n Carlos Montemayor, autor de Los informes secretos


La literatura es un camino para expresar lo real, no el fingimiento

n Un azar generoso propició su análisis de más de 3 mil documentos

César Güemes n Los expedientes X se verían como una comedia simpática si los colocáramos al lado de Los informes secretos que ha dado a conocer la editorial Joaquín Mortiz. Hay una razón para ello: tanto los posibles expedientes estadunidenses archivados bajo el rubro X, como el más reciente libro de Carlos Montemayor, son obras literarias, sólo que la novela del escritor mexicano se basa en tres mil documentos del aparato de inteligencia nacional, microfilmados por error, y que llevados a la narrativa hacen sentir al asiduo que, en efecto, como decía el célebre periodista, un mundo nos vigila.

-Los informes secretos es una novela y además se advierte de ello al lector en la solapa. Sin embargo se basa, según ha trascendido, en informes concretos y tangibles.

-Una parte, sí. Toda mi narativa, salvo la de los cuentos gnósticos, está muy fuertemente apegada a la realidad social del país. Para mí la literatura es un camino de expresión y formulación de lo real, no de fingimiento. Me interesaba, pues, en este caso, que la novela fuera resultado de la realidad misma, y que en cada página el lector y yo no tuviéramos más remedio que ir tocándola. El personaje que narra todas las peripecias de la novela es ficticio. Aunque creo y espero que no sea ficticia la forma de trabajar de ese personaje. Ese agente no existe, pero opera como los que sí reciben un salario en el mundo real.

''Luego, es verdad que me fue posible construir este personaje gracias a un hecho fortuito. Por accidente, hace muchos años, algunos empleados del Archivo General de la Nación confundieron nueve paquetes de documentos de agentes secretos de la Procuraduría General de la República infiltrados en los partidos Comunista, Obrero Campesino Mexicano y Popular, de 1951 a 1957. Creyeron que esos documentos formaban parte del acervo de la producción agrícola del bajío en el siglo XVIII. Eso fue un azar generoso y una equivocación involuntaria de parte de los trabajadores del archivo. Los microfilmes de esos documentos llegaron a mí por medio de las amigas que los ordenaron y que investigaban otras cosas. Al ponerlos en mis manos me dijeron, simplemente, 'a ver qué haces con esto'. Estamos hablando de cerca de 3 mil documentos sobre muchos temas. Los leí, revisé, hice apuntes y dos selecciones. Ese fue el estímulo inicial para imaginar la novela."

 

Periplo para identificar la infiltración

 

-El caso es que los documentos están ahora aquí, en la trama de la obra.

-Parte de ellos, sí, condensados, reformulados y organizados de una manera distinta a como estaban de forma original. Particularmente los de las historias que se van enlazando en la novela: la caída de Jacobo Arbenz en Guatemala, de los comunistas caribeños y latinoamericanos en México y de los movimientos entre los partidos Comunista y Obrero Campesino Mexicano. Destaco ahí, por ejemplo, cómo en algunos informes el agente infiltrado da razón de la manera en que el PC tenía conferencias a puerta cerrada en donde se impartían sugerencias para identificar a los agentes infiltrados. Mi seguimiento de ese periplo de la infiltración en esos años es la base del periplo de infiltración que tengo que imaginar y sugerir de febrero a agosto de 1995.

''Una selección de acontecimientos sociales que podían ser relevantes para una historia imaginaria como ésta, me los fue proporcionando ininterrumpidamente el país entero a lo largo y ancho de 1995. Movilizaciones militares en varias regiones del país, descontento popular en algunas zonas de la República, denuncias en revistas a partir de información generada por el Cisen, el seguimiento de posibles simpatizantes del EZLN en distintos estados del país y por supuesto en el análisis militar sobre el conflicto en Chiapas. Todo eso se encuentra en la novela, todo eso forma parte de nuestra realidad, y está unido por un hilo imaginario: dos personajes que no existen como seres de carne y sangre, pero cuyas tareas, pensamientos e ideas pueden ser reconocidas como los de muchos mexicanos reales que vivimos esos meses del 95".

-Eso plantea un problema literario y social de consideración: Ƒcómo encontrarnos con la realidad a partir de algo que no existe?

-Ese fue mi modus operandi, pero en el tema también estaba el mismo renglón. El reto era hacer visible una parte del Estado mexicano que es invisible y a la que sólo nos podemos acercar por la conjetura, la fantasía, la imaginación.

 

Asumir el reto estilístico

 

-El hecho de que en vez de capítulos canónicos la novela sea casi una minuta de actividades, debió plantearle otro problema serio: sostener el ritmo a partir de narrar día por día los hechos.

-Fue muy difícil escribirla porque no podía escaparme por el lirismo o el expresionismo en ningún momento. Estaba obligado a escribir informes que lo parecieran, y sobre todo que parecieran realizados por el propio personaje. Además, que ese personaje tuviera una memoria del primero al último de sus documentos. Eso era difícil pero muy atractivo. Me resultaba una especie de reto estilístico que me llevó tiempo solucionar y del cual sólo pude ir descansando con otros informes alternativos. Por ejemplo, con aquellos que provienen de décadas anteriores, apuntes del individuo investigado, informes rechazados por el personaje principal y entrevistas que el sujeto perseguido había efectuado en sus investigaciones personales.

''Esos eran espacios de reposo, pero que me obligaban también a darle una congruencia estilística a los informes pretéritos y hechos por autores diferentes, a que las entrevistas sonaran como conversaciones naturales y que cada una apareciera tal como si proviniera de un personaje distinto. Hablamos de espacios reducidos con una muy poca variedad estilística pero con una concentración narrativa que posiblemente le implique al lector una doble lectura''.

-Los informes secretos es en ese sentido una obra más demandante de lo usual.

-Quizá, porque no sé si de forma intermitente a lo largo de toda la novela o de plano con una segunda lectura, toda la información que contiene el libro pueda permanecer en la memoria del lector con más facilidad. En todo caso, hice lo posible para que lo narrado en el libro tenga una estructura fluida.