La Jornada jueves 8 de julio de 1999

Astillero Ť Julio Hernández López

Como era de esperarse, la censura ha aumentado la taquilla del espectáculo prohibido.

Hoy, debido a la negativa oficial ante la petición de abrir los expedientes del Banco Unión (y de hacer transparentes las relaciones de esa institución, y de su jefe, Carlos Cabal Peniche, con las campañas priístas, en particular la presidencial), se ha instalado en buena parte de la opinión pública nacional la percepción de que son muy graves las implicaciones del caso, sobre todo para la familia tecnocrática en el poder.

Tal percepción tan extendida puede ser un mal menor, pues seguramente los estrategas del gobierno consideraron menos dañino para sus intereses el desgaste fundado en la ignorancia de la magnitud de los hechos relacionados con el Banco Unión que el conocimiento pleno de ese asunto.

Otro mártir tabasqueño

De hecho, el tema del financiamiento de las campañas presidenciales ha sido de difícil tratamiento para el gobierno de Ernesto Zedillo y para el PRI en general. Hoy, en el marco del enfrentamiento que viven las fuerzas del zedillismo contra las del salinismo, hay quienes suponen que el jaque lanzado por Carlos Cabal Peniche contra el actual Presidente de México forma parte de la estrategia de debilitamiento y acoso que desde Dublín se desarrolla.

Por lo pronto, y mediante la magia del manejo tendencioso de algunos medios de comunicación, Cabal Peniche pretende aparecer ante los mexicanos como una especie de mártir político, perseguido y hostigado por razones partidistas.

En ese esquema, el tabasqueño (la referencia es a Cabal, no necesariamente a Madrazo) hace sentir que su crucifixión se debe a venganzas, celos y pasiones políticas, pero no a corruptelas ni actos delictivos.

Tal posicionamiento que busca Cabal Peniche es falso. El fue un beneficiario de las maniobras con las que el salinismo hizo crecer una pandilla de empresarios que, compartiendo ganancias con los hermanos comodinos, se apropiaron de la riqueza nacional y la pusieron al servicio político de la facción salinista.

Esa pandilla de empresarios que aparecieron en el salinato como milagrosos genios que convertían la nada en grandes fortunas se ha mantenido, a lo largo del gobierno zedillista, como un instrumento de amago permanente contra las acciones de fondo que el actual Presidente pretendiese tomar contra su antecesor.

Sacadólares dublineses

Más de una vez se han recibido en Los Pinos las advertencias de que esos empresarios prósperos estarían a punto de asustarse con ciertas decisiones del gobierno zedillista y acaso estarían a punto de comenzar a poner su dinero a salvo, en cuentas extranjeras, con lo que el tinglado oficial sostenido con alfileres se vendría abajo, con la consecuente desestabilización política y social, que en un escenario extremo llegaría incluso a tales turbulencias que nadie estuviese seguro en su silla, por muy presidencial que fueraÉ

En ese posicionamiento, el ataque de Cabal Peniche a la yugular del zedillismo (la campaña presidencial) tiene como objeto el debilitamiento de la institución denominada Presidencia de la República y la creación de condiciones propicias para el chantaje político.

Por ello, a costa de lo que sea, el gobierno federal ha preferido meter la basura bajo la alfombra, aun cuando las visitas se den plena cuenta de la suciedad sobre la que se está parado. Nada de expedientes de Banca Unión, nada de información sobre transferencias de recursos a campañas políticas; total, los mexicanos irán pagando, de poco a poco, esas y otras maniobras con las que se ha sostenido el binomio PRI-gobierno en el poder.

El Partido del Trabajo, vía de desagüe perredista

No le saldrá gratis al PRD el apoyo que el Partido del Trabajo ha decidido dar de manera temprana a Cuauhtémoc Cárdenas.

El partido que dirigen Alberto Anaya y José Narro lleva inclusive ya varios logros importantes, uno de ellos, el principal, el poder deslindarse del salinismo que fue su alma mater y el insertarse en la corriente cardenista.

Pero hay una vertiente todavía más interesante, que apenas comienzan a ver con claridad algunos dirigentes perredistas: el PT se puede convertir en el próximo depósito de escisiones del partido del sol azteca, sobre todo a la luz de las crónicas y al parecer irresolubles pugnas entre grupos y facciones del PRD.

De hecho, algunos de esos grupos han comenzado a analizar la posibilidad de que, recorridos los trechos de la lucha interna, pudiesen optar por salirse del PRD y afiliarse al PT.

Un gran atractivo que plantea el citado Partido del Trabajo es que, finalmente, también se lucharía desde allí por llevar a la Presidencia a Cuauhtémoc Cárdenas, con lo que, de alguna manera, los inconformes tendrían la coartada necesaria para dejar el partido que vive lleno de pugnas y dar un salto para quedar en la misma trinchera pero con distinto uniforme de batalla.

Responsabilidad indeclinable

Los voceros del Revolucionario Institucional pretenden hacer creer a los ciudadanos que problemas procesales menores podrían trasladar a la oposición la responsabilidad histórica de haber impedido reformas electorales que habrían dado legitimidad a las elecciones del año 2000.

El PRI había anunciado con toda oportunidad que no dejaría pasar, con su mayoría en el Senado, el proyecto que la mayoría no priísta había aprobado en la Cámara de Diputados.

Luego, llegado el momento procesal exacto, pretendió disimular su decisión tomada apoyándose en alegatos sobre el quorum necesario para sesiones de comisiones y plenariasÉ

Astillas: Buen nivel está tomando el debate entre precandidatos priístas a la Presidencia de la República: Francisco Labastida Ochoa acusa a Roberto Madrazo Pintado de haberse beneficiado de propaganda hecha con dinero del gobierno de Tabasco, mientras el aludido revira a su vez al acusador diciéndole que no tiene cara con la cual quejarse de abusos desde el poder, pues el hoy indignado fue ayer un secretario de Gobernación que desde su cargo cometió similares irregularidadesÉ Pablo Marentes se ha consolidado como el hombre de la comunicación social del gobierno capitalino que hoy encabeza Cuauhtémoc Cárdenas. Luego de una serie de escarceos internos, en los que otras figuras del entorno del jefe del GDF trataron de meter orden en esas oficinas, Marentes recibió de nueva cuenta las riendas de la conducción de tales asuntos. Armando Machorro, el encargado de siempre de la relación de Cárdenas con los reporteros, dejó el ámbito burocrático y está listo para incorporarse a tareas de campañaÉ A propósito del gobierno capitalino, hay personajes de primer nivel que afirman que Rosario Robles está firmemente encaminada a suplir a Cárdenas cuando éste pida licencia para ser candidato presidencial. Según esa versión, Rosario no tendría ningún problema para ser aprobada en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, donde Martí Batres tiene la responsabilidad de sobrellevar los ímpetus políticos de una dispareja bancada perredista y de una oposición siempre activa. A pesar de su edad, y contra algunos vaticinios, Batres ha logrado mantener los equilibrios políticos necesarios para que el gobierno perredista capitalino tenga viabilidad en sus proyectos.

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