, y no tenemos el sistema de alcantarillado para hacer algo como eso", agregó.
Otros, como Elsie Meeks, directora ejecutiva del Fondo Lakota, que brinda créditos a iniciativas de pequeña y microempresa indígenas, cree que el potencial para las iniciativas de Clinton es tremendo.
"Un 80 por ciento de la gente con la que tratamos nunca ha tenido ni una cuenta de cheques o de ahorros", explica, al señalar el uso de la estrategia de minicréditos que se parece más a programas crediticios utilizados en el Tercer Mundo que aquí.
Meeks considera que las inversiones en pequeñas empresas, como las de construcción de vivienda, pequeños comercios y un nuevo proyecto para la construcción de 30 casas, podrían servir como modelos para el desarrollo en el futuro.
Sin embargo, Yellowhair y otros se preocupan de que un fondo empresarial simplemente atraerá industrias que explotarán los recursos naturales y a los indígenas, y no resultará en el desarrollo.
Señaló que los programas de desarrollo económico en otras reservaciones se han centrado en atraer a empresas que dañan la ecología, como la enorme granja industrial de puercos que se esta construyendo en la reservación vecina de Rosebud o los indígenas que han ofrecido sus tierras como depósitos de desechos tóxicos.
Esta historia, dice Yellowhair, está llena de este tipo de errores. Por ejemplo, cuando el entonces procurador general Robert Kennedy visito Pine Ridge en los años 60 y comenzó un programa de construcción de vivienda subsidiado por el gobierno, los efectos fueron desastrosos.
"Estas viviendas tuvieron el efecto de destruir la tela social de la forma de vida de los Lakota", comentó Yellowhair.
Las viviendas fueron tan pobremente construidas que en un reciente viaje a esta zona estos corresponsales vieron paredes frágiles que se desmoronaban, y cuesta cientos de dólares mensuales mantenerlas calientes durante los largos meses invernales en esa parte del país.
Además, para tener derecho a vivir en estas casas los indígenas debían abandonar sus lotes de terreno y mudarse a esos bloques de entre ocho y 10 unidades.
Hoy día las casas son monumentos a otra iniciativa fracasada del gobierno, reliquias sobreocupadas y deterioradas de los proyectos de "beneficio social" de otra generación de políticos de Washington.
Eso es precisamente lo que desea evitar Yellowhair: "Si el presidente decidiera pasar por aquí más de las dos horas que estuvo, vería que somos un grupo culturalmente fuerte. Ellos creen que somos norte- americanos del medio del país. Pero somos un pueblo con un idioma separado, que en su momento tuvo un gobierno propio, que fue desplazado por esta forma actual de gobierno tribal, un pueblo con fronteras identificables, un pueblo con identidad propia que negociaba con otras entidades".
No usa la palabra "soberanía" al principio, pero llega a hacerlo y señala que la demanda central del pueblo lakota (también conocido como sioux) siempre ha sido el cumplimiento del Tratado del Fuerte Laramie de 1868 firmado con el gobierno.
Los lakotas nunca aceptaron las modificaciones de ese tratado, pero desde que el gobierno federal lo firmó les ha quitado, en violación de su acuerdo, 90 por ciento del territorio originalmente concedido a este pueblo indígena así como la mayoría de sus derechos políticos soberanos.
Promesas incumplidas
Cuando Clinton llegó a la Casa Blanca, prometió negociaciones con todas las tribus indígenas sobre los tratados violados, pero después de pláticas iniciales su gobierno abandonó esta iniciativa.
El acceso a la tierra, según Yellowhair, es uno de los primeros pasos en cualquier programa de desarrollo.
"Yo buscaría abrir negociaciones para evaluar cuáles tierras federales que estén junto a las reservaciones pueden ser devueltas a los indígenas de inmediato", comentó al indicar la propuesta que presentaría a un presidente estadunidense. Esto, dice, sería el principio de un tipo de desarrollo económico que estaría dentro de la forma de vida de los indígenas.
Toda inversión foránea, indica, debería estar orientada a mejorar la economía y el nivel de vida de los habitantes de las reservaciones: "Es decir, si se establece una planta de procesamiento de carne, debería producir carne que se consume por nuestros hijos y familias en la reservación, que la carne que entra a esa planta sea de animales que se crían en estas tierras".
Entre otras demandas, está la de reformar el Buró de Asuntos Indígenas, la agencia del gobierno federal y bajo tutela del Departamento del Interior, encargada de relaciones con los más de 500 pueblos indígenas del país.
Esta agencia tiene una historia de corrupción y mala administración. Recientemente el gobierno reconoció que la agencia falló en mantener documentos sobre el uso de más de 2.5 mil millones de dólares en fondos federales para asuntos indígenas.
"Como pueblos indígenas, creo que ya nos acostumbramos a promesas que se hacen y que nunca se cumplen --afirma Yellowhair a La Jornada desde Pine Ridge--. Ya parece ser parte de nuestras vidas".
Sin embargo, señala que las recientes protestas contra la falta de investigaciones de los asesinatos de indígenas son señales de algo nuevo. "Es la primera vez que hemos tenido una marcha de 2 mil personas en muchísimos años", concluye.